Marcos Becerra Hernández tiene 39 años y fue diagnosticado con Parkinson en noviembre de 2019. Relata que él comenzó a notar debilidad en el brazo derecho, y por su edad se habla de Parkinson juvenil, porque tenía 35 años cuando lo detectaron.
Ese fue el primer síntoma, pero otra cosa que detectó fue la micrografía, que define como hacer la letra muy pequeñita y separada. "Hay síntomas no motores que dan motivos para ir al neurólogo por una situación de Parkinson, y estos son unos de ellos", explica.
Una situación que fue notoria para él fue el temblor en esfuerzo, "cuando hago un esfuerzo físico, se me nota el temblor y así se me diagnosticó el Parkinson".
¿Cómo es vivir diagnosticado con Parkinson?
Narra que empezar a adaptarse a las medicinas es "terrible", y un choque importante "todo te marea, todo te da vueltas, al menos en lo que a mí respecta y por lo que he escuchado".
Lo anterior, considera, es lo que hace que las personas se retrasen en empezar el tratamiento. Él sabe que su enfermedad no tiene cura, pero se puede retrasar el avance. "Y lo primero que yo le diría a una persona que está diagnosticada son dos cosas, primero tomar el medicamento, tratar de prescindir del medicamento y también hacer mucho ejercicio".
Tiene claro que el Parkinson lo acompaña todo el día, a veces lo despierta por la noche con "tremendos dolores".
Pese a ello, sostiene que el Parkinson le permite ser funcional, pues puede, por ejemplo, conducir un automóvil automático, cuidarse y cuidar de su hijo, lo que atribuye a que se le detectó a tiempo, "uno puede estar bien, uno puede ser saludable y tener un envejecimiento saludable con Parkinson".
Por ello, dice que es importante que a alguien con esa enfermedad acepte el diagnóstico, luche contra los tres meses que dura la adaptación al medicamento que es muy fuerte y hacer mucho ejercicio que es la mejor forma de retardar el padecimiento para poder prescindir del medicamento, "entre más te aumenten el medicamento, más problemas van a haber".
Marcos tiene un hijo con diagnóstico de autismo, y ha tratado de ser el mejor padre. Es gracias a sus propios padres y un apoyo del gobierno federal que pudo dejar de trabajar y atenderse.
"Soy como cualquier otro padre, jugamos, corremos mucho, jugamos a las atrapadas, mi hijo tiene tan buena atención que también podría pasar por una persona que no es neurodivergente".
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Irene, cuidadora de tiempo completo
Irene Cruz Huerta es esposa y cuidadora de Hugo Montero de 76 años diagnosticado con Parkinson con quien tiene 49 años de casada y tres hijos.
Ella cree en el amor para toda la vida, y en que el matrimonio debe durar en la salud y la enfermedad. Sabe que no tiene cura y que por el contrario se irá agravando, y las dosis de medicamento que requiera serán cada vez mayores, pero ello no la dobla.
En el 2003, su esposo tuvo que jubilarse como abogado porque en su oficina le decían que llegaba "borracho" y tuvo que dejar de trabajar, cuando en realidad tenía síntomas de ese padecimiento.
Su situación ha ido empeorando desde entonces, Irene, se ha convertido en su cuidadora de tiempo completo porque está consciente de que no puede estar ya sin sus medicamentos.
Hugo puede caminar y moverse, pero con su medicina, porque sin éste puede quedarse totalmente inmóvil. “Él no puede dejar de tomar sus medicinas, yo sé que eso a la larga daño el hígado, los riñones y qué sé yo, pero si las deja de tomar, ya no se puede mover así que tiene que estar a fuerza con sus medicamentos y que no se nos pase la hora porque se queda en cero moverse”.
Mientras toma sus medicinas, puede moverse y hacer ejercicio, pero reconoce que las noches pueden ser muy pesadas.
“Tienen como sueños vívidos, despierta o tiene pesadillas, y se levanta a cada rato al baño, tiene aparte de su enfermedad un problema de la próstata así que eso de cuidarlo de día y de noche es muy pesado, ahorita, ya todo el 2023 tuve a alguien que me lo cuide en las noches y yo me puedo subir a descansar, pero 20 y tantos años me lo eché sola yo, día y noche, es pesadito, termino, pero bien cansada”.
Su mejor consejo para las cuidadoras como ella es nunca olvidarse de los medicamentos, pero sobre todas las cosas tener mucha paciencia y amor, “porque sin paciencia y amor no se logra nada”.
Admite que hay momentos de desesperación porque Hugo pareciera actuar como general y todo lo quiere de inmediato, dice entre risas. “Lo que me ha dejado todo esto es mucha paciencia, para una persona enferma eso es lo que necesita uno, y cariño”, añadió.