En Xalapa existen muchas edificaciones y casas antiguas que nos dejan duda de qué fueron en su momento de gloria, hay terrenos y cuadras enteras donde se pueden apreciar hasta la fecha las fachadas de casones y quintas donde las importantes familias de la capital del estado habitaban.
Tal es el caso de “La Casa de Campo” un lugar que actualmente sirve como una escuela, pero que antes estuvo funcionando, por muchos años, como un campo de futbol, donde equipos de los barrios cercanos al terreno disputaban torneos diariamente.
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¿Cuál es la ubicación de “La Casa de Campo”?
Este lugar se encuentra sobre la avenida Venustiano Carranza, y lo rodean las calles de Honduras, Ciprés y El Roble, en la colonia Reforma, y abarca toda una cuadra, sin embargo al interior se han comenzado a ver construcciones y casas modernas, así como negocios de comida y muebles, entre otros.
Sin embargo, del siglo XVIII hasta principios del XX la finca perteneció a la familia Bárcena y se le conocía como Tlalnecapan, pero sus dueños cedieron parte de sus tierras para construir la Garita del Camino Real a Coatepec.
Se comenta que en ese lugar vivieron grandes personalidades de la Xalapa virreinal.
¿Cuál es la leyenda de “La Casa de Campo”?
De acuerdo al libro “Historias, cuentos y leyendas de Xalapa” la casa fue habitada durante la Revolución una familia muy rica, sin embargo casi todos murieron, logrando sobrevivir solo una pareja muy joven que permanecieron en la vivienda.
Con el paso del tiempo, el matrimonio formó una familia, en al cual los hijos perecieron por distintas enfermedades, siendo aún muy pequeños, el dolor fue tan grande que la mujer decidió no tener más hijos y permaneció en una profunda depresión.
Al quedar sola la mujer, decidió contratar a una trabajadora doméstica que le ayudara con las labores del hogar, pero también que le sirviera de compañía, aunque era difícil que se quedaran con el trabajo, pues la actitud de la mujer comenzaría a tornarse extraña.
Las personas que llegaron a trabajar en la gran casa, contaban que aunque el trabajo no era pesado por el tamaño de la propiedad, lo que les incomodaba es que la mujer les pedía que a la hora del almuerzo, sirviera la comida en los lugares destinados a sus hijos, pues aseguraba que ellos vendrían a comer.
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Acto seguido, en el lugar, aseguraban, se comenzaban a escuchar pisadas de niños, así como risas infantiles y el ruido de los cubiertos en el comedor, solo una mujer permaneció al lado de su patrona hasta su muerte, quedando la noticia entre los vecinos que se encargaron de difundirla con el paso de los años.
Actualmente la gente que transita por la zona, ya no temen pasar por sus inmediaciones, pues ya están acostumbrados a la atmósfera de la zona, aunque más de uno acelere el paso, para no escuchar las risas de los niños que continúan jugando en los pasillos de “La Casa de Campo”.
