A veces, desaprender es mucho más difícil que aprender. El libreto de El rey león de México no es el mismo que el de España.
Todos nuestros modismos fueron reemplazados por los propios en castellano y con mi maestra de fonética trabajo el acento para mimetizarme con el resto del elenco. Nada que no haya trabajado anteriormente con mi acento argentino, para convertirlo en neutro mexicano. Por momentos me confundo, ya que en el día a día, intento acercarme más al acento madrileño para poder simplificar la parte actoral y no tener que pensar en ello cuando actúe. Pero cuando hablo por teléfono con mis papás lo hago con acento argentino y cuando hablo con mi mujer, con acento mexicano. A veces, por momentos mi acento termina siendo una mezcla que no es ni una cosa ni la otra (más de una vez me han criticado en redes sociales, por perder mi acento argentino, cuando en realidad, neutralizar tu acento al del país en donde estás trabajando, es indispensable para poder conseguir ese trabajo).
Pero para mí, más difícil que cambiar el acento, es cambiar los diálogos. En casi 700 funciones he dicho “Hakuna Matata, no hay problema, hasta el día final”, y ahora tengo que decir “Ningún problema debe hacerte sufrir” (con “z” en hacerte). Y la costumbre me traiciona y me lleva a decir a veces el texto anterior. Desaprender algo que tienes tan clavado en tu memoria, es, a mi entender, mucho más complicado que aprender algo de cero y uno de los retos más grandes para mí en este montaje.
¿Cuántas veces he tenido esta sensación? ¿Cuántas veces he creído que una forma de hacer las cosas era la correcta, y me aferraba a ello sin pensar que el cambio era bueno, o en algunos casos, como en éste, forzoso? El tener la tranquilidad y la apertura para aprender otra vez lo que creía aprendido, es un trabajo también de humildad.
Las oportunidades y los desafíos te llegan cuando más los necesitas, o cuando más preparado estás para afrontarlos.
*Agustín protagonizará el musical El rey león en Madrid, desde el 23 de septiembre