Mucho se habla de las etapas o fases en las que se desarrolla el Covid-19 en los países. México continúa en la fase dos, pero como papá en el encierro parece que uno ya va en la fase cuatro: la rutina comienza a desmoronarse, las noticias del país o del mundo generan mayor estrés y se manifiestan los inicios de una severa crisis económica.
Todo este cúmulo de factores hacen que entremos en una frase de mayor presión donde nos desesperamos más fácil y donde empezamos a ejercer un tipo de disciplina diferente con nuestros hijos. Según un estudio de la Universidad de Michigan, muchos papás aceptan que están gritando más y corrigiendo conductas a base de nalgadas.
Diego y Carlos debaten sobre cómo el Covid-19 nos ha mostrado que nuestras estructuras familiares y económicas son muy frágiles, y de cómo el encierro nos ha mostrado que tal vez debamos comenzar a configurar un modelo diferente de paternidad en el que no dependamos tanto de la guardería o la escuela, de dejar de ser políticamente correctos y aceptarnos como papás: con todos nuestros aciertos y errores a la hora de educar.
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