/ lunes 29 de enero de 2018

Luis Aguilar: A cien años del natalicio de un grande del cine mexicano

El también llamado 'El gallo giro' formo junto a Pedro Infante y Jorge Negrete la trilogía de estrellas del género ranchero

A un siglo de su natalicio, la verdad es que a diferencia de Pedro Infante y Jorge Negrete poco se habla de Luis Aguilar en la memoria colectiva; este afamado actor y cantante originario de Hermosillo, Sonora, quien, junto con aquellos, formó la trilogía de estrellas del género ranchero durante la llamada Época de Oro del cine mexicano. Es tiempo, entonces, de recordarlo, revalorarlo y redimensionarlo en la historia del espectáculo de nuestro país.

Su nombre debe estar escrito en letras de oro y es justo rendirle tributo a este ser que nació con la misión divina de entretener, cantar y soñar o llorar quizá en dramas de ficción de un cine que lo encumbró de un modo brillante.

Ocurre que, el público que lo conoció, aquel que lo ha visto en sus películas, lo visualiza aún bajo el mote de El gallo giro, personaje que interpretó en una cinta del mismo nombre, pero más todavía lo ubica por su papel del motociclista Luis Macías en A.T.M. A toda máquina y ¿Qué te ha dado esa mujer?, cintas de Ismael Rodríguez que protagonizó al lado de Pedro Infante; sin embargo, detrás de la imagen del carismático actor y cantante de rancheras hay una extensa e impresionante trayectoria fílmica de 170 películas, lo que evidencia su intensa actividad artística y profesional que inició en 1944.

Y todavía tuvo la fortuna, a diferencia de Infante y Negrete que fallecieron temprano, de participar en telenovelas: cinco títulos, entre ellos Bajo un mismo rostro.

ACTOR POR CASUALIDAD

Ciertamente no figuraba en sus planes incursionar en la actuación, hasta que un día el cineasta Raúl de Anda “algo” le vio y lo lanzó en el filme Sota, caballo y rey, alternando con Domingo Soler, Susana Cora, Agustín Isunza, Meche Barba y Carlos López Moctezuma, por mencionar a algunos.

Hijo de Luis Aguilar y Carmen Manzo, Luis Aguilar Manzo había cursado estudios en el Colegio Militar donde al poco tiempo comenzó la carrera de ingeniero en el Ejército, sin embargo, tras abandonar el ámbito castrense se enroló en el departamento agrario de la Secretaría de Hacienda, que tampoco era lo suyo. Más tarde, buscando su camino y atendiendo su espíritu aventurero, se mudó a Mazatlán, Sinaloa, donde se convirtió en un audaz tiburonero.

No fue sino hasta principios de los años 40 cuando decidió trasladarse a la Ciudad de México, mientras el cine mexicano aprovechaba el caos producido por la Segunda Guerra Mundial y proyectaba al exterior un importante boom cinematográfico a través de historias inocentes y canciones con el afán de divertir al espectador.

A Sota, caballo y rey le siguió una larga lista de filmes que hablaban muy bien del éxito artístico y comercial que estaba obteniendo el muchacho de Hermosillo, quien, sin experiencia en los escenarios, rápidamente había adquirido visos de ídolo popular merced a su galanura y al estilo desenfadado de sus actuaciones.

Luis Aguilar era el arquetipo del mexicano relajiento, mujeriego y soñador que al igual que Infante y Negrete, avasallaban la taquilla por sus hazañas de película, sí, pero también por su romanticismo y, a final de cuentas, su condición humana.

Luis Aguilar Manzo crecía enormidades en su carrera. En 1951 era ya un ídolo cuando hizo A toda máquina! Filmaba hasta seis películas por año y atrás quedaba una lista de 25 filmes que incluía Caminos de sangre, La reina del trópico, Aquí está Juan Colorado, Los Cristeros, Charro a la fuerza, Dos gallos de pelea, Una aventura en la noche y El gallo giro, entre otros títulos. Ese mismo año 1951 rodó El tigre enmascarado, Capitán de rurales, El señor gobernador, Cuando tú me quieras y ¿Qué te ha dado esa mujer?

IDEA DE DON ISMAEL

Fue precisamente Ismael Rodríguez, a la sazón director de cabecera de Pedro Infante, a quien se le ocurrió reunir en una cinta a ambos ídolos del cine del momento: el de Guamúchil y Luis Aguilar. Con semejante dupla, pensó, la taquilla estaría más que asegurada y, el negocio, también. Pidió a Pedro de Urdimalas le ayudara a escribir un argumento en el género de la comedia urbana que involucrara a dos amigos jóvenes solteros, guapos, apuestos, miembros del Escuadrón de Motociclistas de Tránsito de la Ciudad de México, enfrascados en una rivalidad de odio y amor por una mujer.

