La obesidad, un problema de salud global, afecta a millones de personas y tiene graves consecuencias a nivel individual, familiar, social y gubernamental, especialmente en países en desarrollo como México. Este fenómeno se ha convertido en una prioridad de salud pública debido a su prevalencia y su impacto en la calidad de vida de las personas, según estudios publicados por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).
En 2022, el 37.3 por ciento de los escolares y el 41.1 por ciento de los adolescentes en México presentaban sobrepeso y obesidad, cifras que han aumentado desde 1999, cuando el 26.8 por ciento de la población estaba afectada.
En la población adulta, la prevalencia de obesidad en mujeres fue del 41 por ciento, mientras que en hombres alcanzó el 32.3 por ciento, conforme a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2022).
Situación en Veracruz
Veracruz, uno de los estados más afectados por la obesidad, reportó hasta el 24 de agosto de 2024 un total de 25,441 personas diagnosticadas con esta condición, según el Boletín Epidemiológico de la Secretaría de Salud.
De estos casos, 8,297 corresponden a hombres y 17,144 a mujeres. Aunque la cifra representa una disminución frente a los 30,484 casos registrados en 2023, el estado ocupa el cuarto lugar nacional en número de personas afectadas.
Obesidad en niños y adolescentes: una preocupación creciente
El INSP ha señalado que la obesidad en etapas tempranas está asociada a enfermedades graves como el síndrome metabólico, el hígado graso, la apnea del sueño, las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión, la diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer.
Además, el impacto psicológico, como la baja autoestima y el estigma social, complican el problema.
Diversos factores contribuyen a la prevalencia de la obesidad en jóvenes, entre ellos los sistemas alimentarios y los entornos obesogénicos que dificultan el acceso a alimentos saludables. El consumo de productos ultraprocesados con alto contenido energético, grasas, azúcares y sodio es cada vez más frecuente en detrimento de frutas, verduras y legumbres.
El entorno familiar también juega un papel crucial, ya que los hábitos alimenticios de los padres y la disponibilidad de alimentos en el hogar influyen directamente en las elecciones dietéticas de los niños.
Asimismo, las escuelas, donde los estudiantes pasan gran parte del año, son espacios clave para la promoción de hábitos saludables. Sin embargo, en muchos casos, los escolares adquieren malos hábitos alimentarios en esta etapa clave.
Consumo de alimentos en escolares y adolescentes
La Ensanut 2022 reveló preocupantes hábitos alimenticios en jóvenes mexicanos. Se reportó un bajo consumo de frutas y verduras, con un promedio de 65.4 gramos diarios, y un alto consumo de azúcares añadidos: el 66.9 por ciento de los escolares y el 62.3 por ciento de los adolescentes superaron el 10 por ciento de su energía diaria proveniente de estos azúcares.
Estos malos hábitos alimentarios incrementan el riesgo de desarrollar obesidad y otras enfermedades crónicas.
Obesidad en adultos
El panorama en adultos no es más alentador. Según la Ensanut 2022, el 41 por ciento de las mujeres y el 32.3 por ciento de los hombres en México tienen obesidad, lo que aumenta significativamente el riesgo de padecer diabetes tipo 2, hipertensión y dislipidemias.
Entre los principales factores que explican este incremento en la población adulta se encuentran la transformación del sistema alimentario, que ha llevado a un mayor consumo de productos ultraprocesados, y el estilo de vida urbano, caracterizado por la baja actividad física y la alta disponibilidad de alimentos poco saludables.
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Acciones prioritarias
Para combatir este problema, el INSP ha recomendado una serie de medidas dirigidas a la promoción de estilos de vida saludables y la prevención de la obesidad.
Entre las acciones prioritarias se incluye la implementación de políticas que promuevan entornos escolares saludables, con lineamientos nutricionales que regulen la venta de alimentos en cooperativas y cafeterías, y la prohibición de productos ultraprocesados en estos espacios.
También se sugiere fomentar la actividad física en escolares y adolescentes, mejorando los espacios públicos y ofreciendo programas extracurriculares accesibles. Apoyar la agricultura local y la producción de alimentos saludables es otra acción clave, que incluye subsidios a agricultores y la creación de mercados locales y huertos escolares.
Finalmente, se subraya la importancia de garantizar el acceso al tratamiento de sobrepeso y obesidad en instituciones de salud, así como regular la publicidad de productos ultraprocesados, y asegurar el acceso a agua potable y alimentos saludables.
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El INSP apunta que la obesidad es una enfermedad crónica y multifactorial que afecta gravemente la salud de millones de mexicanos y representa una carga económica para el país.
Con un impacto directo en enfermedades como la diabetes y la hipertensión, su prevención y control deben ser una prioridad nacional. La combinación de políticas públicas, promoción de hábitos saludables y un entorno adecuado para el bienestar de la población puede ser la clave para enfrentar este reto de salud pública en México.