/ jueves 8 de agosto de 2019

Disruptores | Franco Canseco: El inventor de 10 años que sueña despierto

El pequeño inventó una máquina funcional diseñada para ayudar a las personas a conciliar el sueño. Su invención fue valuada en 2.5 millones de pesos por los tiburones de Shark Tank

Franco Canseco no sabe explicarlo y su mamá, Érika, tampoco sabe cómo lo hace. Cuando se acuesta a dormir –dice– piensa en problemas que deben resolverse, y entonces las ideas se empiezan a formar en su cabeza. Así es como se le ocurren sus inventos.

Por eso tiene problemas para dormir, porque sueña despierto sobre cómo arreglar a este mundo imperfecto. Por eso, este niño de 10 años ya tiene una empresa propia y dos millones y medio de pesos en la bolsa.

Su nombre completo es Franco Arturo Canseco Rodríguez y es hijo de la filántropa Érika María Rodríguez y Arturo Canseco, un contador. Vive en La Paz, Baja California Sur, y es el niño genio socio de algunos de los empresarios más grandes de México.

Esta no es la primera entrevista que da Franco, está de gira visitando redacciones y estudios de radio hablando sobre su más reciente invento: la banda neutónica. La banda es un dispositivo capaz de reducir el estrés e inducir la relajación en personas con problemas para conciliar el sueño. El prototipo consta de un transmisor de ondas alfa, una piedra de nombre turmalina negra, audífonos y una banda de total oscuridad, que ayudan a producir el ciclo del sueño.

Según pruebas del producto, se ha documentado una conciliación completa del sueño entre seis y ochos minutos.

Invitado por el programa del canal Sony, Shark Tank México, en enero pasado, Franco fue a presentar su invento y acabó por conseguir las inversiones de los empresarios Rodrigo Herrera, de Genomma Lab; Arturo Elías Ayub, de Telmex; la banquera Patricia Armendáriz, Carlos Bremer, de VALUE Grupo Financiero, y el emprendedor serial Marcus Dantus.

Franco obtuvo 2.5 millones de pesos a cambio de 40 por ciento de la propiedad de la empresa que nacerá pronto para producir y vender la banda neutónica.

El cálculo de riesgo de los empresarios se basó en el carisma del muchacho, pero también en el hecho de que se estima que al menos 18 por ciento de los mexicanos tienen problemas para dormir: un mercado potencial de 22 millones de personas sólo en este país.

Foto: Ernesto Muñoz

Franco no abunda mucho sobre el compromiso que se ha echado encima una vez que estos señores de dinero han invertido en él y esperan el retorno de su inversión. Sólo espera –dice– poder ayudar a todos aquellos que no pueden dormir bien.

“(Resolver los problemas para dormir) es una necesidad que tiene este país, es un producto que puede ayudarlos. Lo ha creado un niño que hay que apoyar y ayudarle a desarrollarlo. Para él esto ahorita es una aventura, él está contento”, dice Érika, mientras Franco asiente con la cabeza y sonríe.

EL ALIENTO DE MORFEO

Los negocios ocupan poco tiempo de la vida de Franco realmente. Cuando no tiene que venir a la Ciudad de México para afinar los detalles de su próxima empresa, usa sus tardes jugando videojuegos de Pokemón, leyendo, escalando y montando a caballo.

El nombre más correcto para referirse a la condición de Franco es “niño con capacidades sobresalientes”. No tiene autismo, el cual a veces acompaña a un niño genio.

Según su madre, sólo es más sensible tanto física como emocionalmente que el resto de las personas. Por la literalidad como ve la vida no entiende muy bien los sarcasmos y las bromas. El olfato, el gusto, la piel, son más sensibles.

“Lo que nos hace saber que Franco no tiene (síndrome de) Asperger es su tremendo nivel de empatía, es un niño que todo el tiempo está pensando en cómo están los demás, cómo se sienten los demás, cómo puede ayudar a los demás, siempre se pone en su lugar desde muy chiquito”.

