Tras muchos años de limpiar y pelar ajos, Teresa García Utrera es una experta capaz de depurar más de 5 kilogramos diarios mientras espera paciente a sus clientes. Originaria de Tlaxcalancingo, Puebla, tiene más de 20 años en esta capital vendiendo bolsas de ajos a 10 pesos para sostener a su familia.
Sentada sobre un cubo, doña Teresa pasa más de 8 horas quitando capas y capas de cáscaras con destreza. No le importa la incomodidad, el frío, calor o el intenso sol que soporta al ser una comerciante ambulante en una banqueta de esta ciudad.
La historia de Teresa García en Xalapa
Comenta que desde que llegó hace más de dos décadas a Xalapa vive en una colonia aledaña a la Revolución. Ahí encontró una renta baja que puede pagar para vivir con sus hijos.
Con la cabeza baja, viendo cada paquete de ajos que pela con rapidez no atiende a los cientos de peatones que pasan a prisa. Solo algunos se detienen y le preguntan “¿Cuánto cuesta la bolsa?” Ella, sin dejar de pelar, contesta que 10 pesos ya sean pelados o con cáscara.
Relata que llegó desde su pueblo Tlaxcalancingo, en el estado de Puebla, muy cerca de la capital. De allá le traen los costales con ajos. De esa zona, cercana a la capital poblana.
Vino a Xalapa a venderlos y al empezar a nacer sus hijos optó por quedarse en esta ciudad que le gusta.
De sus ventas, “pues es como todo”, hay muchos días buenos pero otros malos. “Una siempre espera que el siguiente sea mejor y salga para llevar el sustento a la familia”, dice.
A diez pesos a 10 pesos de ajos es un precio que la gente no considera alto. Pasan sacan una moneda y se los llevan. Los días buenos puede vender aproximadamente 25 bolsas al día.
Ella compra este alimento por mayoreo. Se lo traen como se cultiva, con hojas y sin limpiar, porque así es más barato. Ella con su destreza de años realiza el trabajo que el cliente no hace, limpiarlo.
En promedio, dice que si le va bien vende unos cinco kilos diarios. Hay de todo entre la clientela, hay desde quien prefiere llevarlos con cáscara porque duran más tiempo o los que los requiere ya para comerlos y prefieren los pelados.
“Este ajo criollo es bueno para la salud. Tiene propiedades que permiten evitar la caída del cabello, para la buena circulación de la sangre y se les puede dar a los niños cuando se resfrían”, explica.
Pero la mayoría lo utiliza como condimento para la mayoría de las comidas. “Casi nada va sin ajo, así que las amas de casa, siempre pasan y lo compran”, concluye.