El mundo nunca había tenido acceso a tanta música como ahora. Los gustos musicales de la gente son cada vez más eclécticos y son los algoritmos de las plataformas por streaming los que definen las tendencias de una industria donde las disqueras ya no son protagonistas. Ante este panorama, podría pensarse que la radio está muerta, pero aún queda un camino para sobrevivir, dice en entrevista Luis Gerardo Salas, fundador de Rock 101, la estación por la cual muchos mexicanos pudieron escuchar por primera vez a bandas como Joy Division, The Cure, Duran Duran o The Police.
“El Spotify de antes era ese amigo millonario que tenía una gran colección de discos en su casa y que te daba chance de escucharlos. Sin embargo, en aquellos años, ese amigo era tu guía, el que te platicaba sobre música, el que te enseñaba por cuál disco deberías empezar. De algún modo, entre tanta oferta, la radio hoy debe jugar el papel de ese amigo”, dice Salas, quien planea publicar un libro que recopile la historia de Rock 101, una estación que desde la década de 1980 se dio cuenta que no bastaba sólo con transmitir canciones, sino que era necesario contar con una oferta de conocimientos culturales para el radioescucha.
Rock 101 se transmitió desde el 1 de junio de 1984 hasta el 16 de agosto de 1996 a través de la emisora XHSON-FM (100.9 MHz), que era administrada por Núcleo Radio Mil. Eran los tiempos dorados de la radio y, sobre todo, el momento de auge de las estaciones juveniles, donde había verdaderas luminarias de la locución, como Martín Hernández, Jordi Soler, Charo Fernández, Alejandro González Iñárritu y, por supuesto, Luis Gerardo Salas.
“La radio de hoy debe tener la capacidad de transmitir conocimientos y experiencias que permitan al escucha tener un punto de vista propio sobre la música con la que se identifica o con la que rechaza”, afirma Salas. “Los servicios de streaming son colecciones gigantescas de música a las que se puede acceder, pero sin ninguna brújula ni ninguna guía que te haga conocer realmente lo que estás escuchando”.
Para Salas, los algoritmos de plataformas como Spotify, Deezer o Apple Music, “deshumanizan” la música hasta cierto punto, pues aunque son bastante eficaces para dar recomendaciones basadas en el historial del usuario, siguen sin ser capaces de generar una cultura musical en las personas.
“Con la radio sucede exactamente lo contrario que en el streaming. La radio es la imperfección de la emoción humana. En Rock101, por ejemplo, hicimos cosas muy descabelladas que quizás se salieron de la línea de la estación, pero que fueron fundamentales para establecer una conexión con la gente”, recuerda el locutor.
Todo ese tipo de experiencias serán contadas en este libro cuya fecha de publicación aún no se conoce. Y por supuesto que también estarán incluidas vivencias personales de Luis Gerardo Salas, quien desde muy joven tuvo la oportunidad de vivir en Estados Unidos y conocer música que jamás hubiese podido escuchar en México, un país que en los 70 vivía en una burbuja.
“La elaboración de este libro ha implicado un viaje al pasado en mi vida. Recuerdo mucho cuando me fui de intercambio a Massachusetts, lejísimos de México, que a mediados de los 70 era un país muy conservador y estaba subyugado al gobierno populista de Luis Echeverría. Ser mexicano en aquella época era muy duro: no había nada que alentara a los jóvenes a mirar hacia afuera”, dice.
El libro contará la historia de Rock 101, cuyo modelo fue reproducido posteriormente por estaciones como Reactor o Radio Ibero. La última vez que se escuchó fue el 16 de agosto de 1996 y eso provocó incluso una serie de protestas de cientos de jóvenes afuera de las instalaciones de Núcleo Radio Mil. Actualmente, la estación puede escucharse vía digital.
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