Los trasplantes o el tratamiento precoz de la enfermedad son algunas pistas que los expertos han estado explorando para que los pacientes de sida no se vean obligados a tomar medicamentos por el resto de sus días.
Aunque los resultados sólo pueden ser considerados como provisionales, son esperanzadores. Recientemente, un conjunto de científicos estadounidenses anunció que una mujer de la ciudad de Nueva York que padecía leucemia, logró curarse del sida tras recibir células madre de sangre que fueron extraídas de un cordón umbilical.
Previamente tres pacientes en Berlín, Londres y Düsseldorf, también lograron curarse tras un trasplante de médula ósea que en un principio estaba destinado a combatir el cáncer que ellos padecían.
El trasplante de un donante compatible, cuyas células eran resistentes al VIH, pudo permitir sustituir las células sanguíneas del paciente que estaba infectado y así reconstruir su sistema inmunitario.
Sin embargo, estos casos implican una serie de operaciones demasiado delicadas, aún imposibles de reproducir de forma generalizada.
Desde que el VIH (virus de la inmunodeficiencia adquirida) fue aislado en el año de 1983 por un par de doctores franceses, la ciencia ha logrado avanzar a pasos agigantados. Incluso las primeras triterapias son las que permitieron a partir de 1996 salvar a innumerables pacientes y que los enfermos pudieran llevar una vida razonablemente segura.
Los que toman este tipo de terapias tienen un riesgo más elevado de desarrollar otras enfermedades ya sean cardiovasculares o cáncer y hay veces que surgen problemas de compatibilidad.
Michaela Müller-Trutwin, profesora del Instituto Pasteur en París, comentó en un coloquio sobre el tema que en muchos países el acceso a estas terapias no está al cien por ciento garantizado. Su similar del territorio francés, Françoise Barré-Sinoussi, añadió:
“En la actualidad los pacientes nos dicen que quieren un tratamiento que puedan interrumpir (…) hay que intentarlo”.
Una parte muy pequeña de esos pacientes, infectados con sida desde hace mucho tiempo, logran desembarazarse de la triterapia, gracias a sus particularidades genéticas, que permiten fortalecer el sistema inmunitario.
"A partir de esos casos se pueden entender mejor los mecanismos que hay que tener en cuenta en una estrategia terapéutica", destacó Barré-Sinoussi.
"Cada vez contamos con más datos que muestran por ejemplo el papel importante que ejercen las células NK (Natural killers), contenidas en los linfocitos del sistema inmunitario, capaces de matar las células infectadas”, explicó.
Según dijo, otras nuevas posibilidades son la terapia génica o la inmunoterapia, para modificar las células o los receptores de los virus.
El problema del VIH es que se instala de forma latente en las células "y puede reactivarse, por ejemplo cuando se interrumpe un tratamiento", explicó.
"Al principio pensábamos que se tenía que erradicar el virus al cien por ciento, y ahora empezamos a entender que basta con introducir barreras" para controlarlo, fortaleciendo las células o estimulando el sistema inmunitario, destacó Michaela Müller-Trutwin. Un objetivo que, sin embargo, quizás aún tomará algunas décadas, dijo.
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