Cuando una idea le viene a la cabeza, Franco la dibuja, imagina cómo debería de ser y la plasma. Luego se pone a investigar cómo es que podría ser realidad.

La idea de la banda neutónica le vino en una de esas noches en las que no podía dormir. En ese momento quería inventar algo que le evitara la engorrosa responsabilidad de tener que dormir.

“Lo primero que hice fue decirle 'perfecto, nada más investiga por qué dormimos', y entonces descubrió que es súper importante. Entonces dijo 'tengo que inventar algo que me ayude a dormir'”, cuenta Érika.

El niño investigó durante tres años con doctores, libros y en internet sobre ondas alfa y su efecto relajante. Hizo las pruebas de calidad tomando de conejillo de indias a su hermano Fernando.

La invención terminó por ganar el concurso de emprendimiento infantil Ideas Hechas en México. La banda neutónica es su invento que ha llegado más lejos, pero Franco ya había imaginado una espina dorsal robótica, un corazón artificial, una desaladora solar y se encuentra buscando la forma de generar energía a partir del movimiento de los peces.

Foto: Ernesto Muñoz

“Para él, el mundo es mucho más sencillo y ahí es como surgió la banda. Él ve todo tan sencillo y tan simple que para él fue muy fácil juntar los elementos que necesitas para dormir (ondas alfa, oscuridad total, aislamiento acústico). Cuando llegamos con la gente nos dijeron que cómo no se les había ocurrido, claro, tiene toda la lógica.

“Es por la simplicidad de ver las cosas que a veces nosotros como adultos complicamos y él las ve mucho más sencillas, simples y rápido las arma”.

DETRÁS DE CADA GENIO...

Érika recuerda que a los cuatros años Franco esnorqueleaba en Los Barriles, una playa de arenas blancas y mar turquesa, cuando le vino a la mente su primer invento.

“Salió del agua y me preguntó cómo le hacían las personas que no pueden caminar. Tengo que hacer una máquina para los que no pueden nadar'”, platica Érika, quien cuenta la historia y voltea a ver a Franco después de cada respuesta, como buscando la validación de su hijo. “Fue la primera vez que lo vi tres, cuatro días clavado en un tema, diseñando”, rememora Érika.

Franco responde corto y a veces de forma vaga sin dejar de ser cortés. Se le nota distraído, casi aburrido. Escucha las preguntas sin dejar de jugar con los tenis de quien lo entrevista.

Las preguntas sobre su futuro negocio y el potencial de mercado lo tienen sin cuidado. El momento en que muestra más interés es cuando se le comenta que la escalada de muro, deporte que practica, ya es disciplina olímpica.

Érika no recuerda haber sido especialmente sobresaliente en la escuela ni afecta a inventar cosas como su hijo. Ella gustaba de cabalgar.

Durante los últimos 11 años ha dirigido su propia organización sin fines de lucro, Abrapalabra, llevando bibliotecas y clases de robótica a comunidades marginadas de Baja California Sur.

En su trabajo, con frecuencia observaba a niños con capacidades sobresalientes siendo mal diagnosticados como hiperactivos o simplemente traviesos. Con esta experiencia previa supo que debía hacer algo con el potencial de su propio hijo.

“Son los niños más inquietos, los que no se pueden estar sentados, los que terminan rápido (las tareas) y se distraen, no prestan atención y parece que son irrespetuosos. La palabra “sobresaliente” es a veces difícil usarla porque se podría pensar que ya tienen todo resuelto pero les cuesta trabajo socializar, les cuesta trabajo entender las normas”.

“Mis hijos han crecido en las comunidades (marginadas), ellos están viendo este mundo donde no tienen acceso a los libros, que no tienen acceso a la ciencia. Si se los estoy poniendo a tantos niños ¿cómo no lo voy a hacer con los míos?”.

Desde que Franco empezó a mostrar interés en la ciencia, Érika le acercó el hábito de la lectura y de la investigación en libros. Ella es quien lo empujó a inscribir sus inventos en concursos de ciencia, lo llevó a citas con doctores, y ahora tendrá la responsabilidad legal de concretar los sueños de su hijo.

