¿De costilla, carnitas o milanesa? Los tacos de canasta del parque Juárez se han convertido en sitio obligado de cientos de xalapeños que por la mañana o la tarde buscan dónde saciar el hambre o el antojo de un chilito relleno o un dorado de papa con salsa verde.
Funcionarios, políticos, paseantes, estudiantes… las clases sociales y económicas se diluyen en este lugar. Lo único que importa es llegar a tiempo para alcanzar los codiciados alimentos que mujeres de la capital del estado dicen preparar desde temprana hora.
Aunque algunas de las iniciadoras de estas ventas ya les cedieron lugar a sus hijos o a otros familiares, aún hay quienes se mantienen activas, entre ellas doña María Fortunata Petra.
Hay diferencias de sazón pero una coincidencia importante, todas aseguran tener alimentos frescos, cocinados el mismo día de la venta, aunque eso les signifique levantarse entre las 3 y 4 de la mañana.
La variedad de alimentos es muy grande. Lo mismo hay tortitas de carne que pata capeada, salsa de chicharrón, cerdo en adobo, bistec enchilado, a la mexicana o encebollado.
Como hay para todos los gustos, no faltan las venas, la rellena, las tortitas de papa, las de queso con epazote, las de espinaca, las de brócoli y la coliflor capeada con queso.
¿Pero es que es lo más buscado? La respuesta es inmediata, los tacos de costilla en salsa de chile seco, la milanesa, la pata y los chiles rellenos de queso, pollo y picadillo.
En los puestos no hacen falta sillas pero sí saber agarrar el taco. Previa pregunta de si se quiere con frijoles y salsa, empieza la degustación, de pie o sentado en alguna de las jardineras.
La gran mayoría prefiere comer allí a llevarse los tacos, porque, coinciden, “no saben igual y la tortilla se aguada”. Tener frente a sí la canasta es una verdadera tentación, afirma Ricardo Ortiz Valdivia, quien durante 30 años ha sido fiel al consumo de estos tacos.
“Uno no es ninguno. Yo me como cuatro o cinco, con salsita verde, y para rematar, mi dorado de papa, que me recuerda a mi santa madre. Ella cuando vivía me los hacía para consentirme”.
Durante el confinamiento por pandemia, cuando el parque estuvo cerrado, asegura haber extrañado los tacos. No tiene predilección por uno de los cinco puestos, pero sí por la “costillita, que entre más picosa es más sabrosa”.
Colocados en las tradicionales canastas artesanales de carrizo o en las tejidas con plástico multicolor, los alimentos logran congregar en un solo sitio a personas de distintas edades.
De lunes a domingo, desde las 7:30 hasta pasadas las 18 horas, personas como Angélica Rosas Reyes, Melissa Alarcón, Mónica Bello y María Fortunata Petra esperan a sus clientes o a los paseantes antojadizos para ofrecerles lo que a ellas les da sustento económico.
A fuerza de verse, hay quienes dicen haber iniciado ahí grandes amistades. Otras más expresan que se ha convertido en un momento especial del día, en contacto con la naturaleza y las incansables palomas que, ansiosas, esperan que alguien les dé un poquito del taco servido en el clásico papel estraza.