/ martes 23 de febrero de 2021

Daft Punk: La importancia del dueto francés que rechazó a Madonna

Daft Punk se separa tras 28 años. El dueto francés que logró dar un nuevo sonido a lo electrónico consiguió éxitos como One more time, Digital love y Get lucky

No cualquiera puede darse el lujo de rechazar a Madonna. A menos que no tengas rostro. Quizás eso pensaron Guy-Manuel de Homem-Christo y Thomas Bangalter, los parisinos con los que podríamos cruzarnos alguna vez en la vida e ignorar que ellos fueron Daft Punk.

Fabricar éxitos desde el anonimato no parece ser la mejor estrategia en un mundo que sube a Instagram hasta los huevos del desayuno. Lo advirtieron siempre: “Lo cool no nos importa. No somos ni seremos cool”. Pero acabaron siéndolo. Tanto que, ayer que anunciaron su separación tras 28 años de carrera, un meme viralizó las redes: «2021: YA TE ODIO».

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Primero fue un inesperado video que Daft Punk colgó a sus redes sin decir una sola palabra. Luego lo confirmó Pitchfork: el grupo de música electrónica más exitoso de la historia le ha puesto punto final a una novela que entremezcló como ninguna otra los frívolos beats con la calidez de casi toda la música negra. Porque sí, igual que sus ídolos, Kraftwerk, eran robots. Con una pequeña diferencia: ellos sí bailaban.

Más de 30 millones de discos vendieron los chicos a los que una vez les dijeron que mejor se dedicaran a otra cosa. En español, Daft Punk podría traducirse como «Punk Bobo». Y es que antes de que se pusieran los cascos tocaban rock, uno que al parecer no era muy bueno. O al menos así lo dejan ver las críticas de algunas revistas europeas especializadas, como la de Melody Maker, que no tuvo empacho en referirse a ellos como “a daft punky trash” (Una mierda de punk bobo).

Por fortuna Guy y Thomas no son hombres que se toman la vida muy en serio. “Unos tipos bastante punks”. Así los llamó alguna vez Pharrell Williams cuando trabajó con ellos para fabricar Get lucky, la canción más escuchada en un lapso de 24 horas en la historia de Spotify. Y es que fueron muy pocos los que anticiparon las transformaciones de Daft Punk. Cuando creían que lanzarían un disco de esos que les vuelan la cabeza a los puristas de la música electrónica, salieron con un puñado de hits para armar la fiesta en cualquier rincón del mundo.

Daft Punk fue una nave que cambió de velocidades sin avisar a los pasajeros. Lo que comenzó como un dúo más de french house —el refinado género electrónico más popular de los años 90— acabó como una oda a lo mejor de la música del siglo XX. Sus constantes referencias a Kraftwerk y a Giorgio Moroder —los dos polos opuestos de la música electrónica— dejaron entrever su objetivo: humanizar la música.

Esto dijo Thomas sobre el disco Random access memories (2013) cuando un reportero de El País le preguntó por qué habían cambiado tanto de sonido: “Es un álbum humano, hecho por personas. En la música de baile hay demasiadas máquinas. Hemos querido trabajar con gente a la que admiramos y hemos buscado humanizar a los robots, cuando parece que todo el mundo anda hoy intentando convertir a las personas en humanoides”.

Resulta extraño que dos hombres empecinados en ser robots hayan sido los encargados de llevar el mensaje humanizador al mundo del fast food musical, ese donde las canciones —en palabras de David Byrne, líder de los Talking Heads— suenan y saben a lo mismo. Ellos usaron el autotune antes que Bad Bunny y lo hicieron en la que quizás sea su mayor éxito, One More Time, el tema que puso de cabeza a las discotecas en el otoño del 2000, cuando Radiohead y su Kid A pronosticaban —desde un terreno mucho más lúgubre— transformaciones de fondo en la música que estaba por venir.

“Sus dos primeros discos —Homework (1997) y Discovery (2001)— tal vez son de los discos más importantes de la música electrónica. Curiosamente revolucionaron el género con el house, un estilo que ya llevaba años existiendo pero que ellos renovaron haciendo una especie de crossover que le gustaba a todos y que quedaba con todo, con rock, con pop, con funk, con lo que fuera”, considera Chuck Pereda, DJ y crítico musical de Reactor 105.7 FM.

Sería injusto hablar de Daft Punk sin mencionar a todos los músicos de su generación que crecieron en los suburbios parisinos donde los jóvenes ya estaban muy cansados de que en Francia no pasara nada musicalmente mientras Estados Unidos, Alemania e Inglaterra se colgaban todas las medallas. Fue así como surgieron bandas hoy internacionalmente famosas como Phoenix y Air. Todos ellos, junto con Daft Punk, conformaron eso que la industria nombró como «French Touch». Por fin algo pasaba en la música y sí, los franceses eran los protagonistas.

“Fueron una pandilla de gente bien interesante que cambió el rumbo de la música mediante estilos que siguen vigentes en prácticamente cualquier cosa que escuchemos. Todos hablamos de Daft Punk porque fueron los que llegaron a MTV, pero en realidad aquella generación fue bastante grande. El house que se comenzó a hacer en ese momento era muy alegre y tenía cierto dejo de irreverencia porque era un estilo tan fresco que daban ganas de armar un fiestón loco donde fuera”, dice Pereda.

