Cerca de un millón de mexicanos se sumaron a las filas de la informalidad durante el mes de marzo, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) que publicó este jueves el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
De febrero a marzo, la población ocupada en la informalidad laboral en el país pasó de 30.6 a 31.6 millones, según el reporte.
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Se trata de trabajadores vulnerables por la falta de seguridad social y cuyo vínculo o dependencia laboral no es reconocido por su fuente de trabajo. Por lo regular son puestos en micronegocios no registrados, los trabajos por cuenta propia, empleos en la agricultura de subsistencia o bien colaboradores que prestan sus servicios sin seguridad social a unidades económicas registradas.
El número de trabajadores en la informalidad es el tercero más alto para un mes en al menos dos años, desde que la pandemia de Covid-19 impactó en México.
Solo en julio y diciembre del año pasado se superó esta cifra, cuando se registraron 31.8 y 32.2 millones de personas, de manera respectiva, trabajando en esta modalidad. Incluso, el incremento en el número de mexicanos trabajando en la informalidad durante marzo fue 10 veces mayor al registrado en febrero, cuando cien mil mexicanos se integraron a alguna actividad o comercio catalogado de esta manera.
Con este resultado, la tasa de informalidad laboral en el país fue de 55.8 por ciento en el tercer mes del año, 1.2 puntos porcentuales mayor a la de febrero y la más alta en lo que va del año. De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), por más de tres décadas la informalidad ha sido la fuente de empleo para más de la mitad de las personas ocupadas en el país.
“Esta vulnerabilidad tiene repercusiones serias sobre el bienestar de quienes la viven. En primer lugar, al emplearse de manera informal, frecuentemente carecen de una fuente de ingresos estable y suficiente. Al no tener acceso a una liquidación ni a un contrato, sus empleadores incurren en menos costos al despedirlos y tienen mayor facilidad para hacerlo, por lo que sus ingresos tienen menos garantías”, indicó Ana Gutiérrez, coordinadora de Comercio Exterior y Mercado Laboral del IMCO, en un artículo.
Entre los principales riesgos del trabajo formal, añadió la especialista, están la iniquidad salarial, ya que por cada cien pesos que un trabajador formal gana por sus labores, uno informal percibe sólo 55, por lo que 22 de cada cien trabajadores no formalizados no gana lo suficiente para adquirir una canasta básica alimentaria. Estos trabajadores carecen de beneficios como el acceso a una cuenta de ahorro para el retiro, servicios médicos, apoyo para el cuidado de sus hijos o a días de vacaciones garantizados.
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Desempleo a la baja
El reporte del Inegi señaló que al cierre de marzo había en el país una población económicamente activa de 58.4 millones de personas, de las cuales 97 por ciento estuvo ocupada en alguna actividad.
Destacó que tanto la población subocupada como la desocupada disminuyeron en sus comparaciones mensual y anual. La población sin trabajo fue de 1.7 millones, medio millón menos respecto a febrero, con lo que la tasa de desocupación se redujo de 3.7 a tres por ciento.
Las personas subocupadas, es decir, aquellas que declararon tener necesidad y disponibilidad para trabajar más horas, fueron 4.8 millones, 400 mil menos que el mes previo.
Un análisis de Banco Base indicó que la población desempleada alcanzó su nivel más bajo desde marzo de 2020, cuando inició la crisis sanitaria en el país. La población subocupada se ubicó debajo del nivel de febrero de 2020, la primera ocasión en que es inferior al observado previo a la llegada del Covid-19 a México.
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