Al no ser apto para dirigir una empresa a su edad, Franco ha heredado toda la responsabilidad a Érika, quien es su representante legal.

Foto: Ernesto Muñoz

Ahora de ella depende comenzar a armar la empresa que producirá la banda neutónica.

Al momento, la familia ha recibido el apoyo prometido por los cinco empresarios de Shark Tank México, quienes les han acercado a especialistas en materias como constitución empresarial, planes de negocio, estudios financieros y marketing.

Según Érika, la familia ha valorado la importancia de mantener en el centro de la nueva empresa el deseo de Franco de ayudar al mayor número de personas posible, por lo que se buscará que la banda neutónica sea en la mayor parte posible hecha en México y a un precio accesible.

“(Los tiburones) son socios pero nosotros tenemos mayoría (en la empresa). Es un consejo donde todos opinamos, pero todos traen el mismo canal que nosotros y me siento muy tranquila, saben que hay una gran necesidad en México para ayudar a las personas que tienen problemas para dormir. Soy representante de Franco, él tiene voz y voto todo el tiempo a través de mí y es algo que no va a cambiar”.

Franco continúa cada noche inventando cosas en su mente. La biología y la paleontología, por el momento, son sus áreas de preferencia.

Cuando se le pregunta qué quiere hacer más adelante, responde “inventor” antes que decir “empresario”.

Esa responsabilidad es ahora de su madre.

“¿Querías ser empresaria?”, se le pregunta a Érika, quien se queda callada unos segundos, pensativa.

“Me gusta esta nueva faceta, no sé hasta dónde va a llegar, pero es un nuevo reto que se me puso en la vida y es lo que quiero que ellos (mis hijos) también aprendan, a que hay que seguir nuestros sueños y tratar de alcanzarlos”. Se le pregunta a Franco sobre lo que le diría a otros niños como él, con ideas guardadas esperando materializarse. Responde rápido para luego subirse a una resbaladilla: “Que trabajen, que se esfuercen y hagan lo posible por hacerlo realidad”.

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Franco Canseco no sabe explicarlo y su mamá, Érika, tampoco sabe cómo lo hace. Cuando se acuesta a dormir –dice– piensa en problemas que deben resolverse, y entonces las ideas se empiezan a formar en su cabeza. Así es como se le ocurren sus inventos.

Por eso tiene problemas para dormir, porque sueña despierto sobre cómo arreglar a este mundo imperfecto. Por eso, este niño de 10 años ya tiene una empresa propia y dos millones y medio de pesos en la bolsa.

Su nombre completo es Franco Arturo Canseco Rodríguez y es hijo de la filántropa Érika María Rodríguez y Arturo Canseco, un contador. Vive en La Paz, Baja California Sur, y es el niño genio socio de algunos de los empresarios más grandes de México.

Esta no es la primera entrevista que da Franco, está de gira visitando redacciones y estudios de radio hablando sobre su más reciente invento: la banda neutónica. La banda es un dispositivo capaz de reducir el estrés e inducir la relajación en personas con problemas para conciliar el sueño. El prototipo consta de un transmisor de ondas alfa, una piedra de nombre turmalina negra, audífonos y una banda de total oscuridad, que ayudan a producir el ciclo del sueño.

Según pruebas del producto, se ha documentado una conciliación completa del sueño entre seis y ochos minutos.

Invitado por el programa del canal Sony, Shark Tank México, en enero pasado, Franco fue a presentar su invento y acabó por conseguir las inversiones de los empresarios Rodrigo Herrera, de Genomma Lab; Arturo Elías Ayub, de Telmex; la banquera Patricia Armendáriz, Carlos Bremer, de VALUE Grupo Financiero, y el emprendedor serial Marcus Dantus.

Franco obtuvo 2.5 millones de pesos a cambio de 40 por ciento de la propiedad de la empresa que nacerá pronto para producir y vender la banda neutónica.

