Entrar a la casa de Kenny Avilés es como adentrarse en una sala de un museo del rock mexicano. Sus paredes están decoradas con fotografías de ella en sus distintas etapas musicales, así como portadas de sus discos, una galería que ella denomina “su egoteca” personal.
Un pasillo corto, adornado con más fotos, conduce a la sala principal, donde la rockera se encuentra sentada, en el comedor hasta el fondo, con una cerveza a medio tomar y vestida con una blusa de tirantes negra que deja al descubierto sus múltiples tatuajes.
“Mi pecho no es bodega”, advierte con una sonrisa de oreja a oreja, antes de comenzar a recordar algunas de las múltiples anécdotas que ha vivido a lo largo de sus casi 70 años de vida.
Y es que desde que era una niña, creciendo en el seno de una familia que califica como diferente y original, afirmaba que su sueño era convertirse en una cantante famosa, y ese camino la llevaría a vivir un sinfín de experiencias que hasta la fecha recuerda con cariño.
Con esa potente y ronca voz que ha interpretado temas como No huyas de mí y Me quieres cotorrear, comienza a narrar que su pasión por la música viene desde que escuchaba junto con algunos de sus 12 hermanos las canciones de los Rolling Stones, Aretha Franklin o Jimmy Hendrix.
Esas figuras la fueron inspirando para seguir el llamado de la música, y dedicar su vida al rock. Sus padres fueron parte de este camino, especialmente su padre, quien le inculcó desde la cuna una filosofía que consistía en buscar la felicidad a partir de “no enojarse, no ofender, no contradecir, no mentir, pero tolerar al enojado, al ofensivo, al contradictorio y al mentiroso”.
Él fue uno de sus principales apoyos, y sobre todo la persona que le heredó el ser “fuera de lo común”, dice en entrevista con El Sol de México.
“Mi padre era matemático, alquimista, yerbero, era fuera de este mundo, y era Santa Claus, con su barba blanca. Lo tengo ahí en el refri”, dice, mientras señala la foto donde posan juntos.
Esa confianza que le brindaron en su familia, y el hecho de haber crecido en una casa con decoración prehispánica en Guadalajara, Jalisco, que la gente solía retratar constantemente, le ayudó a acostumbrarse a los reflectores.
COMENZÓ RODEADA DE MUJERES
Su ingreso al mundo artístico se dio en los 70, tras haber conocido a Verónica Castro, por medio de un amigo en común. La cantante la invitó a ser su corista, aunque al poco tiempo fue despedida debido a que una noche se enronqueció a causa de un aire acondicionado y no logró cantar bien, provocando la molestia de la también actriz.
Lejos de sentirse molesta, agradece que esto haya sucedido, pues si bien “iba llorando en el avión, dije ‘gracias Dios mío’. Si no, sería corista todavía, ahora prefiero ser cabeza de ratón, que cola de león”.
Su inicio al frente de un proyecto se dio en 1980, mientras vivía en Estados Unidos. Con su entonces esposo, Ricardo Ochoa, formó una agrupación conformada en su mayoría por mujeres. En total eran tres, la bajista, una tecladista y ella en la voz.
“El primer disco (Electric / Manias) lo hicimos en inglés, antes de llegar a México. Hay algunas canciones en español, pero la mayoría eran en inglés, ya después nos venimos a México y le quitamos el Kenny And The Electrics para formar Kenny y los eléctricos”.
Estos inicios en los escenarios no le resultaron tan sencillos, pues pese a la seguridad que poseía, al momento de estar frente al público el pánico escénico se apoderaba de ella.
“Primero tocaba la armónica, me daba pena cantar. Usaba mis lentes de sol, que era la onda new wave”, platica.
“Me daba pena hablar entre canciones, el que hablaba era mi ex, Ricardo, pero a la hora de cantar me explayaba tal cual era. Me intimidaba, era pánico escénico, y ahora enseño hasta las tetas en el Vive Latino”, agregó entre risas.
Por las filas de Kenny y los eléctricos han pasado alrededor de 56 artistas como Aleks Syntek, Sabo Romo, Jorge Amaro, Lino Nava, Alejandro Marcovich, Edgar Carrum y Alejandra Guzmán. Entre los más de 10 discos que han lanzado, destacan Juntos por el rock, Toda la noche sin parar, Con tequila en la sangre y Mágica sensación.
Esta trayectoria la llevó a ser conocida como “la madre del rock mexicano”, un título que porta con orgullo, pues ve con buenos ojos el que su trabajo haya abierto las puertas a futuras rockeras.
“Sí me costó un poco de trabajo al principio que me aceptaran, que fuera creíble. Me decían ‘si eres mujer cómo vas a cantar rock’, no ubicaban a las mujeres en el rock”, recuerda. “Pero dije, yo puedo, tengo una vocesota, tengo a veces más voz que los hombres. Luego ellos hablan muy finito, y yo nunca he podido hablar así”.
SEXO, SIN DROGAS Y ROCK AND ROLL
Con una sonrisa pícara, Kenny afirma que en su vida no ha faltado el rock, ni el sexo, pero las drogas son una parte de la vida de un rockero que jamás probó. Incluso el alcohol entró a su vida de una manera tardía, pues en su juventud no tenía la costumbre de tomar.
