Sin kilos y kilos de maquillaje, sin el vaso de whisky y el puro, y sin la voz gruñona de Winston Churchill, pero con los mismos ojos azules inconfundibles llegó Gary Oldman a Londres para presentar Las horas más oscuras, su última película que versa sobre la vida del exprimer ministro británico.
La interpretación de una de las figuras clave en la historia contemporánea británica le valió a Oldman ser galardonado con el Globo de Oro al mejor actor, la nominación a los premios Bafta y la posibilidad de, por primera vez en su carrera, optar a ganar un Oscar.
"La gente me suele decir: 'Es extraño que nunca hayas sido nominado para un Oscar, no puedo creerlo'. Eso es probablemente porque nunca he tenido un publicista. No tengo uno", comentó.
"Nunca he pensado sobre ello porque no creo que sea importante. Los premios deben ser lo último en lo que estés pensando al trabajar", reconoció Oldman, en un encuentro con los medios de comunicación.
Oldman, a sus 59 años, interpreta a Churchill en los tiempos en los que fue nombrado primer ministro británico y tuvo que decidir sobre el futuro de la nación durante la Segunda Guerra Mundial.
Churchill contaba con 66 años por entonces, por lo que hicieron falta 200 horas de maquillaje en total para que el actor se pareciera lo máximo posible al mandatario.
"Él siempre ha sido representado con un carácter gruñón, fumando, bebiendo whisky, gritando a todo el mundo; no obstante, el Churchill que yo he intentado encontrar es un hombre con mucha energía, con mucho dinamismo. Tú puedes crear un personaje, pero siempre sobre lo que hay en el papel", señaló Oldman.
Las horas más oscuras (Darkest Hour, en inglés) narra la llegada al poder de Churchill, tras la resignación de Neville Chamberlain, y su papel en la lucha y resistencia del Reino Unido durante el asedio del eje en la Segunda Guerra Mundial.