Veracruz, Ver.- Llegó como turista y se quedó por casi 30 años en uno de los locales del paseo del Malecón en la ciudad de Veracruz, ahí conoció a su esposo y el lugar se convirtió en su hogar y hasta el patio de juegos de su hija.
Originaria de Ángel R. Cabada, Graciela Pastrana Saavedra, recorre por última vez el local, lugar que, aunque fue herencia de su suegra, representa el trabajo de toda una generación de artesanos y comerciantes.
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¿Por qué decidió quedarse a vivir en Veracruz?
Relata que llegó a Veracruz en unas vacaciones con el propósito de ayudar a unas amistades a vender algunos productos en el malecón para juntar algo de dinero y fue que conoció con doña Guadalupe Ramos Herrera, una de las primeras artesanas y pioneras de la zona.
Asegura que doña Guadalupe elaboraba sus productos, las pulseras las hacía a mano con ayuda de hilo, aguja y piedritas pequeñas, también pintaba los alhajeros y diseñaba otras cosas que llamaban la atención de los paseantes que llegaban a la zona.
“Mi suegra hacía collares, pulseras, alhajeros, lámparas, ella y su papá don Hilario, eran artesanos de aquellos tiempos, ellos mismos hacían todo con sus propias manos, fueron iniciadores. Mi suegra empezó con una mesita y una silla vendiendo aquí en el malecón, no había productos chinos como ahora y no estaban los locales, yo llegué cuando tenía 22 años en unas vacaciones de turista y fue que la conocí, ya para ese tiempo ya estaban los locales como los conocemos ahora”, recuerda.
Con el trato diario surgió el aprecio y después conoció al hijo de doña Guadalupe, Oscar Mozo Ramos, que años después se convertiría en su esposo y padre de su hija. “Fue muy chistoso porque la ayudé a abrir las cortinas de su negocio y me dijo, hija lastima que no tengo un hijo y yo dije, si ya vi uno por ahí, era su hijo, me lo quería negar”, comenta entre risas.
Ya integrada con la familia, se puso a trabajar hombro a hombro con su suegra y su esposo, convirtiendo la zona en su segundo hogar y el patio de juegos de su hija, quien dio sus primeros pasos por el paseo del Malecón.
“Estuve aquí por casi 30 años, mi suegra falleció en la pandemia y ahora mi hija también es socia, atiende el local de al lado, imagínate creció aquí, era nuestro hogar, aquí pase el embarazo, nació, empezó a caminar por aquí por el malecón son tantos recuerdos. De hecho, ella estaba muy triste, llorando porque este ha sido su mundo, es difícil desprenderse, pero le digo, vamos a echarle ganas”, afirma.
Graciela destaca que en la actualidad se siguen comercializando artesanías, pero también se ha ido innovando con otros productos, todo de acuerdo a la demanda de los clientes.
Dice que aunque por momentos la invade la melancolía, trata de pensar en positivo esperando que este cambio sea para bien y que su familia siga en el negocio ya que actualmente son cuatro generaciones, ya que la historia empezó con el papá de su suegra don Hilario, doña Guadalupe su suegra, su esposo y ahora su hija Michelle.
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