“Comencé con vino blanco. Eso me desinhibía”, cuenta. “Nunca me involucré ni me llamó la atención, me daba más miedo. La mayoría de mis amigos, cuando eres joven, pruebas. Pero yo no. Ni marihuana que era lo más light”.
Sin embargo, recordó una ocasión cuando, por accidente, ingirió un pastelillo que contenía marihuana. “Una vez había unos brownies de chocolate en una fiesta, y me comí uno sin saber que tenía marihuana. Les decía, qué padre suena Janis Joplin, nunca la había oído así. Siento que me está cantando aquí, ¡no pues yo ya estaba drogada!, pero sin saberlo. Hasta el otro día me dijeron”.
Hasta la fecha sigue siendo amante de la comida saludable, y procura llevarse la vida con calma y siempre relajada como su padre le enseñó, algo que considera le ha permitido mantenerse saludable, e incluso ha repercutido en la parte musical, pues siempre ha mantenido sus canciones en el mismo tono.
“Llevo 43 años en el rock, pero creo que dos veces en mi vida me he enfermado de la garganta”, señaló, aunque confesó que una de estas ocasiones no terminó del todo bien, debido a un mal consejo que recibió.
“Una vez me dio laringitis, y otra no podía ni cantar, estaba súper mal de la garganta. Andábamos en Coatzacoalcos, Veracruz, y me dijeron que me tomara un tequila. Y no, me puse más peda y ya no podía, le acercaba el micrófono al público para que ellos cantaran porque ya no me salía la voz”.
NO TENÍA ROTO EL CORAZÓN
En 1988 se lanzó el tema No huyas de mí, el cual es hasta el momento el más famoso de su repertorio musical. “Tengo roto el corazón. Desarmada la razón. Podrás tener mil romances. Nunca con sinceridad. Tengo tanto para amar. Es como una enfermedad”, dicta el inicio de esta canción.
Su letra curiosamente surgió sin que ella estuviera herida, y el intro simplemente nació a partir de su deseo que sonara con un sentimiento como de regional. “La verdad no tenía roto el corazón, pero me encantó la primera frase. Dije, así debe empezar la rola, porque a mí me gusta mucho el mariachi. Mi mamá a veces llegaba a la casa con un mariachi y ella cantaba, yo tengo la vocesota que tenía ella”.
Esa línea le había gustado tanto que incluso deseaba que así se llamara la canción, pero Ricardo Ochoa, quien además de ser su esposo en ese entonces compartía la parte creativa del grupo con ella, optó por el nombre que tiene actualmente.
Fueron los fans quienes la popularizaron bajo el título que ella quería. “La gente me dio la razón, la mayoría la conoce así, y dije ándale pendejo, tenía razón”, menciona con orgullo.
Y aunque en ese momento no tenía dedicatoria, Kenny reconoce que hoy en día sí se la canta a su ex pareja, Edgar Carrum: “Se la dedico a él, ahora que me dejó por otra hace año y medio”, dice dirigiendo la mirada hacia donde se encuentra el también músico, con quien hoy en día mantiene una buena relación, y al momento de la entrevista estaba barriendo su habitación.
SIGUE FORJANDO SU CAMINO
Tras haber abierto las puertas del rock mexicano a las mujeres, y hasta haber hecho historia al posar en la revista Playboy a sus 43 años. Kenny todavía se siente llena de vida, actualmente continúa trabajando en proyectos musicales, haciendo transmisiones en vivo en sus redes sociales, y dando conciertos (la Bohemia Rock en El Cantoral, al lado de Sergio Arau y Piro, el 30 de junio fue el más reciente).
Asimismo, mantiene vivo su sueño de abrir una boutique donde vender la ropa que diseña desde hace ya varios años, que incluso ha vestido a figuras como Bibi Gaitán, Betty Monroe, Itatí Cantoral, Tania Libertad, Alejandra Guzmán y la ex primera dama, Angélica Rivera.
“Siempre me ha gustado diseñar, y empecé a vender ropa”, narra al respecto. “Hace unos años se iba a lograr la tienda, pero llegó la pandemia, y fueron tres años, aunque nos fue mejor, la vendía en línea”.
Recientemente, tuvo también la oportunidad de debutar en televisión, al ser invitada para la tercera entrega de la serie Acapulco, donde compartió créditos con Eugenio Derbez, y llegará a Apple TV+ en los próximos meses.
“Me encantó, lo acabo de hacer en Puerto Vallarta, ahí se graba. Fue una experiencia diferente en mi vida, porque nunca había hecho esto, salgo de pareja con Héctor de La Lupita, estuvo padre porque los dos somos cantantes”, cuenta.
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Finalmente, adelantó que ya está en charlas para realizar un documental sobre su vida, el cual podría llegar a plataformas digitales, y contará desde cómo fue su familia, hasta la consolidación de su carrera en el rock.
“Va a estar muy interesante, obviamente por los 56 músicos, que hoy muchos son famosos, y por mi historia, de dónde vengo. Va a ser divertido, con todas mis anécdotas”, contó la cantante, antes de entrar a su cuarto para colocarse una brillante chamarra amarilla con estoperoles, con la cual se sentó frente a su “egoteca” para una sesión de fotos.