El cálculo de riesgo de los empresarios se basó en el carisma del muchacho, pero también en el hecho de que se estima que al menos 18 por ciento de los mexicanos tienen problemas para dormir: un mercado potencial de 22 millones de personas sólo en este país.

Foto: Ernesto Muñoz

Franco no abunda mucho sobre el compromiso que se ha echado encima una vez que estos señores de dinero han invertido en él y esperan el retorno de su inversión. Sólo espera –dice– poder ayudar a todos aquellos que no pueden dormir bien.

“(Resolver los problemas para dormir) es una necesidad que tiene este país, es un producto que puede ayudarlos. Lo ha creado un niño que hay que apoyar y ayudarle a desarrollarlo. Para él esto ahorita es una aventura, él está contento”, dice Érika, mientras Franco asiente con la cabeza y sonríe.

EL ALIENTO DE MORFEO

Los negocios ocupan poco tiempo de la vida de Franco realmente. Cuando no tiene que venir a la Ciudad de México para afinar los detalles de su próxima empresa, usa sus tardes jugando videojuegos de Pokemón, leyendo, escalando y montando a caballo.

El nombre más correcto para referirse a la condición de Franco es “niño con capacidades sobresalientes”. No tiene autismo, el cual a veces acompaña a un niño genio.

Según su madre, sólo es más sensible tanto física como emocionalmente que el resto de las personas. Por la literalidad como ve la vida no entiende muy bien los sarcasmos y las bromas. El olfato, el gusto, la piel, son más sensibles.

“Lo que nos hace saber que Franco no tiene (síndrome de) Asperger es su tremendo nivel de empatía, es un niño que todo el tiempo está pensando en cómo están los demás, cómo se sienten los demás, cómo puede ayudar a los demás, siempre se pone en su lugar desde muy chiquito”.

Cuando una idea le viene a la cabeza, Franco la dibuja, imagina cómo debería de ser y la plasma. Luego se pone a investigar cómo es que podría ser realidad.

La idea de la banda neutónica le vino en una de esas noches en las que no podía dormir. En ese momento quería inventar algo que le evitara la engorrosa responsabilidad de tener que dormir.

“Lo primero que hice fue decirle 'perfecto, nada más investiga por qué dormimos', y entonces descubrió que es súper importante. Entonces dijo 'tengo que inventar algo que me ayude a dormir'”, cuenta Érika.

El niño investigó durante tres años con doctores, libros y en internet sobre ondas alfa y su efecto relajante. Hizo las pruebas de calidad tomando de conejillo de indias a su hermano Fernando.

La invención terminó por ganar el concurso de emprendimiento infantil Ideas Hechas en México. La banda neutónica es su invento que ha llegado más lejos, pero Franco ya había imaginado una espina dorsal robótica, un corazón artificial, una desaladora solar y se encuentra buscando la forma de generar energía a partir del movimiento de los peces.

Foto: Ernesto Muñoz

“Para él, el mundo es mucho más sencillo y ahí es como surgió la banda. Él ve todo tan sencillo y tan simple que para él fue muy fácil juntar los elementos que necesitas para dormir (ondas alfa, oscuridad total, aislamiento acústico). Cuando llegamos con la gente nos dijeron que cómo no se les había ocurrido, claro, tiene toda la lógica.

“Es por la simplicidad de ver las cosas que a veces nosotros como adultos complicamos y él las ve mucho más sencillas, simples y rápido las arma”.

DETRÁS DE CADA GENIO...

Érika recuerda que a los cuatros años Franco esnorqueleaba en Los Barriles, una playa de arenas blancas y mar turquesa, cuando le vino a la mente su primer invento.

“Salió del agua y me preguntó cómo le hacían las personas que no pueden caminar. Tengo que hacer una máquina para los que no pueden nadar'”, platica Érika, quien cuenta la historia y voltea a ver a Franco después de cada respuesta, como buscando la validación de su hijo. “Fue la primera vez que lo vi tres, cuatro días clavado en un tema, diseñando”, rememora Érika.

