La cifra de trabajadores que laboran en condiciones “precarias” va en aumento. En febrero pasado, 16 de cada 100 laboraron bajo esas circunstancia, lo que significó la tasa más alta para un mes similar desde 2005, cuando el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) inició esta medición. Lo anterior implica que esa cifra de trabajadores laboran menos de 35 horas a la semana por razones ajenas a sus decisiones; más de 35 horas en ese mismo lapso, con ingresos mensuales inferiores al salario mínimo (88.36 pesos diarios), o laboran más de 48 horas semanales ganando hasta dos salarios mínimos (menos de 176.72 pesos).
“En años recientes, efectivamente la creación de empleos ha ido creciendo, pero impulsado por los trabajos con baja remuneración, en detrimento de los empleos con mayores ingresos”, explica Leticia Armenta, directora del Centro de Estudios Económicos del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
Y en efecto, en febrero pasado la tasa de desocupación en México se ubicó en 3.3% de la Población Económicamente Activa (PEA), nivel similar al mes precedente pero inferior al 3.5 reportado en el mismo periodo de 2017.
Pero en contraste, la tasa de condiciones críticas de ocupación está en niveles nunca antes vistos.
Al respecto, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC) sostiene que la precarización del mercado laboral se ha generalizado a lo largo del país:
Han desaparecido 1.83 millones de empleos que pagan más de cinco salarios mínimos en los últimos 17 años.
El instituto sostiene que la reducción de empleos bien remunerados (más de cinco salarios mínimos) se contabiliza en la Ciudad de México, Estado de México, Veracruz, Baja California y Nuevo León.
Hoy en día, la mitad de las personas desocupadas (50.03 %), tienen estudios de carrera o bachillerato, a diferencia de lo que ocurría años atrás.
Por lo anterior, se ha mantenido la necesidad de tener más de un empleo para poder cubrir los gastos personales.