Así surgió A.T.M., cuyo reparto estuvo integrado, además, por Alma Delia Fuentes en el rol de la damita joven en cuestión. El filme se estrenó el 13 de septiembre de 1951 y fue tal el éxito que en seguida y sin perder tiempo vino la continuación: ¿Qué te ha dado esa mujer?, películas que a la postre se convertirían en clásicas del cine mexicano y referentes tanto de Pedro Infante como de Luis Aguilar. El público las sigue apreciando hoy en día a través de la televisión, sin duda, dos trabajos cinematográficos de los más vistos en nuestro país.

LOS DISCOS

La carrera del artista sonorense continuó en aumento. Sin embargo, aunque no cantaba mal las rancheras, la incursión de Luis en el mercado del disco no tuvo mayores repercusiones, aunque contrariamente, el público le llenaba los lugares donde se presentaba. Lo suyo era el cine, sencillamente.

Pero Luis tuvo la dicha también de lucir su voz de barítono al lado de los mejores cantantes, como Negrete y Pedro, Antonio Aguilar, Pedro Vargas, Javier Solís, Lucha Villa y Lola Beltrán.

Era el galán romántico que le cantaba a las damas, las hacía soñar llenas de ilusión, relacionarse con él en una mágica comunión público-artista, y sin embargo, su destino estaba claramente trazado en la senda del cine.

Después de los golpes masivos que significaron las dos producciones de Ismael Rodríguez uniéndolo con Pedro Infante, el ídolo popular indiscutible del momento, la carrera fílmica de Luis Aguilar enfiló con mayor intensidad abarcando todo tipo de temáticas hasta culminar con la cinta El amarrador, misma que dejó inconclusa al morir, el 24 de octubre de 1997, a consecuencia de un infarto al miocardio.

LA OTRA VIDA

Era un ser humano, después de todo. Un hombre de carne y hueso y, como tal, sujeto a los avatares de la vida misma. Enfrentaba problemas como cualquier mortal y, en una de esas, Roberto, el hijo de su segunda esposa, la actriz Rosario Gálvez, a quien había amado como suyo, se mató al dispararse accidentalmente una pistola mientras se probaba un traje de charro del actor. La tragedia lo sumió en un estado de depresión del que nunca pudo sobreponerse.

Por otro lado, para nadie era un secreto que Luis Aguilar Manzo padecía agudos problemas de alcoholismo. Hay quienes juran que a la deslumbrante estrella del cine mexicano solían encontrarlo tirado en la calle inconsciente de borracho. Pero bueno, eso entra en el aspecto de su condición humana.

Luis Aguilar nació hace 100 años, y hay que rendirle tributo.

A un siglo de su natalicio, la verdad es que a diferencia de Pedro Infante y Jorge Negrete poco se habla de Luis Aguilar en la memoria colectiva; este afamado actor y cantante originario de Hermosillo, Sonora, quien, junto con aquellos, formó la trilogía de estrellas del género ranchero durante la llamada Época de Oro del cine mexicano. Es tiempo, entonces, de recordarlo, revalorarlo y redimensionarlo en la historia del espectáculo de nuestro país.

Su nombre debe estar escrito en letras de oro y es justo rendirle tributo a este ser que nació con la misión divina de entretener, cantar y soñar o llorar quizá en dramas de ficción de un cine que lo encumbró de un modo brillante.

Ocurre que, el público que lo conoció, aquel que lo ha visto en sus películas, lo visualiza aún bajo el mote de El gallo giro, personaje que interpretó en una cinta del mismo nombre, pero más todavía lo ubica por su papel del motociclista Luis Macías en A.T.M. A toda máquina y ¿Qué te ha dado esa mujer?, cintas de Ismael Rodríguez que protagonizó al lado de Pedro Infante; sin embargo, detrás de la imagen del carismático actor y cantante de rancheras hay una extensa e impresionante trayectoria fílmica de 170 películas, lo que evidencia su intensa actividad artística y profesional que inició en 1944.

Y todavía tuvo la fortuna, a diferencia de Infante y Negrete que fallecieron temprano, de participar en telenovelas: cinco títulos, entre ellos Bajo un mismo rostro.

ACTOR POR CASUALIDAD

Ciertamente no figuraba en sus planes incursionar en la actuación, hasta que un día el cineasta Raúl de Anda “algo” le vio y lo lanzó en el filme Sota, caballo y rey, alternando con Domingo Soler, Susana Cora, Agustín Isunza, Meche Barba y Carlos López Moctezuma, por mencionar a algunos.

Hijo de Luis Aguilar y Carmen Manzo, Luis Aguilar Manzo había cursado estudios en el Colegio Militar donde al poco tiempo comenzó la carrera de ingeniero en el Ejército, sin embargo, tras abandonar el ámbito castrense se enroló en el departamento agrario de la Secretaría de Hacienda, que tampoco era lo suyo. Más tarde, buscando su camino y atendiendo su espíritu aventurero, se mudó a Mazatlán, Sinaloa, donde se convirtió en un audaz tiburonero.

