El fotobordado es una práctica artística que encuentra eco en la salud mental de las personas, pues ayuda a lidiar con la frustración e incluso con la ansiedad a corto plazo, dijo la antropóloga Anaid Hernández González.
“Me ayuda con procesos, ya que cuando bordas no hay nada malo en regresar al inicio; puedes deshacer y volver e incluso darle la vuelta cuando has avanzado, ya que son aprendizajes del bordado en mi vida para manejar las emociones”, enfatizó.
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Recordó que llegó al hilo y la aguja de la mano de un club de lectura en la CDMX, pues con amigas se propusieron actividades extra para acompañar cada libro y a ella le tocó “Recuerdos del Porvenir” de Elena Garro, “entonces me gustó y vi posibilidades, por lo que seguí practicando todo el tiempo”.
Después entró a un taller de fotobordado, la cual es una técnica que realiza un bordado sobre una fotografía en papel o tela y busca una intervención libre de decorado o un diálogo renovado con el recuerdo.
Señaló que adaptó la técnica de la transferencia de la imagen a la tela e intervino una foto de una mujer en un manicomio de la Castañeda: “También le hice a mi mamá un poema fotobordado con 3 imágenes diferentes de las etapas de su vida. Los trabajos los compartía en mis redes sociales y empecé a leer comentarios de personas que me decían que vendiera lo que hacía, no obstante luché con el síndrome de la impostora. En ese momento no me sentía capaz de enseñarlo ni que fuera un proyecto en forma”, dijo la fundadora de Hilo de Lluvia.
Fue hasta que su amiga Julia, una terapeuta, le propuso hacer un taller de fotobordado con un componente de terapia narrativa y así surgió el taller de Las Abuelas: “Fue la primera actividad que hicimos; solo esperábamos 5 personas, máximo 10, pero llegaron 13. Fue hermoso y estamos muy agradecidos con el proceso, no solo de transferir la imagen sino con la terapia y la conversación”.
¿Qué le gusta del fotobordado?
Para Anaid Hernández González esta técnica artística es terapia, ya que recordó que en su paso por la CDMX vivía en un departamento que no tenía mucha luz: “eso me empezó a afectar; sentía episodios de ansiedad, pero con el bordado mi dinámica cambió totalmente; ahora lo hago para trabajar mi paciencia”.
Recordó que hacía su trabajo y bordaba en sus horas más tranquilas: “Me da mucha paz y trabajo con la frustración; además el arte es indispensable para la salud mental y la contemplación”.
Expresó que hace poco dio un taller en Cholula, Puebla de Las Abuelas y tiene más invitaciones a CDMX y Tlaxcala para seguir llevando Hilos de Lluvia a donde se requiera.
“El de Las Abuelas incluye terapia narrativa; se inscriben hombres y mujeres en edades de 25 a 50 años, pero el espacio es libre”, dijo la artista de 35 años.
Asimismo, declaró que los precios de sus talleres varían pero depende del sitio y las circunstancias particulares, pues el último que dará hoy 28 de octubre tiene un costo de $300 pesos y es para hacer retratos de la ofrenda del Día de Muertos.
Además expresó que aún hace cosas personalizadas, como playeras o totebags, pues lo que inició como un hobbie para hacerle playeras a su sobrino o regalos a sus amigos o amigas, se ha convertido en parte fundamental de su desarrollo personal y un arte que le impulsa para seguir compartiendo lo que sabe.
“Más que de ganar y vivir, es de compartir. En el taller de Las Abuelas con terapia narrativa hubo gente que se abrió y lloró, cada quien sacó algo poderoso. Eso me llena para continuar haciéndolo. Es un trabajo y sí he pensado meterlo a algún proyecto para gobierno, institución y darlo gratis en alguna escuela o periferia”, concluyó la antropóloga.