Tras vivir en el límite entre la vida y la muerte que significó la pandemia, la vida social y cultural se desreguló a favor de diversas expresiones humanas y profundas de angustia existencial, observa el antropólogo José Sánchez Jiménez.
Lo vivido entre 2020 y 2022 logró que la sociedad viva en una reminiscencia de angustia y los métodos de la informática aplicados a negocios o proyectos muestran una “desgeneralización” de sentido, expone el investigador y profesor.
El integrante del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas) considera que hubo consecuencias de la premisa "si no nos cuidamos, si no cuido de mí y del otro, nuestra vulnerabilidad será mayor".
En su participación en las Jornadas Funerarias organizadas por la Universidad Veracruzana, el ponente explicó que esta idea conllevó el fracaso por incumplimiento, el fracaso aún cumpliendo y el repliegue personal por cumplimiento pero con estrechez social.
Al referirse a los duelos, menciona que muchas personas no han terminado de cerrarlos, con consecuencias personales y colectivas. Es, dice, un proceso que “no acabamos de digerir”.
En el Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación, Jorge Uzeta, investigador de El Colegio de Michoacán, compartió su testimonio familiar sobre el proceso de enfermedad y agonía de su madre, una etapa muy personal pero que se pluraliza en México y todo el mundo.
Desde las Ciencias Sociales, cuestiona qué hacer con los sentimientos, cómo estudiarlos, cómo dejar de lado el impacto que sucesos como este tienen en la cotidianidad de miles de personas.
“El dolor físico se vuelve en preocupación colectiva, un sinsentido se apodera de todo y quien está dentro se convierte en un muerte viviente, en un zombi, mientras el agonizante se convierte en un viviente muerto, entre momentos de lucidez, dolor físico y abandono”.
Añadió que “atestiguar estos momentos es angustiante y la vida se sobrelleva mecánicamente, todo es más pesado, más triste, hay hipersensibilidad, se fragmenta la noción del tiempo, las mentes se estacionan en la persona amada que está sufriendo”
Jorge Uzeta menciona que los sueños son trastocados, se activa la memoria de los recuerdos, vuelve la gente que ya se ha ido y se pone en cuestionamiento el sentido de todas las relaciones sociales; se piensa entonces en la antropología del parentesco y en los estudios que faltan para ahondar en la vida y la muerte.