Han transcurrido 35 años desde que Flaviano Gamiro Atanasio comenzó a dedicarse a la costura, oficio que estudió profesionalmente en el entonces Instituto de Alta Costura, Rosario Castellanos, que formaba en esta ciudad a costureros en los años setenta. Esta profesión, dice, le ha dejado grandes satisfacciones, pero que ahora, reconoce con tristeza, va en franca caída.
Ser sastre fue un sueño de niño. Trabajó para convertirse en sastre y lo logró tras formarse en el instituto.
Flavio recuerda con nostalgia los años dorados de la sastrería
En entrevista recuerda con nostalgia los muchos días y años que dedicó por entero a elaborar trajes sastre para mujeres y para caballeros, también vestidos de fiesta, “pero ahora quedaron atrás esos tiempos porque son menos los que gustan de una prenda a su medida, o porque su edad ya no le permite trabajos tan elaborados”.
Rodeado por dos máquinas de coser que lo han acompañado por más de tres décadas, una cinta métrica colgada en los hombros, carretes de hilo de todos los colores posible y de diversos grosores, recuerda que han pasado muchos años desde que formó al último aprendiz que acudió a buscarlo para aprender el oficio.
“Lamentablemente ya los jóvenes no quieren aprender a coser porque están inmersos en actividades que tienen que ver con computadoras y la tecnología, se pierde está oficio de sastre porque los clientes son menos y los que hacemos esta actividad también”, cuenta.
Explica que tiene sus clientes quienes acuden con regularidad a pedirle un traje a la medida, sin embargo, son señores en su mayoría, que siguen yendo a verlo porque les gusta el corte clásico.
¿Cuánto cuesta un traje mandado a hacer con un sastre?
Indica que por mano de obra cobra 3 mil pesos el elaborar un traje de pantalón y saco, “los clientes traen la tela que casi siempre es un casimir que es la tela más adecuada”.
Don Flaviano explica que la edad ya no le permite hacer vestidos o prendas elaboradas, porque sus manos están cansadas. “Pero uno que otro traje si lo hago en una semana”.
En este momento, el 90 por ciento de sus trabajos son pequeños cambios a pantalones y vestidos que le llevan sus clientes. Corta pantalones, hace dobladillos, cambia cierres y recorta faltas que están largas.
Ahora se dedica a estos pequeños trabajos que le siguen permitiendo seguir vigente como costurero, “tal vez no gana lo que hace varios años cuando podía hacer dos trajes a la semana como mínimo, pero es mi vida este local que tengo desde hace 35 años y aquí seguiré hasta que pueda y creo que serán varios años más aquí”.
Subraya que desde y tras la pandemia de Covid que fue un tiempo complicado para su profesión ha notado que los insumos que utiliza se encarecieron.
Indica que los carretes de hilo de buena marca que compraba en 7 pesos superan los 15 y los cierres no se diga, también subieron mucho lo que hace que los trabajos también suban de precio.
Comenta que sus máquinas de coser lo han acompañado desde que inició.
“Las fabricaban con alta calidad así que sigo usando la misma que cuando comencé es una satisfacción, porque es importante conservar mis cosas, porque soy un hombre que ama su profesión de costurero”, concluyó.
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