Franco responde corto y a veces de forma vaga sin dejar de ser cortés. Se le nota distraído, casi aburrido. Escucha las preguntas sin dejar de jugar con los tenis de quien lo entrevista.

Las preguntas sobre su futuro negocio y el potencial de mercado lo tienen sin cuidado. El momento en que muestra más interés es cuando se le comenta que la escalada de muro, deporte que practica, ya es disciplina olímpica.

Érika no recuerda haber sido especialmente sobresaliente en la escuela ni afecta a inventar cosas como su hijo. Ella gustaba de cabalgar.

Durante los últimos 11 años ha dirigido su propia organización sin fines de lucro, Abrapalabra, llevando bibliotecas y clases de robótica a comunidades marginadas de Baja California Sur.

En su trabajo, con frecuencia observaba a niños con capacidades sobresalientes siendo mal diagnosticados como hiperactivos o simplemente traviesos. Con esta experiencia previa supo que debía hacer algo con el potencial de su propio hijo.

“Son los niños más inquietos, los que no se pueden estar sentados, los que terminan rápido (las tareas) y se distraen, no prestan atención y parece que son irrespetuosos. La palabra “sobresaliente” es a veces difícil usarla porque se podría pensar que ya tienen todo resuelto pero les cuesta trabajo socializar, les cuesta trabajo entender las normas”.

“Mis hijos han crecido en las comunidades (marginadas), ellos están viendo este mundo donde no tienen acceso a los libros, que no tienen acceso a la ciencia. Si se los estoy poniendo a tantos niños ¿cómo no lo voy a hacer con los míos?”.

Desde que Franco empezó a mostrar interés en la ciencia, Érika le acercó el hábito de la lectura y de la investigación en libros. Ella es quien lo empujó a inscribir sus inventos en concursos de ciencia, lo llevó a citas con doctores, y ahora tendrá la responsabilidad legal de concretar los sueños de su hijo.

Al no ser apto para dirigir una empresa a su edad, Franco ha heredado toda la responsabilidad a Érika, quien es su representante legal.

Foto: Ernesto Muñoz

Ahora de ella depende comenzar a armar la empresa que producirá la banda neutónica.

Al momento, la familia ha recibido el apoyo prometido por los cinco empresarios de Shark Tank México, quienes les han acercado a especialistas en materias como constitución empresarial, planes de negocio, estudios financieros y marketing.

Según Érika, la familia ha valorado la importancia de mantener en el centro de la nueva empresa el deseo de Franco de ayudar al mayor número de personas posible, por lo que se buscará que la banda neutónica sea en la mayor parte posible hecha en México y a un precio accesible.

“(Los tiburones) son socios pero nosotros tenemos mayoría (en la empresa). Es un consejo donde todos opinamos, pero todos traen el mismo canal que nosotros y me siento muy tranquila, saben que hay una gran necesidad en México para ayudar a las personas que tienen problemas para dormir. Soy representante de Franco, él tiene voz y voto todo el tiempo a través de mí y es algo que no va a cambiar”.

Franco continúa cada noche inventando cosas en su mente. La biología y la paleontología, por el momento, son sus áreas de preferencia.

Cuando se le pregunta qué quiere hacer más adelante, responde “inventor” antes que decir “empresario”.

Esa responsabilidad es ahora de su madre.

“¿Querías ser empresaria?”, se le pregunta a Érika, quien se queda callada unos segundos, pensativa.

“Me gusta esta nueva faceta, no sé hasta dónde va a llegar, pero es un nuevo reto que se me puso en la vida y es lo que quiero que ellos (mis hijos) también aprendan, a que hay que seguir nuestros sueños y tratar de alcanzarlos”. Se le pregunta a Franco sobre lo que le diría a otros niños como él, con ideas guardadas esperando materializarse. Responde rápido para luego subirse a una resbaladilla: “Que trabajen, que se esfuercen y hagan lo posible por hacerlo realidad”.

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