CANNES. Al veterano cineasta canadiense David Cronenberg y a su nueva película The Shrouds les tocó dar seguimiento a la competencia en la segunda y última semana del certamen fílmico.
Cronenberg es uno de los habituales de Cannes. Sus películas han sido seleccionadas y galardonadas repetidamente, como fue el caso de Crash, premio especial del jurado en 1996.
Esta es su séptima presencia en competencia y por desgracia, al igual de lo que sucedió con su anterior filme en Crímenes del futuro (2022), se confirmó una vez más que las temáticas y los tratamientos de sus últimos trabajos tienen muy poco interés y distan mucho de las realizaciones de los inicios de este cineasta de 85 años de edad.
En The Shrouds Cronenberg sigue con su reflexión sobre el tema de la muerte a través de la historia de un viudo, interpretado por el actor francés Vincent Cassel, quien inconsolable por el fallecimiento de su esposa (Diane Kruger), inventa un revolucionario y a la vez controvertido sistema que le permite comunicarse con los difuntos.
El sistema-invento, interesante en principio a un nivel filosófico, es codiciado por autoridades de otros países, a la vez que en la historia se entretejen líneas narrativas paralelas, entre las que figura el papel de los doctores responsables por la muerte de su esposa, por haberla supuestamente utilizado para unos dudosos experimentos y su relación sexual con su nuera.
Multiplicación de acciones paralelas y consideraciones intelectuales y metafísicas por parte del viudo, se entremezclan afectando la claridad del propósito del realizador-guionista llevando la película a un callejón sin salida.
La controversia acompaña al cineasta Ali Abbasi
El segundo filme en contienda llegó acompañado por una controversia. El aprendiz con la que el realizador iraní naturalizado danés, Ali Abbasi, regresa a Cannes donde en 2018 su película Criaturas fronterizas ganó el premio de la sección Certain Regard.
El aprendiz es su primera cinta en inglés rodada además en Estados Unidos. Basada en hechos reales que tienen que ver nada menos que con Donald Trump y la manera en la que creó su imperio de negocios en los tiempos de su boda con Ivana Trump y su entrada a los laberintos de la política y de la corrupción a manos de su mentor, el cínico abogado Roy Cohn.
El estreno mundial de la película fue acompañado por amenazas de eventuales acciones legales que podrían impedir su distribución, por parte del partidario y mecenas de ambas campañas presidenciales de Trump, el multimillonario americano Dan Snyder, quien cofinanció el filme.
De acuerdo con información de Variety, Snyder, está furioso por el retrato de Trump que ofrece la película y que resultó contrario a lo que él esperaba cuando aceptó ser coproductor.
Desde el punto de vista de tema y tratamiento cinematográfico, la película es verdaderamente poca cosa. Se puede entender que su selección en competencia obedece al, a veces morboso interés, por los actos y comportamientos del representante de los sectores más retrogrados en Estados Unidos, en el momento en que busca su segunda elección como presidente.
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Esto no significa que la película aporte algo que uno no conoce, ya que tampoco logra a nivel de guion ofrecer los elementos que sintetizarían y explicarían la creación del “fenomeno Trump”. Muy por el contrario el tratamiento por parte de Abassi resulta epidérmico y hasta condescendiente.
Habrán entendido ya que las películas en competencia siguen de vuelos bajos al iniciarse la segunda y última parte del certamen.