/ lunes 16 de abril de 2018

WhatsApp como medio de comunicación

Esta nueva forma de comunicación a través de mensajería instantánea por parte de los medios es bastante reciente, dando cuenta que bien utilizada y con un objetivo claro les puede resultar tremendamente útil como una vía alternativa de distribución de información para la audiencia. Porque a nadie se le escapa un hecho fundamental: cada vez nos informamos más a través de esta aplicación. WhatsApp se ha abierto un hueco importante en la forma en la que la gente descubre, debate y comparte las noticias. Tras Facebook y YouTube es la vía por la que más información se consume en todo el mundo, incluso por delante de Twitter.

Esto, claro está, conlleva un peligro evidente en la era de la posverdad, y es que no todo lo que se comparte por WhatsApp es real. Bien sea por desconocimiento, o bien de manera intencionada, cada día proliferan más y más bulos a través de esta vía, que generan una viralización casi instantánea y prácticamente imposible de frenar. Ante esto, como siempre, es necesaria una mentalidad crítica y un acceso directo a las fuentes que puedan confirmar o desmentir el hecho compartido.

Pero, ¿dónde está el límite en esta forma de comunicación que salta de la privacidad de una conversación a un nuevo modo de información? Hay una premisa bien clara: no ser invasivo. Teniendo en cuenta esta norma básica, el uso de WhatsApp por parte de un medio de comunicación puede ser altamente efectivo. En primer lugar, porque permite al medio dirigirse directamente a su público objetivo, con una estrategia directa al mismo. Además permite crear un vínculo más estrecho con su audiencia, al ser una comunicación casi de persona a persona, consiguiendo así generar un sentimiento de pertenencia a una comunidad: la del medio en cuestión. En medios más concretos, como la radio o la televisión, implican directamente al espectador u oyente, que puede sentirse partícipe de la programación al tener a su alcance una posibilidad directa de intervenir en la misma.

Respecto a lo que he dicho anteriormente sobre una mayor posibilidad comunicativa gracias a la aplicación, es un hecho puede dar lugar a relaciones virtuales. Las relaciones virtuales únicamente se dan a través de dispositivos electrónicos. El peligro de las relaciones virtuales es la incertidumbre de la veracidad o falsedad de la información recibida, ya que no se sabe si el emisor es realmente quien dice ser o si lo que te dice es cierto o falso.


Esta nueva forma de comunicación a través de mensajería instantánea por parte de los medios es bastante reciente, dando cuenta que bien utilizada y con un objetivo claro les puede resultar tremendamente útil como una vía alternativa de distribución de información para la audiencia. Porque a nadie se le escapa un hecho fundamental: cada vez nos informamos más a través de esta aplicación. WhatsApp se ha abierto un hueco importante en la forma en la que la gente descubre, debate y comparte las noticias. Tras Facebook y YouTube es la vía por la que más información se consume en todo el mundo, incluso por delante de Twitter.

Esto, claro está, conlleva un peligro evidente en la era de la posverdad, y es que no todo lo que se comparte por WhatsApp es real. Bien sea por desconocimiento, o bien de manera intencionada, cada día proliferan más y más bulos a través de esta vía, que generan una viralización casi instantánea y prácticamente imposible de frenar. Ante esto, como siempre, es necesaria una mentalidad crítica y un acceso directo a las fuentes que puedan confirmar o desmentir el hecho compartido.

Pero, ¿dónde está el límite en esta forma de comunicación que salta de la privacidad de una conversación a un nuevo modo de información? Hay una premisa bien clara: no ser invasivo. Teniendo en cuenta esta norma básica, el uso de WhatsApp por parte de un medio de comunicación puede ser altamente efectivo. En primer lugar, porque permite al medio dirigirse directamente a su público objetivo, con una estrategia directa al mismo. Además permite crear un vínculo más estrecho con su audiencia, al ser una comunicación casi de persona a persona, consiguiendo así generar un sentimiento de pertenencia a una comunidad: la del medio en cuestión. En medios más concretos, como la radio o la televisión, implican directamente al espectador u oyente, que puede sentirse partícipe de la programación al tener a su alcance una posibilidad directa de intervenir en la misma.

Respecto a lo que he dicho anteriormente sobre una mayor posibilidad comunicativa gracias a la aplicación, es un hecho puede dar lugar a relaciones virtuales. Las relaciones virtuales únicamente se dan a través de dispositivos electrónicos. El peligro de las relaciones virtuales es la incertidumbre de la veracidad o falsedad de la información recibida, ya que no se sabe si el emisor es realmente quien dice ser o si lo que te dice es cierto o falso.


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