Antiguas máquinas de coser que han sido arrojadas a la basura por estar descompuestas o en mal estado son una oportunidad para don Alfonso Armando Vásquez Hernández, quien en su taller dedica incontables horas para recuperarlas y así venderlas a costureras o a quienes las consideran una pieza con valor por tratarse de una antigüedad.
En su taller ubicado en la calle Magnolias, en la zona de El Dique, de esta ciudad, Alfonso Vásquez relata que aprendió a componer estas máquinas cuando trabajó en la empresa Singer.
¿Cómo es el trabajo de don Alfonso Vásquez Hernández arreglando máquinas de coser?
Ahí aprendió este oficio, que resalta es muy noble porque le ha permitido vivir y sacar adelante a su familia. “Cuando joven tomé cursos que la empresa nos pagaba, pero al privatizarse liquidó a sus empleados y me quedé sin empleo, pero sabía todo sobre estas piezas”, narra.
Recuerda que trabajó en un tianguis reparando aparatos electrodomésticos y máquinas de coser, hasta que compró un local en un mercado de la ciudad, pero desde hace 11 años instaló su taller en esta calle.
Considera que siempre tendrá trabajo porque siempre habrá alguien que quiera reparar su máquina de coser. Tiene 40 años en este oficio. “Puedo rehacer cualquier máquina antigua, tengo aquí algunas con más de 90 años y pueden ser reparadas, porque me dedico a conseguir las piezas para ponerlas a funcionar nuevamente”.
¿Cuál es la garantía de las máquinas de coser que arregla son Alfonso?
Alfonso Armando Vásquez muestra orgulloso todas las máquinas antiguas que tiene. “Se les instala un nuevo mueble y se les cambian todas las piezas que requiere”.
De las máquinas nuevas dice que son de desecho, “no tienen compostura. No hay piezas”.
Una pieza antigua, de acuerdo con su estado o año de fabricación, se vende en un promedio de 4 mil pesos. Pero tiene otras más caras porque ya no hay de esas.
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Explica que disfruta mucho su trabajo. Cada pieza que le llevan busca repararla y mejorarla para que sirva otros 50 años.
Cuenta con unas bases de máquinas de coser de más de 100 años que dice se venden muy bien cómo antigüedades. “Hay quienes las compran y adaptan como mesas para sus negocios o casas”.
De cómo consigue las máquinas viejas, comenta que cuando algún trabajador de los camiones de basura encuentra alguna se la lleva “porque saben que puedo repararla, ellos la venden como chatarra y si puedo la convierto en una antigüedad que puede tener otros 50 años más de vida”, comenta orgulloso.
Todas las máquinas que vende tras ser reparadas tienen seis meses de garantía, “pero yo sé que seguirán funcionando por muchos años más”, concluye.