La Real Academia Española señala que el teponastle es una voz tomada del náhuatl teponaztli, al cual define como un instrumento musical de percusión parecido al tambor, aunque de menor tamaño, el cual está formado por un tronco hueco que se toca con baquetas.
Mientras que el Museo Nacional de Antropología indica que el teponaztli, también conocido como teponaztle o teponaztli, es un instrumento musical de origen prehispánico, pero es confundido con un tambor horizontal. Lo que se debe aclarar es que son distintos, ya que el teponaztli funciona como un xilófono de dos lengüetas.
Huatusco conserva un teponaztli muy antiguo, el cual se asegura que proviene de la época prehispánica, aunque otra versión señala que fue construido en la época colonial. Además, de este instrumento hay algunos mitos e historias que encajan no solo con su origen, sino por sus usos en rituales ancestrales.
¿Cómo está hecho el teponaztli?
Para elaborar un teponaztli se debe ahuecar un trozo de tronco de árbol por uno de sus costados, donde expertos coinciden en que el zapote es el ejemplar ideal.
En el otro extremo del tronco se hacen dos ranuras paralelas a lo largo y se cortan transversalmente a la mitad para formar dos lengüetas vibrantes que tengan diferente grosor, para que al golpearlas emitan distintos sonidos. Generalmente, el teponaztli se toca con dos baquetas de madera, las cuales tienen en sus extremos bolas de hule.
Algunos teponaztlis son conservados por pueblos indígenas para ser venerados, ya que se tiene la creencia de que entidades vivas y con voluntad propia, por ello se usan en rituales. Además, algunas piezas tienen figuras talladas o labradas que representan a alguna deidad, pero hay otros que son lizos.
¿Cómo es el teponaztli que se conserva en Huatusco?
En 1999, el lutier Antonio Amezcua, colaborador de la UV, llevó a cabo la restauración de la reliquia que se conserva en la Capilla de Santa Cecilia, en Huatusco.
El laudero realizó un análisis del instrumento, y determinó que está elaborado en madera de un árbol de zapote, ejemplar que era el que se prefería en la época prehispánica por su dureza y la connotación mágica, lo cual también permitía obtener una sonoridad más profunda y que pudiera escucharse a gran distancia.
Según historias ancestrales, se decía que el teponaztli podía escucharse desde la región de Huatusco hasta las faldas del Citlaltépetl o Pico de Orizaba.
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Además de conocerse el material con que se construyó, Antonio Amezcua notó las intervenciones que se habían hecho a la reliquia musical, señalando que en su momento fue usado por mucho tiempo, lo que se notaba en el desgaste, además reveló que había tenido algunas reparaciones para que pudiera seguir siendo tocado y evitar daños en su estructura.
Pese a que el laudero concluyó el trabajo de restauración en idas y venidas de Xalapa a Huatusco, el teponaztli recobró su sonoridad en un nivel adecuado, pero el paso de los años eran evidentes y las reparaciones contribuyeron a su estado. Tras ser restaurado, se decidió retirarlo de la vida activa, no tocarlo, y se planeó elaborar una réplica para sustituir el original.
Desde entonces, solo se permite tocarlo en fiestas de celebración a Santa Cecilia, con todas las precauciones necesarias para no dañarlo.
¿Cómo se toca el teponaztli?
En el número 14 de “La voz de los ancestros. El teponaztli de Huatusco, Veracruz”, de la Universidad Veracruzana, se puede leer el siguiente relato sobre el uso del ancestral instrumento:
“El teponaxtli de Huatusco no era como los que usan todavía en los pueblos de indígenas de la Mesa Central; éstos afectan la forma de un enorme tambor colocado sobre el suelo en posición vertical, con un solo parche en la base superior; aquel era y es, pues aún existe bastante deteriorado, un cilindro hueco de obscura madera, perfectamente cerrado por ambas bases y, al parecer, construido de una sola pieza: en el centro de su sección longitudinal tenía varias ranuras que daban forma de dos lengüetas paralelas, con sus respectivas extremidades opuestas; al herir dichas lengüetas con un olote un trocito de sauco, producían vibrantes sonidos semejantes a los de los timbales, la quinta y la tónica; pero semejantes en intensidad nada más, porque en cuanto a dulzura el teponaxtli no le pedía favor a un arpa eólica, según el decir de sus apasionados”.
Además, el Museo Nacional de Antropología señala que la manera de usar el teponaztli es golpeando las lengüetas con dos baquetas de madera y caucho, haciendo que se produzcan diferentes sonidos dependiendo el lugar donde se golpea, es decir, en el extremo libre o cerca de la base de empotramiento.
¿Qué mitos o historias hay sobre el teponaztli de Huatusco?
Según un relato del laudero Antonio Amezcua, hay una historia que podría ser destino o una casualidad. El lutier considera que el destino tiene finos hilos, pues que él haya sido el encargado de restaurar la reliquia de Huatusco podría ser obra de la vida.
Antes de que en 1999 llegará él a restaurar el teponaztli de Huatusco, dos personas se habían dedicado a reparar el instrumento, sin embargo, tras la labor la muerte los sorprendió a ambos. Aunque no se sabe qué sucedió con ellos, es una historia alrededor de la connotación mágica del teponaztli.
Una leyenda que se cuenta en la localidad, es cómo llegó a manos de pobladores en Huatusco. Se sabe que en este lugar se encuentra la capilla de Santa Cecilia, patrona de los músicos, y a ella se le atribuye la llegada del teponaztli.
Se dice que hace 3 mil años primero llegaron los olmecas, después los toltecas, más tarde los tlaxcaltecas, totonacos y al final los aztecas que perduraron hasta que los españoles conquistaron. La leyenda cuenta que donde hoy se erige el templo de San Cecilia se construyeron los primeros templos, pero los llegados de España impusieron su fe y celebraciones.
El templo y sus dioses fueron destruidos, colocándose una cruz y un nuevo templo con los dioses cristianos. Tras la destrucción de este templo, una indígena llamada Xochitlcuauhtla llegaba hasta esas ruinas a orar, pues adoptó la nueva religión, y entonaba dulces cantos que se parecían al saludo del cenzontle.
Se cuenta que en el Cerrito de la Plazuela se le apareció Santa Cecilia a Xochitlcuauhtla y le dijo que su deseo era que en ese lugar se erigiera un templo en su honor, mismo que defendería y protegería. Como muestra de su alianza y conexión entregó el teponaztli, mencionándole que cuando fuera tocado, su voz se escucharía hasta las faldas del Pico de Orizaba.
Otra leyenda sobre el antiguo instrumento es que, cuando Maximiliano visitó Huatusco, miembros de la Santa Cruz sacaron del templo el teponaztli para adular al emperador, marchando detrás de su caballo y tocándolo como era tocado frente a sus santos en las encamisadas.
Se dice que desde entonces el teponaztli ya no suena dulce, ni recio o hasta el volcán, pues, al entregar Santa Cecilia el instrumento, les explicó que cuando se usara en cualquier ceremonia que no fuera en servicio de las imágenes religiosas, el teponaztli perdería su virtud como reliquia, viéndose triste para siempre.
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El teponaztli no es solo un instrumento musical, pues algunas comunidades nahuas consideras que es un ente vivo, con voluntad propia y de origen mítico. Además, al ser una entidad sagrada y superior, se concibe como algo irremplazable.
Solo puede ser tocado por personas que ostenten un cargo como autoridad, como delegados, mandones, mayordomos o especialistas en rituales. Mujeres o cualquier otra persona no pueden hacerlo.
Nota publicada originalmente en El Sol de Orizaba