Una vida de sacrificios, esfuerzo y trabajo diario es la de Esperanza García Martínez, quien a los 82 años mantiene a flote un puesto de venta de chiles rellenos y tortillas a mano en la alacena 22, del mercado Los Sauces.
No tuvo la oportunidad de estudiar pero "seguramente la hubiera aprovechado para salir adelante", comenta.
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Su destino fue distinto, siempre hubo carencias económicas, por lo que toda su vida la dedicó al trabajo afanoso que realiza toda mujer que debe trabajar en casas y en otros negocios de comida hasta que pudo tener el suyo.
¿Cuántos platillos elaboran diariamente?
Sentada en el interior de la alacena, mientras Martha García Ortigoza elabora tortillas, explica que el trabajo es duro pero están acostumbradas. Cada día elaboran unos 4 kilos de tortillas y unos 30 chiles rellenos para vender a sus clientes. Los tienen de picadillo, queso y pollo.
Explica que tiene varios años rentando y va saliendo para pagar, pero no da para mucho y más en estos días en que las familias no tienen para gastar.
Cada mañana abren el negocio a las 8 de la mañana. Llegan puntuales para atender a sus clientes que gustan desayunar picaditas de las distintas salsas que hacen todos los días.
Nunca termina el trabajo
“El trabajo que implica atender una cocina nunca para. Siempre hay algo que realizar, no faltan los trastes y ollas que lavar o hacer salsas y seguir cocinando”.
Mientras platica, doña Esperanza limpia la mesa de trabajo y observa a Martha que, sin parar, elabora las tortillas con las que servirán a sus clientes los chiles rellenos.
Su rostro muestra el paso de los años, las preocupaciones y angustias que conlleva criar a cuatro hijos. Sonríe cuando habla de ellos y con orgullo comenta que ya son adultos y cada uno hizo su vida.
El trabajo efectivamente es duro, expresa, pero hay que hacerlo mientras Dios y su cuerpo le preste la vida.
Lo hace porque hay que ganarse el sustento del día, porque si no lo hace cómo podría subsistir. Son dos mujeres que trabajan para vivir y qué mejor que hacerlo en su propio negocio.
La necesidad, agrega, hace que todos aprendan y ella seguirá elaborando su chiles rellenos, picadas y tortillas de mano. Descansa cada vez que no hay movimiento de clientes, porque para ella todos los días son de trabajo y así seguirá mientras pueda, concluye.