Mientras esperaba el elevador en la planta baja del edificio de 12 pisos de la Secretaría de Comercio, se le acercaron muchos de sus compañeros para felicitarlo por su debut en televisión. Muchos. Así, recuerda Pedro Sola, quien había dedicado su vida profesional a la burocracia que se dio cuenta "de la penetración de la televisión".
Años después su habilidad para conversar le dio su ingreso a Ventaneando, el programa que cambió la manera de presentar la información del espectáculo y que hoy celebra 25 años al aire.
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"Yo siempre quise ser actor, pero en casa no me dejaron, en aquellos tiempos el papá mandaba y yo por lo menos, era muy obediente, entonces fui economista, lo cual me dio para vivir a gusto", cuenta Sola, quien desde hace tres años tiene su propio canal de YouTube, que hasta ahora llega a 449 mil suscriptores.
Fue su don de palabra lo que llamó la atención de la productora Carmen Armendáriz, quien estrenó el concepto de Ventaneando en 1996. Eran viejos conocidos, ella invitó a Pedro al casting para el programa luego de que grabó tres episodios de una serie que produjo a finales de los 90 en Televisa. "Participé en Hora marcada y yo feliz, en el primer programa que hice fui el chofer de Jacqueline Andere", recuerda. A la mañana siguiente del estreno del capítulo, fue cuando sus compañeros en la Secretaría de Comercio lo saludaron frente al elevador diciéndole "lo vimos en la tele".
Así nació la fama del conductor más querido de Ventaneando, quien a los 48 años dio el sí definitivo a la televisión.
"El piloto se llamaba Qué te cuento, lo grabamos en diciembre de 1995 y en enero del 96 me dijeron que sí les había gustado mi participación. Íbamos a ser Juan José Origel, Martha Figueroa y yo. Pati iba a ser la productora, el otro conductor iba a ser un amigo de Origel, pero a él no lo dejaron y entonces el señor Salinas Pliego que en esa época conducía directamente la televisora, decidió que Pati Chapoy fuera titular y se llamó por eso Ventaneando con Pati Chapoy".
El tío Pedrito, como también es conocido, no imaginó entonces que el programa sería tan longevo. "El día que me dijeron lo que me iban a pagar, hice mis cuentas y dije ‘ojalá que dure tres, cuatro meses para poder cambiar el coche’, tenía un Volkswagen 90, y a partir de entonces, he cambiado tanto el coche, como no tienes idea", narra divertido quien trabajó 27 años en el sector público.
Quizá su vocación estaba marcada desde la infancia, cuando escuchaba radionovelas al lado de su abuela y más tarde, veía telenovelas con su mamá. Su horario laboral le permitía ver los melodramas. "Y cuando mi mamá enviudó y nos quedamos ella y yo solos 20 años, disfrutábamos mucho viendo la televisión".
La facilidad de palabra, asegura, la heredó de su madre. "Era una gran conversadora y siempre hablaba con conocimiento, mi papá era muy culto pero muy callado, ella nunca hablaba de cosas que no conocía y yo se lo aprendí, de lo que no sé no me gusta hablar".
En un cuarto de siglo, Pedro Sola ha visto el desarrollo de la televisión, aunque reconoce que la fórmula prácticamente es la misma. "Pati me contó que cuando el señor Salinas Pliego compró esta empresa y la llamó para que le ayudara a echarla a andar, recorriendo los estudios de lo que era Imevisión, subieron al Master y había cosas amarradas con alambritos y ahora en el Master sientes que te elevas a la estratósfera porque parece una nave espacial". El conductor asegura que a la gente lo que más le gusta no es el espectáculo en sí, sino la vida de los famosos. "Daniel Bisogno dice una frase: ‘cada quien tiene su talento’, y yo tuve la suerte de tener este talento de comunicar, a la gente le caigo bien, no soy el hombre más guapo del mundo, pero tampoco soy Cuasimodo, soy un anciano, pero ahí la llevo".