Uno de los tantos pendientes en el sector salud es incluir a las parteras rurales en las clínicas donde se brinda atención a mujeres indígenas y hablantes de lenguas originarias, expresa la médica tradicional bilingüe Guadalupe Celestino Hernández.
Entrevistada en visita a Xalapa, la curandera que ha recibido cursos gestionados por la Organización de las Naciones Unidas expuso que su más reciente lucha es por lograr que las parteras tradicionales sean reconocidas como acompañantes de las pacientes en el momento del alumbramiento, con el fin de tener partos en un entorno cálido y con la confianza de que hay alguien que podrá traducir sus dolencias e inquietudes.
La curandera nahua, nativa de Ixhuatlancillo, en la región de las Altas Montañas, expone que con la creación de las clínicas en comunidades, las parteras acompañan a las mujeres en el proceso de gestación y las entregan a las enfermeras o médicos pero no les está permitido dar una mayor contención y asistencia.
Lo dicho, afirma, es una demanda suya pero también de decenas de parteras tradicionales, quienes coinciden en que ni sus conocimientos sobre las afecciones de las mujeres ni el saber lenguas indígenas son suficientes para ser valoradas por las autoridades correspondientes.
Además de este compromiso personal, la veracruzana promueve la revaloración y el uso de las plantas medicinales; ella cuenta con su propio jardín botánico y en colaboración con otras mujeres crea pomadas y ungüentos.
Critica el que personas de otros países buscan las raíces y hierbas con propiedades curativas, se las llevan a sus laboratorios, las patentizan y las regresan nuevamente ya como medicamentos a alto costo.
Ella, junto con su esposo, siembra y cultiva diabetina, manzanilla, romero, albahaca, verbena, cola de caballo, limoneros, naranjos y, en alta producción, el zacate limón, muy solicitado en la región por sus propiedades anticancerígenas y antiinflamatorias.
¿Cuál es la historia de Guadalupe Celestino?
Descendiente de curanderas, recuerda que fue entre los nueve y 10 años de edad cuando surgió el interés por retomar el legado de sus ancestras.
“Cuando mi mamá parió a mi último hermanito, fui consciente de la importancia de la solidaridad entre las mujeres. Ella estaba sentada en el suelo, haciendo sus tortillas, cuando se llegó la hora del alumbramiento. Fue un momento que me marcó”, expresa.
Narra que desde muy joven se empezó a integrar al movimiento de la partería con legado de las mujeres indígenas; hoy ella es conocida por dar masajes y haber recibido a una gran cantidad de niñas y niños.
“Anteriormente no había recursos y ser partera era ayudar por ayudar, porque muchas veces las hermanas no tenían dinero, pero no por eso se les desamparaba. El sentido comunitario debe fortalecerse nuevamente”, indica.
Conocida como “Mujer medicina”, actualmente se le encuentra en la casa cultural “Kalli Yoltok”, en Chicola 2, en Ixhuatlancillo, donde pone en práctica su saber sobre partería, curación de espanto, quebranto y empacho. Ella se describe también como sobadora y consejera, además de ayudar a regresar la energía al cuerpo.