Ante el aumento de trastornos de sueño, problemas relacionados con la actividad física y consumo de alcohol y tabaco, la investigadora Rocío Hernández Pozo convoca a no olvidar que el comportamiento y las emociones sí tienen impacto en la salud.
Aunque estudio de género revela que las personas más vulnerables son las mujeres jóvenes solteras, con o sin hijos, en general, tanto para mujeres y hombres cis, como para mujeres y hombres trans, recomienda cultivar la gratitud, el autocontrol, la persistencia y trabajar la inteligencia social.
En conferencia coordinada por la Universidad Veracruzana, la doctora en Psicología General Experimental de la UNAM expresó que si hay interés por destinar recursos para resolver los problemas de salud mencionados, un primer paso es trabajar las fortalezas de carácter.
Las intervenciones se deben hacer a la medida, por grupos específicos, por género, por estado civil, por edad y educación, indica la integrante del Sistema Nacional de Investigadores.
Asegura que con talleres de intervención cortos de ocho sesiones de una hora se obtienen resultados muy favorables, al mismo tiempo que se optimizan costos y tiempos.
Subraya que el primer grupo de atención es el de las mujeres jóvenes solteras con o sin hijos, pues a diferencia de los hombres solteros o casados, ellas reciben trato, carga social y responsabilidades diferenciadas, especialmente si son cuidadoras.
Detalla que las fortalezas para mejorar la salud física son el autocontrol, la prudencia, la creatividad y curiosidad; para disminuir el consumo de tabaco y alcohol tienen influencia nueve fortalezas.
Entre las de mayor impacto enumera la esperanza, la gratitud, así como autocontrol y prudencia. Para disminuir los trastornos de sueño hay once fortalezas que impactan de manera positiva pero las que tienen mayor influencia son esperanza, gratitud, autocontrol, prudencia, creatividad y curiosidad.
Ejemplifica que para beneficiar a hombres con sobrepeso se tendría que confeccionar una intervención con taller diseñado con esperanza, amabilidad e inteligencia social.
A las personas tomadoras de decisiones les recuerda que las intervenciones pueden ser incluso en línea, indoloras, pues las personas hacen tareas, se las califican y el efecto se ve en mejoras inmediatas en la conducta.
“Si se encamina a actos de gratitud y esperanza, las demás personas las empiezan a tratar diferente. El efecto es inmediato. El efecto mantiene la conducta y participar en talleres significa la oportunidad de abrir esa puerta que conduce a otras para llegar a sitios donde disminuyen la tristeza y el malestar”, asegura.