No fue sino hasta principios de los años 40 cuando decidió trasladarse a la Ciudad de México, mientras el cine mexicano aprovechaba el caos producido por la Segunda Guerra Mundial y proyectaba al exterior un importante boom cinematográfico a través de historias inocentes y canciones con el afán de divertir al espectador.

A Sota, caballo y rey le siguió una larga lista de filmes que hablaban muy bien del éxito artístico y comercial que estaba obteniendo el muchacho de Hermosillo, quien, sin experiencia en los escenarios, rápidamente había adquirido visos de ídolo popular merced a su galanura y al estilo desenfadado de sus actuaciones.

Luis Aguilar era el arquetipo del mexicano relajiento, mujeriego y soñador que al igual que Infante y Negrete, avasallaban la taquilla por sus hazañas de película, sí, pero también por su romanticismo y, a final de cuentas, su condición humana.

Luis Aguilar Manzo crecía enormidades en su carrera. En 1951 era ya un ídolo cuando hizo A toda máquina! Filmaba hasta seis películas por año y atrás quedaba una lista de 25 filmes que incluía Caminos de sangre, La reina del trópico, Aquí está Juan Colorado, Los Cristeros, Charro a la fuerza, Dos gallos de pelea, Una aventura en la noche y El gallo giro, entre otros títulos. Ese mismo año 1951 rodó El tigre enmascarado, Capitán de rurales, El señor gobernador, Cuando tú me quieras y ¿Qué te ha dado esa mujer?

IDEA DE DON ISMAEL

Fue precisamente Ismael Rodríguez, a la sazón director de cabecera de Pedro Infante, a quien se le ocurrió reunir en una cinta a ambos ídolos del cine del momento: el de Guamúchil y Luis Aguilar. Con semejante dupla, pensó, la taquilla estaría más que asegurada y, el negocio, también. Pidió a Pedro de Urdimalas le ayudara a escribir un argumento en el género de la comedia urbana que involucrara a dos amigos jóvenes solteros, guapos, apuestos, miembros del Escuadrón de Motociclistas de Tránsito de la Ciudad de México, enfrascados en una rivalidad de odio y amor por una mujer.

Así surgió A.T.M., cuyo reparto estuvo integrado, además, por Alma Delia Fuentes en el rol de la damita joven en cuestión. El filme se estrenó el 13 de septiembre de 1951 y fue tal el éxito que en seguida y sin perder tiempo vino la continuación: ¿Qué te ha dado esa mujer?, películas que a la postre se convertirían en clásicas del cine mexicano y referentes tanto de Pedro Infante como de Luis Aguilar. El público las sigue apreciando hoy en día a través de la televisión, sin duda, dos trabajos cinematográficos de los más vistos en nuestro país.

LOS DISCOS

La carrera del artista sonorense continuó en aumento. Sin embargo, aunque no cantaba mal las rancheras, la incursión de Luis en el mercado del disco no tuvo mayores repercusiones, aunque contrariamente, el público le llenaba los lugares donde se presentaba. Lo suyo era el cine, sencillamente.

Pero Luis tuvo la dicha también de lucir su voz de barítono al lado de los mejores cantantes, como Negrete y Pedro, Antonio Aguilar, Pedro Vargas, Javier Solís, Lucha Villa y Lola Beltrán.

Era el galán romántico que le cantaba a las damas, las hacía soñar llenas de ilusión, relacionarse con él en una mágica comunión público-artista, y sin embargo, su destino estaba claramente trazado en la senda del cine.

Después de los golpes masivos que significaron las dos producciones de Ismael Rodríguez uniéndolo con Pedro Infante, el ídolo popular indiscutible del momento, la carrera fílmica de Luis Aguilar enfiló con mayor intensidad abarcando todo tipo de temáticas hasta culminar con la cinta El amarrador, misma que dejó inconclusa al morir, el 24 de octubre de 1997, a consecuencia de un infarto al miocardio.

LA OTRA VIDA

Era un ser humano, después de todo. Un hombre de carne y hueso y, como tal, sujeto a los avatares de la vida misma. Enfrentaba problemas como cualquier mortal y, en una de esas, Roberto, el hijo de su segunda esposa, la actriz Rosario Gálvez, a quien había amado como suyo, se mató al dispararse accidentalmente una pistola mientras se probaba un traje de charro del actor. La tragedia lo sumió en un estado de depresión del que nunca pudo sobreponerse.

Por otro lado, para nadie era un secreto que Luis Aguilar Manzo padecía agudos problemas de alcoholismo. Hay quienes juran que a la deslumbrante estrella del cine mexicano solían encontrarlo tirado en la calle inconsciente de borracho. Pero bueno, eso entra en el aspecto de su condición humana.

Luis Aguilar nació hace 100 años, y hay que rendirle tributo.

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