“No estaba enfermo, simplemente estaba agotado. Había tomado la decisión de terminar. Era su decisión y para él era importante que se supiera”, señaló un allegado del director francosuizo Jean-Luc Godard al confirmar al diario francés Libération que el director de Sin aliento recibió la eutanasia en Suiza.
Su esposa, la cineasta suiza Anne-Marie Miéville, y sus productores, explicaron en un comunicado que “murió apaciblemente en su domicilio, rodeado de sus personas más próximas”. Aseguraron que no habrá ceremonias y sus restos serán incinerados. Para honrarlo, queda su cine.
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Creador de “una cinematografía que se revela ante las condiciones del mundo”, como define Hugo Villa, director de la Filmoteca de la UNAM, Godard pasó de ser un crítico que fundó la revista Cahiers du Cinéma, a un realizador que sentó las bases del cine de fin del siglo XX, cuando éste iba apenas por la mitad.
“Recoge un poco el espíritu que ya venía levantando el neorrealismo italiano, de construir historias a partir de realidades mucho más cercanas, con recursos tanto financieros como técnicos y prácticos más reducidos y más ágiles y lo que hace es que a diferencia del cine quizá un poco melancólico del neorrealismo italiano, es rebelarse, levantarse con una propuesta también ideológica en su cinematografía”, abunda Villa.
Godard fue “el más ideológico y también el más longevo” del movimiento que fundó el movimiento cinematográfico de la Nouvelle Vague (nueva ola francesa), junto a otros jóvenes realizadores como Éric Rohmer y François Truffaut.
“Siempre fue un adelantado, sobre todo en la cuestión técnica, trabajó en formato Super 8 cuando apenas empezaba, después en lo digital y últimamente había hecho su película en 3D y estaba trabajando en 360 grados. Fue un hombre muy importante para el cine de los últimos 60 años”, dice en entrevista por separado Nelson Carro, director de Programación y Difusión de la Cineteca Nacional.
“Cambió totalmente la forma de concebir el cine en los años 60 se dieron ‘nuevas olas’ en prácticamente todo el mundo y si bien no todas fueron influenciadas por la francesa, de todas maneras, la nueva ola francesa quedó como el centro de esa escena”, agrega el también crítico de cine.
Cine para inconformes
Radical y revolucionario, Godard deja el legado de la ruptura y la resistencia. Su cine es la revolución en el lenguaje y el contenido, dice Gerardo Gil Ballesteros.
“Su obra es una línea de insumisión que siempre denotó inconformidad hacia el canon. Pierrot el locode 1965, El desprecio de 1963, Sálvese quien pueda de 1989 –una obra audaz aún hoy en día–, Alpahaville de 1965 que le apuesta a la hibridez de género y que se antoja formativa de muchos cineastas”, apunta el crítico cinematográfico de esta casa editorial.
“Conocemos clásicas como El libro de las imágenes, Adiós al lenguaje, Una película socialista, pero filmó más de 80 películas, entre cortos y documentales, era un hombre para el que filmar era vivir, por lo menos, cada seis meses", señala en tanto el director de la Filmoteca.
Hugo Villa abunda acerca de su extenso trabajo que “empezó a rodar sus primeros cortos por ahí de 1955, las que consideramos sus grandes obras, como Al final de la escapada y Sin aliento, alrededor de 1960 y por ahí de 1965, Pierrot le fou, todas mano a mano con este actor brillantísimo, Jean Paul Belmondo”.
El director de la Filmoteca recuerda la famosa anécdota del surgimiento de la Quincena de realizadores, sección paralela del Festival de Cannes: “Godard encabeza una pequeña revolución en el festival de cine de Cannes en 1968, en la que los realizadores se cuelgan de los telones de la sala principal y hacen una huelga, en continuación de los movimientos sociales que estaban desbordando las calles en Francia”, la protesta por una falta de representación de la clase trabajadora en las películas del festival, derivó en la creación de un certamen paralelo.
Villa recuerda otra anécdota más cercana. “Hace un par de años en el Congreso internacional de Archivos Fílmicos en Lausanne, Suiza, se le entregó un reconocimiento, que consiste en una lata de película hecha a partir de plata que se recupera en el laboratorio de la Filmoteca y se le veía muy activo, la conversación fue muy cargada de ideas, de construcción, de una forma de seguir viendo la vida”.
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En tanto, Nelson Carro añade que Godard fue “el cineasta que rompió de manera más radical con el cine anterior y alguien que toda su carrera fue muy fiel a un fin que se acerca más al ensayo que a la narrativa. Tiene que ver mucho con el espíritu de la post guerra y lo que viene después, el 68, el desencanto juvenil”.
Este fin de semana en el Foro al aire libre de la Cineteca se proyectará la versión restaurada de Vivir su vida y en octubre estrenará la copia restaurada de Masculino, femenino. La Filmoteca programará un homenaje al “joven de nueve décadas” como describe Gil Ballesteros, “claro ejemplo de que el cine debe ser un arte de ruptura y sobre todo para inconformes”.