La producción anual de maíz en México es de 27 millones de toneladas, de las cuales 24 millones son de maíz blanco y tres millones de toneladas de maíz amarillo. Esto es insuficiente para cubrir las necesidades de las más de 60 industrias, de alimentos, producción de huevo, aceite, pan, leche y de 200 derivados alimenticios que requieren 26 millones de toneladas del grano anuales.
“Si el precio del grano se encarece y las importaciones se incrementan, el escenario para 2024 sería poco alentador y afectaría a un significativo número de productos de la canasta básica que impactaría directamente el bolsillo de los consumidores”, consideró Esteban Jaramillo, director general de la Cámara Nacional del Maíz Industrializado (CANAMI).
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Pese a que el campo mexicano se mantuvo como uno de los sectores con crecimiento positivo durante la pandemia del Sars-Cov-2, el contexto internacional afecta de manera importante el precio de los granos, aseguró.
El conflicto Rusia-Ucrania provocó un impacto en el precio del maíz de 30 por ciento desde febrero de este año, a los que se suman factores adicionales como la sequía, cambio climático, falta de insumos para la producción de fertilizantes y el encarecimiento de los herbicidas, entre otros.
En este escenario de desequilibrio en la producción agrícola, la CANAMI, ha propuesto para impulsar la productividad del maíz amarillo, que las inversiones público-privadas en plataformas logísticas e industriales estén enfocadas en el sur-sureste del país.
También se busca aprovechar las características naturales y el potencial de dicha región para incrementar la producción de manera exponencial del maíz amarillo a través de un reciente convenio que se firmó entre CANAMI y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
El objetivo es colaborar en la planeación, programación, ejecución, seguimiento y evaluación de los proyectos estratégicos para el sector agroalimentario. Además, busca consolidar el conocimiento técnico y de mercado de ambas instancias con el fin de incrementar la producción de esta variedad de maíz en tres, cinco y 10 años.
Aprovechar potencial del sureste
El director general de la CANAMI explicó que se busca aprovechar sobre todo la disponibilidad de agua y elevar los rendimientos promedio por hectárea de este grano que actualmente es de 2.1 toneladas por hectárea. Resaltó que en municipios de Sinaloa se obtienen hasta 11 toneladas por hectárea.
Comentó que la tecnificación es una herramienta que impulsa el propósito de todos los actores para alcanzar la seguridad alimentaria, principal objetivo de la agricultura del Siglo XXI. Debe tomarse en cuenta que para el 2050 se deberá tener la capacidad de ofrecer alimentos suficientes, de calidad, sanos, nutritivos e inocuos para una población de nueve mil 600 millones de habitantes.
Ante este panorama, informó que los socios de la CANAMI que preside Marcela Martínez Pichardo, refuerzan la comunicación con las autoridades del sector a fin de encontrar soluciones que prevengan una situación de riesgo para las familias mexicanas, en especial del sector más vulnerable.
“Por ello, el trabajo conjunto entre industrias, productores, asociaciones y cámaras es vital para buscar soluciones de contención para cada uno de los actores en la cadena de suministro”, puntualizó.
Convertir la agricultura del maíz en un referente global en materia agropecuaria y de bienestar social es un gran reto para el país. “Confiamos en que la aplicación de nuevas técnicas de riego y el uso de mejores semillas, contribuirán de manera decisiva para obtener mayor producción y el desarrollo e implementación de una agricultura sustentable dará grandes resultados”.
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Finalmente, sostuvo que la vinculación entre campo e industria, permite a los productores agrícolas asegurar la comercialización de sus cosechas de manera directa. Esto permitirá contar con mayor disponibilidad de maíz amarillo de producción nacional y hacer posible el objetivo de reducir las importaciones de este grano.