En el siglo pasado, durante las décadas de los 70’s y 80’s, cientos de personas originarias de varios estados del país, acudían al municipio de Fresnillo, Zacatecas, buscaban una comunidad conocida como “la ciudad perdida”, por encontrarse en un bajío, el interés de llegar ahí era por la fama de que ahí habitaban mujeres “curanderas” que eran muy eficaces.
Eran mujeres en edad adulta que se dedicaban a hacer "limpias" y eran conocidas como las Brujas de Beleña.
Las mujeres usaban en sus curaciones ramas de pirul, además de varias hierbas silvestres, los lugares que habitaban y que eran usados por ellas, tenían en sus paredes imágenes de santos.
Sin embargo, también eran hábiles para mezclar la sugestión y la charlatanería.
Entre tiros de minas y curaciones
Beleña es un pueblo que surgió cuando entraron en funcionamiento los tiros de mina Beleña y San Francisco, según relata el historiador Carlos López Gámez.
A este lugar se le conoció también como la “ciudad perdida” porque los jales la ocultaban, la comunidad es de unas 15 hectáreas aproximadamente.
Entre los campos del lugar se encontraban matorrales de una hierba conocida como beleño, de ahí toma su nombre la comunidad.
El beleño, también conocido como "hierba loca" arroja unas flores de las cuales sale una goma que, utilizándola en tés causa alucinaciones y, había quienes, ingiriendo el té, experimentaban alivio a los malestares que decían padecer..
Actualmente ya no es posible encontrar el beleño, los matorrales dejaron de crecer ante las obras de pavimentación.
Ante la fama que fueron adquiriendo las curanderas del lugar, la comunidad fue adquiriendo importancia, pues las personas recomendaban visitar el lugar para mejorar de sus males.
Las mujeres no cobraban una cantidad fija de dinero, lo dejaban a elección de quien recibía el servicio había personas que dejaban cantidades muy importantes, porque se sentían satisfechos con el tratamiento que les hicieron, incluso había quien decía que salían de situaciones inexplicables porque habían sido dañadas por otras personas que les tenían envidia, o por celos.
Algunas de ellas también sabían “dañar”, pero ellas tenían un código secreto, nadie podía divulgar su identidad y menos lo que hacían.
Las mujeres de aquellos tiempos que se pueden considerar fundadoras de Beleña, ya murieron y han desaparecido la mayoría las “curanderas” del lugar.
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Publicado originalmente en El Sol de Zacatecas