La ciencia tiene sus consentidos como Newton, Einstein y Marie Curie que son ampliamente reconocidos gracias a sus aportaciones. Por otro lado, existen millares de científicos que han sido indispensables en el desarrollo de la ciencia pero que no han alcanzado el mismo reconocimiento.
Algo semejante sucede con los materiales; por ejemplo, el papel común y corriente está en la cúspide de la tecnología, ya sea que contenga obras literarias o tesis científicas. Los elementos radioactivos, los nanomateriales y los superconductores son estrellas de la ciencia y la ciencia ficción, mientras los compuestos biológicos como el ADN y ARN son de los más estudiados debido a la valiosa información que contienen.
Te puede interesar: ¿Te gustaría apadrinar a jóvenes con un libro? Con el “Librotón Vasconcelos” podrás hacerlo
Sin embargo, hay materiales que nos han acompañado casi desde el inicio de la humanidad y, aun así, no han recibido el crédito que merecen. Mira alrededor, estás rodeado de vidrio. Ventanas, pantallas de computadoras y celulares, los lentes con los que probablemente lees este artículo y que usan millones de personas en el mundo. El vidrio está en todos lados.
¿Cuándo se hizo el primer vidrio?
La producción del primer vidrio se remonta al año 300 a.C., en Medio Oriente, Egipto y Mesopotamia. El vidrio llegó a Roma tras la conquista de Egipto, y pasó a manos de los artesanos venecianos después de la caída del Imperio Romano. Gracias al vidrio surgieron los métodos de envasado y conservación de alimentos por esterilización: la semilla de la que germinaría la industria alimentaria.
Lo frascos de cosméticos, alimentos, bebidas y medicamentos, así como el material de laboratorio, desde los pequeños cubreobjetos hasta los enormes matraces, además de los viales que se utilizaron para almacenar y distribuir las preciadas vacunas contra el Covid-19. La lista continúa con la fibra óptica que transporta millones de datos a largas distancias o permite a los médicos realizar cirugías y diagnósticos endoscópicos hasta las láminas fotovoltaicas para “cosechar” la luz solar.
Los telescopios terrestres como el de Copérnico y Galileo, y los telescopios espaciales como el James Webb. El vidrio también estuvo en los primeros focos de Edison, en las lámparas actuales, y en los nuevos vidrios electrocrómicos que pierden transparencia al ser sometidos a corrientes eléctricas.
Por si esto fuera poco, uno de los avances más recientes es el Biovidrio (bioglass) inventado por Larry L. Hench en 1969, un tipo de vidrio que se disuelve dentro del cuerpo liberando sustancias como calcio, sodio, fosfatos y silicatos solubles que estimulan a las células para producir más hueso en las fracturas o sanar heridas en la piel.
Además, el vidrio puede reciclarse completa e innumerablemente sin perder sus propiedades, por lo que es un sustituto ideal para combatir la contaminación por plásticos. Por todo esto ¡Feliz año del vidrio!