Ante el aumento de trastornos de ansiedad en la población de distintas edades, especialistas de la salud llaman a identificar cuándo ya se necesita ayuda profesional.
Los trastornos de ansiedad se caracterizan por un miedo intenso y preocupación excesiva, son graves y generan angustia, además de que pueden llevar a una discapacidad funcional en los quehaceres diarios, explican María Guadalupe Ávila Rosas y Rosa Dianeth Hernández Aguilera.
Las investigadoras de la Universidad Veracruzana aclaran que sentir ansiedad de modo ocasional es una parte normal de la vida, pero si se presenta con una intensidad alta o dura mucho tiempo, la ansiedad sí puede interferir en la vida cotidiana.
“Todos tenemos ansiedad, pero cuando empezamos con limitaciones puede hablarse de una ansiedad patológica que puede evolucionar a trastornos de pánico”, indica la doctora Rosa Dianeth Hernández.
María Guadalupe Ávila detalla que una persona con ansiedad intensa va a tener dificultad para trabajar, estudiar, viajar y relacionarse con otras personas; en caso de personas con fobia social, puede ser amenazante el asistir a una fiesta.
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“Un joven se verá vulnerable, juzgado, humillado, puede pensar que no es aceptado y tener síntomas físicos, cognitivos y conductuales”, dice.
Anota que las personas con trastornos de ansiedad con frecuencia tienen preocupaciones y miedos intensos, excesivos y persistentes sobre situaciones diarias.
Con frecuencia, ahonda, se dan episodios repetidos de sentimientos repentinos de ansiedad intensa y miedo o terror que alcanzan un máximo en una cuestión de minutos (ataques de pánico).
¿Cuáles son los síntomas?
Las investigadoras enumeran síntomas relacionados con el sistema nervioso autónomo como dolores de cabeza, sudoración, palpitación, aumento en frecuencia respiratoria y cardiaca.
Además, sensación de ahogo, opresión en el pecho, mareos y temblores, así como lo cognitivo, ya que se suele pensar que el problema no se va a poder resolver o se piensa la misma situación sin lograr poder resolverla, con mayor ansiedad y problemas en la concentración y en la memoria.
En el comportamiento también es visible la ansiedad, dicen, pues se suele estar muy rígido, hablar muy rápido, no saber cómo responder ante alguna pregunta, tener distorsión en el pensamiento e incluso crisis de olvidos.
En los aspectos sociales, las personas se muestran irritables, enojadas o tristes, por lo cual es importante hacer un diagnóstico para saber si es ansiedad o hay relación con otras afecciones.
En afectaciones cognitivas mencionan el querer tener el control de todo y de todos; personas que presentarán dificultades para tomar decisiones porque piensan en todos los escenarios posibles, con dificultades para atender y concentrarse.
La rumiación, precisan, es “sobrepensar las cosas, ver mil escenarios catastróficos, algo que resulta muy complejo de atender, igual que la hipervigilancia, pues se está atento a todo lo que sucede alrededor, qué pasa, a qué huele”.
¿Qué hacer?
Las especialistas puntualizan que los trastornos de ansiedad no se pueden manejar por sí solos, se requiere atención particular para manejarlos antes de que lleguen las crisis.
Los factores de riesgo son los duelos no resueltos, consumo de drogas, problemas económicos, romper una relación de pareja, presión en la escuela y altas expectativas, por mencionar algunos.
Para recibir un diagnóstico, explican que deben pasar seis meses con los síntomas, tras lo cual se debe acudir con psicólogo, quien determinará a partir de entrevista cuál será el siguiente paso.
En el programa “Naturalmente universitario”, las integrantes del Centro para el Desarrollo Humano e Integral de los Universitarios les recuerdan a estudiantes de la UV que esta institución cuenta con apoyo psicológico en los Centros Centinela.