El oficio de sastre prácticamente se perdió con la generación actual. Las personas prefieren comprar pantalones y sacos de menor calidad, pero de precios más bajos, lamenta don Isidro Gutiérrez, quien se dedicó 35 años a esta actividad.
En la actualidad en su taller se dedica a realizar ajustes como subir dobladillos o bastillas, colocar cierres, entre otras composturas que buscan hacer las familias a sus prendas.
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¿Cómo es el panorama de la sastrería en Xalapa?
Tras 35 años de experiencia, el originario de Poza Rica, ciudad en la que empezó a desarrollar su trabajo, recuerda que a su llegada a esta ciudad de Xalapa se inició en este trabajo con un importante sastre durante cuatro años.
Lamenta que este oficio esté en decadencia por las nuevas formas de consumo de las familias; “antes de comprar se pensaba en algo de calidad, que fuera durable, pero ahora se compra barato sin que necesariamente se vea si es de tela durable, es la sociedad de usa y tira”.
Este trabajo de sastre actualmente no tiene mucho futuro ya que son muy pocos quienes lo buscan para hacerse un buen pantalón, con telas de alta calidad. “Con las reparaciones que haga cada día muchas veces solo alcanza para los gastos necesarios”.
Con voz triste dice que añora los años pasados cuando adultos y jóvenes buscaban tener un buen pantalón o chamarra hecha por un sastre, “ahora buscan las ofertas en centros comerciales y pocos optan por acudir a nosotros”.
Reitera que es lamentable que la gran mayoría de personas prefiere comprar ropa hecha con telas de escasa calidad, “por eso estamos en crisis quienes nos dedicamos a esta profesión”.
Explica que un pantalón que ofertan los grandes almacenes cuestan alrededor de 350 pesos y de mezclilla 150, cuando él los debe cobrar en 500 pesos, porque utiliza buenas telas y realiza un trabajo de primera, “entonces pues se les hace caro y se van a buscar ofertas, sin importar que la prenda que yo les haré les servirá por años y la compraron de oferta solo meses”.
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Indica que por colocar un cierre cobra 100 pesos, "para hacer remiendos, pues el costo va de acuerdo a lo que pide el cliente, pero no se puede pedir mucho porque entonces se van y no te dejan el trabajo".
Con la pandemia pues pero le fue, porque como nadie salía a la calle, pues no tenía nada de trabajo, “las cosas han sido difíciles para las personas mayores como yo y que además estamos dedicados a un oficio que ha decaído en los últimos años por las cosas que ha dejado el consumismo”, concluyó.