El cine de terror tiene dignos exponentes del género, pero ninguno como la saga de hasta ahora once películas de Halloween que en las últimos cuatro décadas ha demostrado que tiene mucho más para poner los nervios de punta al más valiente que se atreva a verlas.
La primera y sin duda la mejor se estrenó en 1978 bajo la dirección de John Carpenter, quien sin grandes trucos de maquillaje logró poner hasta la fecha, el nombre de Michael Myers como referente del terror, pues una máscara inexpresiva, pero sí muy terrorífica causó pesadillas a más de uno, sobre todo por el sanguinario camino que dejó a lo largo de su historia que agotó todos los recursos para causar miedo y en la onceava titulada simplemente Halloween, retoma sus inicios con buenos resultados.
Para la cultura norteamericana el Día de Halloween representa la fecha donde la suma de todos los miedos se hace presente, las historias y leyendas sobre asesinos en serie y brujas cobra vida y la historia de Myers es la mejor, un chico de seis años que es enviado a un sanatorio mental tras asesinar brutalmente a su hermana mayor. Pero 15 años después, logra escapar de la institución, vuelve a su ciudad natal en Illinois y sale en búsqueda de niñeras para asesinarlas concretamente durante la noche de Halloween, mientras es perseguido por su siquiatra.
La primera película tuvo un presupuesto de 325 mil dólares y logró recaudar tras su estreno la espectacular cifra de 70 millones de dólares alrededor del mundo, lo que la transformó en la cinta independiente más rentable a finales de la década de los setenta, pero eso no fue todo, porque la película fue, efectivamente, tanto un hit en taquilla, como también en crítica y también dentro de su legado en los anales de la cultura pop de fines de esa década.
Con el paso de los años se ha convertido en una de las películas pioneras de asesinos en serie que estuvieron tan de moda durante la siguiente década y ha mantenido en la fama a Carpenter como autor, pero también la protagonista principal, Jamie Lee Curtis ha gozado de este éxito. Los años ochenta fueron testigos de otros personajes de terror como Freddy Krueger con Pesadilla en la calle del infierno y de otro más, Jason Voorhees, el brutal enmascarado de la también ya larga saga de Martes 13, pero ninguno de ellos ha logrado el efecto que Michael Myers tiene en el mundo de los más icónicos asesinos de la historia del cine.
Múltiples secuelas, libros y hasta un videojuego para Atari fueron parte del resultado del impacto social de la película, lo que la colocó en un status de culto y de sus intentos de renacimiento hace más de una década.
Cuarenta años después de la primera, llega este fin de semana a los cines otra secuela más, la número once y que rompe con las anteriores, pues se retoma la historia original, con Michael Myers recluido en un manicomio de alta seguridad de donde logra escaparse para enfrentarse a Jamie Lee Curtis, quien retoma su papel de Laurie Strode, ahora ya abuela, para enfrentarse de una vez por todas contra su peor pesadilla y mandarlo de forma definitiva al más allá.
La ventaja ahora es para la supuesta víctima, quien tuvo cuatro décadas para prepararse y convertirse en la cazadora de la historia al esperar la llegada del asesino (quien en realidad es su tío), y lo espera en la casa donde sucedieron los primeros hechos violentos. Claro que la vivienda está llena de trampas para lograr acabar de una vez por todas con el personaje de terror, pero no va a ser nada fácil.
El resultado es una película que, fiel a la fuente original, se para de manera sólida respetando todos los elementos clásicos de este subgénero. Usted tiene que verla, pues como toda historia de terror, existe la duda de que el asesino no haya muerto.