La existencia de la sexualidad es un fenómeno moderno al que el ser humano recurre para desligar el sexo de la mera reproducción y cambiar la visión de las relaciones sexuales, de la orientación sexual y de las nuevas formas eróticas de disfrute, expresa el especialista Pablo Ben.
En el inicio del segundo coloquio “Las bajas pasiones: sexo y lujuria. Estudios clínicos humanísticos de las emociones”, organizado por la Universidad Veracruzana, el académico expuso que el sexo fuera del tema de la reproducción es ya un objeto de estudio que cada vez reúne a más disciplinas.
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En el Instituto de Investigaciones Histórico Sociales, los participantes coinciden en decir que la sexualidad del hombre y de los animales sigue sorprendiendo en cuanto a comportamientos, expresiones y metaforizaciones.
“Para estudiar la sexualidad es fundamental entender los cambios en las estructuras familiares, los procesos económicos que generan asentamientos y la distribución urbana que juegan un papel central en cómo se practica, de qué manera se percibe y cómo es pensada por las diferentes ciencias sexuales”, declara Pablo Ben.
Al hacer un recuento de la historia de la sexualidad, el investigador del Departamento de Historia de la Universidad de San Diego (EE.UU) expone que en siglo XIX, los estudiosos se centraban en las patologías.
Considera que un factor importante para hablar de sexualidad sin relacionarla con reproducción tiene que ver con la migración. Y es que anota que en el pasado, cuando una persona viajaba a la ciudad se producía un proceso de individualización, donde había prácticas sexuales más posibles que florecieran.
Aclara que en ese siglo, en sociedades tradicionales, no es que no hubiera prácticas sexuales nuevas pero eran menos visibilizadas.
“En el XIX surgen alternativas que incluso se colocan como problema para las elites por estar vinculadas a otros fenómenos y en las profesiones emergentes empiezan a abordar la sexualidad desde la medicina, psicología y psiquiatría”.
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Los estudios de la sexualidad tienen así su origen en ser vista como algo problemático que necesitaba control; en este marco aparece la distinción entre lo normal y patológico.
Son los Tres ensayos de Freud los que llevan el paradigma normal-patológico hasta sus últimas consecuencias lógicas, con la conclusión: “Todo es patológico, todo es normal”, idea que se extiende hasta la primera mitad del siglo XX.
En los siguientes años, dice, surge nuevamente una sociedad con prevalencia del bienestar familiar y de comunidad donde se da un control social que limita ciertas prácticas sexuales. Llega así hacia finales del XX la exploración y la idea de que el individuo puede decidir por sí mismo.
El Internet, señala Pablo Ben, ha sido la clave total de la despatologización. Hoy, puntualiza, hay un avance significativo en la aceptación de la sexualidad con mayor libertad.
El investigador reitera como una necesidad pensar la sexualidad en términos científicos pero también desde la cotidianidad y su íntima relación con las transformaciones histórico-sociales.