Doña Tina, tradición y amor por el sabor de las garnachas

En unos días cumplirá 89 años, pero se mantiene al frente del puesto Antojitos Cristy

Maribel Sánchez | Diario de Xalapa

  · miércoles 23 de agosto de 2023

Dona Cristina se mantiene en pie para atender “Antojitos Cristy" en Rinconada | Foto: Jesús Escamiroza/Diario de Xalapa

Emiliano Zapata, Ver.- A solo unos días de cumplir 89 años de edad –el 24 de agosto–, doña Tina Contreras se niega a alejarse de su cocina “Antojitos Cristy”, en Rinconada, municipio de Emiliano Zapata, donde es reconocida como la garnachera que más tiempo ha dedicado a hacer este antojito veracruzano.

Aunque inicialmente rechaza entrevista porque dice no ser creída ni querer “afamarse”, termina cediendo y habla de la tortilla de maíz con salsa y carne deshebrada frita en manteca. También puntualiza que las dos precursoras fueron Ángela Durán y Zeferina Montano.

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¿Cuál es la historia de doña Tina Contreras?

Nacida en un poblado cercano a Carrizal, desde niña empezó a trabajar; su mamá hacía tamales y antojitos, y se los colocaba en ollas o bateas para venderlos en Rinconada, en tiempos en los cuales todavía circulaban en la zona autobuses de la línea Flecha Roja.

Dona Cristina le pone un sazón especial a sus garnachas | Foto: Jesús Escamiroza/Diario de Xalapa


A pesar de estar en tratamiento médico, Tina se desplaza de un lugar a otro sin ningún problema y su buena memoria permite saber más de los orígenes y desarrollo de su vida.

A la mujer de cabello ondulado, piel morena y complexión delgada le acompaña el buen sentido del humor. Al rememorar su juventud y sus primeras ventas propias, ríe de la relación amistosa que entabló con muchas personas, quienes le pusieron distintos apodos por su físico.

Ella no lo tomaba ni lo toma a mal, en el fondo, afirma saber que contaba con el aprecio de sus clientes. A los 19 años llegó a radicar a Rinconada con su esposo César Cuéllar, y ya no se fue.

Aunque conoció a Ángela Durán y Zeferina Montano, ella ideó cómo hacer su propia salsa para la garnacha, poco a poco la fue perfeccionando y, despojada de egoísmos, comparte que la prepara solo con jitomate hervido, chile seco y chile ancho.

“A mí nadie me dio la receta. Yo luché y luché hasta encontrar el sabor. Hay algunas que le ponen caldo pero yo no. Yo la hago así nada más. Lo que sí no me gusta es guardarla más de dos días en el refrigerador, ni esa ni la carne. Acá todo es fresco”, expresa mientras ve pasar a la gente en los coches y los autobuses. Cincuenta años atrás su trabajo le dejaba muy buenas ganancias.

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¿Qué pasó cuando se hizo la autopista?

“Luego vino la autopista y se fregó todo… Apenas nos amoló más la tienda esa –señala la que está al costado izquierdo–”, comenta con cierta nostalgia y molestia porque el frente de su cocina las personas lo toman como estacionamiento.

No reniega del todo. Dice dar gracias a Dios porque hasta ahora sigue teniendo a sus clientes fieles, quienes le encargan 25-30 garnachas o algún otro antojito. En realidad, enfatiza, “gente vieja garnachera ya no hay”, quienes están se han ido adaptando a los tiempos.

Hay clientes fieles a “Antojitos Cristy" en Rinconada | Foto: Jesús Escamiroza/Diario de Xalapa

En su cocina de Independencia sin número, Tina tiene garnachas pero también hay otras formas de deleitar el paladar. Aprendió los secretos de la cocina y lo mismo vende pescado en diferentes presentaciones que camarones u otros platillos. Todo lo compartió con sus hijas Olga, Mercedes, Mireya, Santa, Sofía y Luz María, quienes también se dedican a la venta de comida.

Tina es de las mujeres de familias numerosas. Tuvo 13 hijos, algunos ya fallecidos. Su vida ha sido de trabajo constante. Le tocó lavar a mano en el río, hacer garnachas en brasero y con carbón, tener un matrimonio duradero, platicar con su esposo y llegar a acuerdos. También fue analfabeta y a los 68 años se decidió a conocer vocales y consonantes. Ya sabe unir las sílabas y leer.

Ella cree en la importancia de la familia y del matrimonio. También en la independencia económica. Generar su propio dinero, puntualiza, le permitió no quedarse callada, “para eso son las palabras, para arreglarse”, indica.

El esposo de Tina, quien fue mecánico, falleció cuando ella tenía 53 años. Acumula pérdidas, pero también expresa tener muchas razones para pedirle a Dios le conceda un poco más de vida.

Con satisfacción, declara haberles dado a sus hijas una manera de ganarse la vida. Todas tienen sus propios negocios y una de ellas ya está en Xalapa, en Antojitos el sabor de Rinconada, en 20 de Noviembre 249, esquina con calle Manuel Aparicio Guido.

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Las hijas hablan de su madre con orgullo y se muestran agradecidas por el legado, el cual comparten ahora a sus hijas. Aseguran ser, orgullosamente, una familia de garnacheras de Rinconada.