Orizaba, Ver.- Las mentes mexicanas son un mar de conocimiento, de innovación, esfuerzo y genialidad que han aportado a diversas ramas de la ciencia, el arte y más. Desde la televisión a color por el ingeniero Guillermo González Camarena, el inventor veracruzano Fausto Celorio con su máquina para hacer tortillas y la píldora anticonceptiva por Luis Ernesto Miramontes, los avances tecnológicos y científicos le han dado a México un lugar imprescindible en la historia.
Sabemos que durante la colonia y después de esta, nuestro país tuvo grandes momentos que fueron un antes y después para el desarrollo, el conocimiento y la forma de vida que ningún otro lugar ha podido comparar. Es en siglo XVIII cuando un mexicano logró comenzar el ahorro del agua y dejar ese invento hasta nuestros días; hablamos de José Antonio Alzate y Ramírez.
¿Quién fue José Antonio Alzate y Ramírez?
Originario de Ozumba, provincia de Chalco, en el Estado de México, José Antonio Alzate y Ramírez nació el 21 de noviembre de 1737. Su madre fue Josefa María Ramírez Santillana, misma que fue sobrina de la aclamada poeta novohispana Sor Juana Inés de la Cruz, quien también era criolla. Mientras que su padre era un español llamado Juan Felipe de Alzate.
Gozando de la buena fortuna de su padre, José Antonio pudo ingresar al Colegio de San Idelfonso tan solo a los 10 años de edad, recibiendo su título de bachiller en Artes en 1753 por la real y Pontificia Universidad de México, y tres años después recibió el grado de bachiller en Teología.
Como sacerdote estuvo interesado en las matemáticas, la física, la astronomía y las ciencias naturales, además de que su vida religiosa comenzó en el Colegio de San Idelfonso donde estuvo bajo la orden de los jesuitas y fue alumno del sabio Francisco Javier Clavijero.
Alzate y Ramírez destacó en diversas disciplinas, siendo recordado como un genio polímata, ya que también incursionó en la química, filosofía y bellas artes, lo que lo llevó a ser parte de la Academia de Ciencias de Francia, Real Jardín Botánico de Madrid y la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País.
Debe mencionarse que en aquella época no era sencillo ni accesible dedicarse a las investigaciones científicas, pero José Antonio lo pudo hacer gracias a la riqueza que heredó, dedicándose a la generación de nuevos conocimientos a través de la observación y la experimentación, preocupándose porque esos resultados le fueran de utilidad a la población.
Con su idea de acercar a la sociedad a la ciencia se convirtió en divulgador científico y fue periodista del siglo XVIII en México, ya que en esa época era común que los resultados de investigaciones y noticias al respecto circularan en griego o en latín, por lo que comenzó a traducirlos al español para que el conocimiento no estuviera limitado a unos cuantos. Entre sus publicaciones más destacadas están: Asuntos varios sobre ciencias y artes, Observaciones sobre la física, historia natural y arte útiles así como la Gaceta de México.
En estas publicaciones incluyó novedades científicas y literarias de la época, aspectos científicos en su mayoría de medicina, investigaciones sobre el gusano de seda, golondrinas, plantas, cochinillas y observaciones astronómicas.
¿Cómo inventó el flotador de baño José Antonio Alzate y Ramírez?
Aunque Alzate y Ramírez es conocido no solo por su gran conocimiento en las ciencias y las artes, hay un invento que lo hace ser recordado aún más: el flotador de agua del baño. Hoy en día puede parecernos una simple pieza más de nuestros baños, pero no es un descubrimiento que se deba pasar por alto y menos en la actual crisis hídrica que se padece.
El invento del genio novohispano nos ha ayudado desde su creación en el ahorro de millones de litros de agua, además de que contribuye en la práctica de la salubridad diaria. El flotador de agua no solo es usado y útil en las tazas de baño, también en cisternas, tanques de agua, tinacos y tanques de agua que lo requieran.
Previo a su invento, José Antonio de Alzate y Ramírez describió:
“En un terreno horizontal: después de llenar una fuente, si no se tiene el cuidado de cortar la comunicación de la cañería, ya sea por medio del instrumento que llaman llave, o por otro arbitrario, la fuente está continuamente repletándose de agua, y pierde otra tanta de la que recibe [..] Cortar la comunicación, cuando la fuente está llena por medio de la llave o por sofocación en la alcantarilla o ventosa, es medio seguro”.
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Con esa observación, el filósofo pudo desarrollar el flotador que ayudaba a detener el agua cuando una pileta ya estaba llena. Este increíble y novedoso invento fue bautizado como obturador flotante automático. Al observar el actual mecanismo del flotador podremos notar que en el tanque del excusado hay una pequeña bola hueca que está unida a un mecanismo que al subir el nivel de agua corta la circulación e impide que desborde, logrando que se desperdicie.
Eso es lo que conocemos hoy en día, pero el ancestro del actual flotador fue inventado por José Antonio en 1790, y su finalidad hoy es la misma que hace 200 años: ahorrar millones de litros de agua en la antigua Ciudad de México, ya que Alzate y Ramírez notaba que un exceso de agua se desperdiciaba, pues las fuentes seguían llenándose aún cuando estuvieran llenas.
Antes de que el genio novohispano creará esta herramienta de ahorro, algunas familias pedían a un criado que fuera a abrir y cerrar la llave del agua según el momento y las necesidades, lo que no era práctico ni cómodo.
La vida de José Antonio de Alzate y Ramírez ha sido homenajeada a lo largo de los años, no solo como un destacado genio, filósofo y científico, sino como una mente que siempre se preocupó por acercar la ciencia y el conocimiento a los mexicanos, dedicado a sus observaciones y a divulgarlas.
Actualmente existe el Premio de Investigación “José Antonio Alzate”, una iniciativa que nació en el marco del Año Dual México-Alemania, el cual se formalizó por el convenio de colaboración entre el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, la Academia Mexicana de Ciencias y la Fundación Von Humboldt.
Alzate y Ramírez falleció el 2 de febrero de 1799 y fue enterrado en el Convento de la Merced en la Ciudad de México. En su honor se formó la Sociedad Científica Antonio de Alzate en 1884, misma que se convirtió en la Academia Nacional de Ciencias de México.
Nota publicada originalmente en El Sol de Orizaba