De niño, Sam Raimi soñaba con ser parte del mundo de los superhéroes. Tal vez no posee las habilidades físicas que caracterizan a Capitán América, Iron man o Spiderman, pero sí cuenta con las capacidades de crear mundos inimaginables, entremezclados con el terror y la ficción.
De sus defensores favoritos está Dr. Strange, a quien sigue desde pequeño debido al interés que Raimi tiene por la magia; la influencia fue tal en su juventud que, previo a involucrarse en el mundo cinematográfico, comenzó a desarrollar aptitudes para dominar ciertos trucos de ilusión.
“Me gusta el hecho de que Dr. Strange fuera un mago y a la vez un superhéroe. Yo mismo era un mago amateur en fiestas de niños y por eso podía identificarme tanto con este personaje.
“Siempre pensé que era genial que él protegiera la Tierra y nuestro universo de fuerzas mágicas malignas, eso era realmente espeluznante, pero increíble”, contó el director en entrevista con El Sol de México.
Al comenzar a trabajar en el cine, el primer superhéroe con el que tuvo contacto fue Spiderman, él llevó a cabo la dirección de la trilogía que finalizó en 2007 y fue protagonizada por Tobey Maguire.
Ahora, 15 años después de haberse alejado del mundo de Marvel, Raimi regresa para cumplir uno de sus sueños, ser parte del multiverso de Dr. Strange.
“Estuve lejos de las películas de superhéroes durante algún tiempo porque necesitaba un gran descanso. Después de tres filmes no quería repetirme, realmente quería traer algo nuevo al género, con lo que pudiera contribuir.
“Pasé mucho tiempo viendo crecer a mis hijos, produciendo películas con jóvenes directores, viendo su trabajo, dirigiendo actores; estuve mucho tiempo en mi jardín también, pero luego de 15 años ya me sentía listo para regresar, llegó la llamada, estaban buscando a un director y pensé que sería perfecto”, aseguró el cineasta.
Fue así como comenzó la historia entre Sam Raimi y Dr. Strange en el multiverso de la locura, filme que estrena el 5 de mayo en cines, con un preestreno hoy en México.
LA HISTORIA
Dr. Strange (Benedict Cumberbatch) vuelve con mucho más poder. A través de sus hechizos transportará al público a un escenario lleno de caos, peleas, acertijos, acción y misterio, donde diferentes universos convergen y retan a cada uno de los defensores.
Para esta ocasión se necesitará la ayuda de la Bruja Escarlata (Elizabeth Olsen), así como de Mordo(Chiwetel Ejiofor) y Wong (Benedict Wong).
“El desafío en esta historia fue que estos personajes se desarrollaron por completo en diferentes películas previas y, ahora, entran en realidades alternas y se encuentran con otras versiones de ellos mismos.
“Wanda y Strange tienen que interpretar más de una versión de sí mismos y eso puede ser muy difícil. Al tener tantas versiones, tienes que ser muy determinado en las elecciones que haces para que te proyectes de una forma más original”, comentó.
LA INCLUSIÓN
Uno de los personajes que, dijo, llamará más la atención será el de América Chávez (Xóchitl Gómez), además de conquistar con su personalidad, promoverá la tolerancia.
“América comparte el mensaje de la juventud y el espíritu brillante, la falta de voluntad para respetar a una persona mayor sólo porque son mayores, tienen que ganarse su respeto.
“Ella trae el espíritu de la inclusión consigo misma”, dijo.
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Raimi desconoce hasta el momento si existirá una prohibición del filme en algunos países del Medio Oriente debido al contenido LGBT+ que incluye, como se había rumorado, sin embargo pidió tener apertura hacia el proyecto.
“Espero que vean la película y le den una oportunidad. Creo que si la vieron, se dieron cuenta de que hay un mensaje realmente muy positivo y podría tener un gran efecto en la audiencia”, sostuvo.
Michael Stühlbarg, Rachel McAdams, Patrick Stewart y Julian Hilliard completan el elenco.
SU PROPIO MULTIVERSO
Además de dirigir un multiverso de ficción, el también escritor de 62 años reconoció que su propio multiverso de la locura se vive en casa, con sus hijos; mientras reconoce que con Dr. Strange comparte, no sólo el gusto por la magia, sino también el gran ego que poseen.
“Los directores tienen que tener un gran ego para poder contar la historia porque de lo contrario no funcionaría. Lo que hacemos es leer un libro o el guion y explicarle al equipo cómo lo deben de ver y ellos piensan que la forma en que lo ven es la mejor manera.