El trabajo artesanal que implica elaborar las tradicionales catrinas que son parte de la celebración de Día de Muertos, conlleva horas de trabajo, que al final pocos clientes valoran porque algunos incluso regatean para pagar menos de su precio, asegura la artesana María Carmona Martínez.
A ella le lleva, como mínimo, dos días el elaborar cada una de las catrinas de aproximadamente un metro de altura que vende en la banqueta de la calle Mártires 28 de agosto de esta ciudad.
Una a una las coloca en la banqueta para que las personas las puedan observar, quienes pasan por el lugar no dudan en detenerse para admirar las belleza y características de vestimenta y accesorios de cada una de las figuras de la muerte.
¿Cómo aprendió María a elaborar catrinas artesanales?
La artesana dice que aprendió solo a elaborar estas catrinas, viendo y creando. Para hacerlas utiliza productos comunes que recicla durante al año como es papel, alambre y pedazos de tela. “Todos los accesorios como collares, moños y aretes los elaboro con cosas que van quedando en la casa”.
Carmona Martínez asegura que crearlas es fácil, porque cada elemento sale de su gusto, el problema que enfrenta es a la hora de venderlas, ya que son pocos los que pagan lo que pide por cada una de ellas.
Son los más los que regatean
La artesana asegura que 250 pesos, precio en el que las vende, es un monto justo para su trabajo pensando que cada figura es única y le lleva alrededor de dos días trabajar con papel, pegamento, alambre para formarlas y posteriormente trabajar la tela para elaborar la ropa y accesorios y la base.
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Reconoce que aprendió a hacerlas de manera autónoma y por la necesidad de reunir dinero ya que nunca fue a ningún curso. “Las empecé a pensar y las elaboré con lo que tenía porque requería dinero y la verdad es que me gustó mucho este trabajo y es así que las llevo haciendo varios años”.
Con sus manos hace todo lo que llevan las catrinas. “Las que más se venden son las jarochas, porque llevan toda su indumentaria típica, hasta hago una más grandes porque llaman mucho la atención de las personas que caminan por aquí”.
Tiene catrinas jarochas, pero también otras que muestran su elegancia con ropajes de señoras adineradas, con pieles y vestidos de alta calidad, pero otras vestidas con ropas tradicionales mexicanas con moños y rebozo que muestran nuestras raíces, dice.
“En mis ratos libres hago los vestidos, voy pensando y diseñando los que creo que gustarán y así van saliendo cada una, “porque son todas distintas, cada traje es único, cada moño va pensando en cada figura, es lo que gusta de mis creaciones”, explica.
Está consciente de que las catrinas que elabora gustan mucho, “pero no entienden el trabajo artesanal y de creación y hasta cien pesos me ofrecen por ellas, lo que no nada justo”.
Resulta injusto, comenta que ella utiliza su ingenio para crear catrinas únicas, que lo hace todo artesanalmente, con productos que va reciclando, que son piezas única “y todavía haya quienes no quieren pagar su precio, que es bastante modesto, pensando en que los supermercados venden productos que supuestamente son artesanales, pero que se hacen de formas industrial en otros países”, concluyó.