Con las discotecas confinadas en el peor de los silencios, Daft Punk dice adiós. La fiesta ha terminado.

No cualquiera puede darse el lujo de rechazar a Madonna. A menos que no tengas rostro. Quizás eso pensaron Guy-Manuel de Homem-Christo y Thomas Bangalter, los parisinos con los que podríamos cruzarnos alguna vez en la vida e ignorar que ellos fueron Daft Punk.

Fabricar éxitos desde el anonimato no parece ser la mejor estrategia en un mundo que sube a Instagram hasta los huevos del desayuno. Lo advirtieron siempre: “Lo cool no nos importa. No somos ni seremos cool”. Pero acabaron siéndolo. Tanto que, ayer que anunciaron su separación tras 28 años de carrera, un meme viralizó las redes: «2021: YA TE ODIO».

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Primero fue un inesperado video que Daft Punk colgó a sus redes sin decir una sola palabra. Luego lo confirmó Pitchfork: el grupo de música electrónica más exitoso de la historia le ha puesto punto final a una novela que entremezcló como ninguna otra los frívolos beats con la calidez de casi toda la música negra. Porque sí, igual que sus ídolos, Kraftwerk, eran robots. Con una pequeña diferencia: ellos sí bailaban.

Más de 30 millones de discos vendieron los chicos a los que una vez les dijeron que mejor se dedicaran a otra cosa. En español, Daft Punk podría traducirse como «Punk Bobo». Y es que antes de que se pusieran los cascos tocaban rock, uno que al parecer no era muy bueno. O al menos así lo dejan ver las críticas de algunas revistas europeas especializadas, como la de Melody Maker, que no tuvo empacho en referirse a ellos como “a daft punky trash” (Una mierda de punk bobo).

Por fortuna Guy y Thomas no son hombres que se toman la vida muy en serio. “Unos tipos bastante punks”. Así los llamó alguna vez Pharrell Williams cuando trabajó con ellos para fabricar Get lucky, la canción más escuchada en un lapso de 24 horas en la historia de Spotify. Y es que fueron muy pocos los que anticiparon las transformaciones de Daft Punk. Cuando creían que lanzarían un disco de esos que les vuelan la cabeza a los puristas de la música electrónica, salieron con un puñado de hits para armar la fiesta en cualquier rincón del mundo.

Daft Punk fue una nave que cambió de velocidades sin avisar a los pasajeros. Lo que comenzó como un dúo más de french house —el refinado género electrónico más popular de los años 90— acabó como una oda a lo mejor de la música del siglo XX. Sus constantes referencias a Kraftwerk y a Giorgio Moroder —los dos polos opuestos de la música electrónica— dejaron entrever su objetivo: humanizar la música.

Esto dijo Thomas sobre el disco Random access memories (2013) cuando un reportero de El País le preguntó por qué habían cambiado tanto de sonido: “Es un álbum humano, hecho por personas. En la música de baile hay demasiadas máquinas. Hemos querido trabajar con gente a la que admiramos y hemos buscado humanizar a los robots, cuando parece que todo el mundo anda hoy intentando convertir a las personas en humanoides”.

Resulta extraño que dos hombres empecinados en ser robots hayan sido los encargados de llevar el mensaje humanizador al mundo del fast food musical, ese donde las canciones —en palabras de David Byrne, líder de los Talking Heads— suenan y saben a lo mismo. Ellos usaron el autotune antes que Bad Bunny y lo hicieron en la que quizás sea su mayor éxito, One More Time, el tema que puso de cabeza a las discotecas en el otoño del 2000, cuando Radiohead y su Kid A pronosticaban —desde un terreno mucho más lúgubre— transformaciones de fondo en la música que estaba por venir.

“Sus dos primeros discos —Homework (1997) y Discovery (2001)— tal vez son de los discos más importantes de la música electrónica. Curiosamente revolucionaron el género con el house, un estilo que ya llevaba años existiendo pero que ellos renovaron haciendo una especie de crossover que le gustaba a todos y que quedaba con todo, con rock, con pop, con funk, con lo que fuera”, considera Chuck Pereda, DJ y crítico musical de Reactor 105.7 FM.

Sería injusto hablar de Daft Punk sin mencionar a todos los músicos de su generación que crecieron en los suburbios parisinos donde los jóvenes ya estaban muy cansados de que en Francia no pasara nada musicalmente mientras Estados Unidos, Alemania e Inglaterra se colgaban todas las medallas. Fue así como surgieron bandas hoy internacionalmente famosas como Phoenix y Air. Todos ellos, junto con Daft Punk, conformaron eso que la industria nombró como «French Touch». Por fin algo pasaba en la música y sí, los franceses eran los protagonistas.

“Fueron una pandilla de gente bien interesante que cambió el rumbo de la música mediante estilos que siguen vigentes en prácticamente cualquier cosa que escuchemos. Todos hablamos de Daft Punk porque fueron los que llegaron a MTV, pero en realidad aquella generación fue bastante grande. El house que se comenzó a hacer en ese momento era muy alegre y tenía cierto dejo de irreverencia porque era un estilo tan fresco que daban ganas de armar un fiestón loco donde fuera”, dice Pereda.

Con las discotecas confinadas en el peor de los silencios, Daft Punk dice adiós. La fiesta ha terminado.

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