La actividad física, tanto ligera como moderada, fortalece al corazón ya que mejora su bombeo de sangre a todo el cuerpo y con ello su oxigenación, describió Carlos Manuel Chacón Rodríguez, médico y académico de la Facultad de Educación Física, Deporte y Recreación de la Universidad Veracruzana (UV).
El especialista impartió el curso-taller “¿Qué pasa con el corazón cuando hacemos ejercicio físico?”, invitado por el Sistema de Atención Integral a la Salud de la UV (SAISUV), en la sala 3 de videoconferencias de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI).
- Te puede interesar: Con Feria de la Milpa, se promueven los maíces nativos
¿Qué pasa cuando hacemos ejercicio intenso?
Explicó a los asistentes que el ejercicio físico permite que se fortalezca el miocardio –tejido muscular del corazón responsable de bombear la sangre a todo el cuerpo–, ya que ocurre un mayor bombeo de la sangre; a su vez, si se practica regularmente alguna actividad es posible que las personas tengan una mejor oxigenación, lo que incide en todos los órganos, notoriamente en el cerebro y corazón.
Por el contrario, entre las personas que no realizan actividad física ni ejercicio, es posible notar que cuando hacen algún esfuerzo les cuesta trabajo respirar, respiran más deprisa o de manera más cortas, ello es resultado de la necesidad del organismo de alcanzar pronto niveles de oxigenación que requiere el cuerpo para mover las extremidades.
Subrayó que el corazón es un órgano que no descansa y tiene, en promedio, 115 mil latidos en un día.
Chacón Rodríguez recordó a los asistentes que para tener una condición física saludable no basta con realizar ejercicio pues, como lo han demostrado estudios desde hace un par de décadas, además de la actividad física regular las personas deben cuidar sus hábitos alimenticios y establecer un buen régimen de sueño.
“Muchas veces tenemos la idea de que los fines de semana se pueden recuperar las horas perdidas de sueño durante los días anteriores, pero esto no es así, no se recuperan y a la larga puede provocar un deterioro en la salud, por esta razón es que tenemos que fomentar un buen hábito de sueño, con una rutina y un horario, para las personas adultas con un promedio de siete horas.”
Precisó que la actividad física se puede clasificar en ligera, moderada y vigorosa. La primera hace referencia a los movimientos cotidianos que hacemos como caminar, sentarnos, estar de pie; las otras dos, se asocian al ejercicio.
Dijo que para distinguir entre actividad ligera y moderada, en la segunda ocurre que durante o después de una caminata, subir escaleras o algún otro esfuerzo, hay un poco de dificultad para respirar y hablar; en la actividad vigorosa no es posible hacer ambas al mismo tiempo.
Procedió a definir al ejercicio físico y las categorías que lo integran; dijo que es una actividad programada que tiene una intención, y hay de dos tipos: aeróbico y anaeróbico.
El ejercicio aeróbico como correr, bailar o caminar, “permite que el corazón y el sistema circulatorio trabajen más que el muscular”; el ejercicio anaeróbico está relacionado con actividades de fuerza, tensión e involucra movimientos con nuestro propio peso, por ejemplo, las sentadillas o el levantamiento de pesas.
Especificó que los doctores recomiendan, por sus beneficios al corazón, practicar ejercicios aeróbicos complementados con anaeróbicos dado que son los que fortalecen a los músculos y la resistencia, así como la oxigenación del cuerpo a través de la respiración.
En seguida aclaró que se diferencia al deporte en dos modalidades: profesional y recreativo.
Del primero, acotó: “El deporte profesional no es salud, aunque se nos ha dicho muchas veces; ¿por qué? Porque el deportista está siempre buscando su máxima potencia, y ya sea por el entrenamiento o por el entrenador, el atleta enfrenta una condición de estrés que puede generarle un incremento en el ritmo cardíaco”.