Las nuevas tecnologías, la globalización y el envejecimiento de la población transforman la cantidad y la calidad de los trabajos, así como las competencias que requieren. Ante esa situación, un informe de la OCDE señala que es urgente que muchos países amplíen y mejoren sus sistemas de aprendizaje para los adultos.
Asimismo, el análisis más reciente de la OCDE indica que, pese a que sólo uno de cada siete trabajos está expuesto al riesgo de una automatización total, es probable que otro 30% de los empleos se transforme por completo.
Subraya que, sin embargo, los trabajadores de ocupaciones más expuestas también se forman menos (40%) que los que trabajan en profesiones de bajo riesgo (59%).
Parte del problema radica en la falta de motivación para formarse: en el conjunto de la OCDE, cerca de la mitad de los adultos se oponen a cursar una formación. Asimismo, un 11% adicional desearía hacerlo, pero se lo impiden obstáculos como la falta de tiempo, de dinero o de respaldo de su empleador.
Expone que ante los cambios en los centros de trabajo es necesario facilitar su adaptación al futuro mundo laboral.
Explica que es imprescindible mejorar las oportunidades de adquisición y actualización de competencias de los trabajadores afectados por estos cambios es fundamental para asegurarse de que el futuro sea positivo para todos. “Fomentar el aprendizaje de los adultos es esencial para ayudarlos a adaptarse al futuro del trabajo”.
Según el estudio “De acuerdo con adquirir las habilidades adecuadas: sistemas de aprendizaje para adultos preparados para el futuro (Getting Skills Right: Future-Ready Adult Learning Systems), las nuevas tecnologías, la globalización y el envejecimiento de la población están transformando la cantidad y la calidad de los trabajos, así como las competencias que requieren.
Subraya que en la actualidad sólo dos de cada cinco adultos reciben educación y formación a lo largo de un año determinado. Los que tienen menos probabilidad de formarse son los más desfavorecidos: los adultos poco cualificados tienen una probabilidad tres veces inferior de emprender una formación que los muy cualificados (un 20% frente a un 58%). Entre otros grupos rezagados se encuentran las personas de edad avanzada, los trabajadores temporales y con salarios bajos y los desempleados.