Vestir y restaurar niños Dios son tradiciones que las familias están dejando en el pasado. Cada año son menos quienes acuden a los mercados para ataviar con un nuevo atuendo a su representación religiosa, que es una práctica de los fieles católicos.
Magdalena Flores Díaz, quien atiende un conocido comercio donde se adornan las figuras del niño Dios. Lamenta que año tras año la tradición se pierde, que son muchos menos los que siguen esta tradición enseñada por padres y abuelos. “Ya no es como antes, este año bajaron los pedidos hasta 40 por ciento, si lo comparo a 2022, a lo mejor es la crisis económica, por lo que las familias no tienen para gastar en estas cosas y optan mejor comprar lo del día”.
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Explica que considera que es la crisis que se vive este año lo que les ha pegado más, que aunque se quiera vestir al niño Dios no se pueden dar ese lujo, porque "puede ser considerado un gasto que podría considerarse oneroso”. Es por ello, que ahora hay quienes optan por lavar la ropita que ya tenían y volver a colocarla, para no gastar en un nuevo atuendo.
¿Cuántos años llevan confeccionando ropa de Niño Dios?
Explica que en el mercado Jáuregui tiene 22 años haciendo esta labor, pero fue a partir de 4 años atrás que nota que hay una baja significativa de su actividad. “Yo vendo ropa para el niño, pero hay muchos que la traen y aquí solo se les viste”.
Los precios de un atuendo nuevo van desde 75 pesos hasta 690 pesos, eso depende de la tela y material; el estambre es más económico, luego sigue la felpa y después los vestuarios, su costo depende de la tela, pero también del tamaño de la figura”.
Lo que sí le da gusto, expone es que si llegan jóvenes que recibieron la enseñanza de sus padres, “porque ellos seguirán la tradición”.
¿Cuántas opciones hay para vestir al Niño Dios?
En cuanto a los atuendos más buscado, dijo que hay muchos, pero que ya la Iglesia Católica pide a los fieles que respeten la tradición como es, ya piden más los ropones, vestuarios pero de niño del santo niño de Atocha, cristo Rey y los de felpa y estambre, pero de bebé.
Antes había gente que venía a pedir ropa de Reyes Magos, de charro o mariachi, “pero eso no, no trabajamos aquí, o de futbolista que sí se trabaja, pero es raro, porque la iglesia ya pidió que se sigan las tradiciones y no se pidan disparates, hasta uno decía que no, pero ellos insistían, pero no”.
Los más comunes son el Divino Niño Jesús, Cristo Rey y Sagrado Corazón de Jesús
Agradece a todos sus clientes porque es por ellos que esta actividad tan mexicana y xalapeña sobrevive con el paso de los años; "me gustaría que los padres lo inculquen a sus hijos porque es parte de nuestra creencia y fe”.
¿Cómo es el oficio de reparación de santos?
Por su parte, Pablo del Moral Sandoval, quien tiene su negocio de reparación en el mercado Jáuregui de esta ciudad explica que la mayoría de quienes llegan es porque sus figuras, sean niños Dios, Cristo u otros santos, son de muchos años, por eso los conservan de generación en generación. Hay quienes les tienen un amor especial porque era de la abuelita o la mamá, su valor sentimental es mayor que el económico, porque son cosas importantes para las familias.
Don Pablo tiene su negocio en este mercado y ahora enseña su oficio a su hijo, “porque es una labor artesanal de mucha paciencia y que requiere habilidades que se logran con la práctica de años”.
Lleva 5 años reparando niños Dios y le gusta, porque aunque cada año son menos los clientes que llegan, “si nos llegan muchas familias que quieren rehabilitar su imagen religiosa u de otra porque tienen un valor sentimental para ellos".
“Para mí este oficio es un buen negocio porque la gente que viene conmigo se va contenta con sus niños restaurados. Nuestro trabajo aumenta desde inicio de diciembre porque las familias los quieren tener lo mejor posible para el nacimiento, el acostamiento y levantamiento, pero si es mayor en enero para el Día de la Candelaria”.
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Explica que su labor requiere de mucha paciencia y curia, porque algunos con muchos años de antigüedad llegan en condiciones complicadas, “nos llegan sin pies, dedos o manos y hasta con la cabeza rota, pero yo les digo que mientras tengan la carita bien, lo demás se les puede reparar”.
Muchos de sus clientes son adultos mayores, pero después vendrán sus hijos porque ellos querrán mantener la tradición de sus padres. Los costos, dice que son de acuerdo a lo deteriorado, pero puede ir desde 50 pesos hasta 300 pesos, “tenemos piezas que se les adaptan y eso eleva el costo de la reparación”.