Don Manuel Hernández tiene 42 años reparando joyas y relojes; sin embargo, dice que esta labor ha disminuido porque ahora impera la cultura de usa y tira, “muchos de los relojes de ahora ya no tienen compostura y las joyas poco se utilizan”.
Propietario del taller de Joyería y Relojería “Oro Maya”, ubicado en el Mercado Los Sauces, expone que toda su vida se ha dedicado a este oficio que aprendió cuando apenas tenía 8 años y que nunca dejó porque fue a lo que dedicó su vida.
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¿Cómo es la vida de don Manuel Hernández?
De 10 horas a las 19 horas, con un tiempo para comer, se dedica a atender su pequeño taller que fundó desde 2012, cuando se decidió a independizarse, “porque antes siempre trabajé para otros y quería tener mi propio negocio”. Pese a que ya no hay tanto trabajo como hace dos décadas, comenta que hay distintos talleres de este tipo en la ciudad.
Lo que más repara son aretes que se les cae el broche, que requieren soldadura, o relojes a los que se les acaba la pila y se les cae un perno al extensible. O un anillo que requiere ser agrandado o achicado.
Manuel Hernández comenta que el oficio lo aprendió de niño cuando un vecino se llevó a varios menores a su taller para enseñarles lo que hacía y pues le encantó, “desde ese momento fue que opté por este trabajo y a los 11 años ya soldaba y le pagaban por su actividad”.
En el trabajo que realiza tienen un alto valor sentimental, más que el económico, “porque traen los aretes que la abuela le dejó a la mamá y ya heredó la hija, son esos objetos que si bien no valen tanto en dinero, son invaluables en el afecto que implican”.
Agrega que actualmente es muy difícil encontrar las grandes joyas como antes o los relojes de oro carísimos, ya no tanto, pero sí le llegan relojes con muchos años en chapa de oro, que se reparan porque está de moda todo lo vintage.
Muestra que repara un reloj de 80 años, en chapa de oro, de origen suizo, que funciona, que aunque no es de oro es de la famosa chapa 33, que son de alta calidad, “este tipo de cosas son las que las familias buscan recuperar porque lo antiguo está de moda, “pero ya son pocos los que quedan y que funcionen”.
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Este tipo de aparatos ahora han elevado su costo, aunque no hayan sido joyas cuando se compraron, “pero es bueno que todavía conservan sus objetos de valor familiar”.
¿Gente tira sus relojes?
Don Manuel Hernández recuerda que cuando se inició en este oficio eran 9 en un taller, “porque llegaban las grandes joyas, pero ese tiempo ya pasó”.
Actualmente lo que compran y se rompe pues lo tiran y van por otro nuevo. “Se compran muchos relojes de acero que es más económico o de plástico, entonces ya se vuelven desechables, si vienen y al cambiarle la pila no funciona, pues se tira y compran otro”. Es grave, pero los jóvenes ya no le dan valor a estas cosas y es porque las cosas se volvieron desechables.