Aunque mucho se ha cuestionado sobre la veracidad de los hechos y la forma en que algunos personajes se han presentado en la exitosa serie de Luis Miguel, Daniel Krauze, guionista de esta producción de Netflix, hace énfasis en la necesidad de comprender que este es un producto de ficción, por lo que existen licencias para contar la historia de El Sol.
“La serie no es un documental. Empezando porque Diego Boneta no es Luis Miguel. Es una serie. Incluso otra producción como The Crown, sobre la familia real británica, tiene licencias artísticas, empezando por el hecho de que no sabes lo que se dijeron la reina y el príncipe en 1948”, explica el escritor Daniel Krauze, quien junto con Susana Casares realizó el guion de Luis Miguel la serie.
“Para crear una serie de ficción tienes que crear hasta cierto punto el proceso de imaginación, aunque este no siempre era nuestro primer recurso”, explica el autor, quien destaca que todo lo que se observa en esta producción está basado en datos registrados tanto en la prensa como en el libro Luis Mi Rey, escrito por Javier León Herrera.
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Aunque Daniel y el resto de colaboradores no tuvieron un acercamiento directo con Luis Miguel, el autor de la novela Fallas de origen comenta que recibió largas transcripciones de las conversaciones que el cantante tuvo con los ejecutivos de la serie.
“Los escritores no exigimos conversar con él porque hasta cierto punto estábamos creando un personaje, y conocer a quien estás escribiendo puede contaminar un poco la escritura”, explica.
A pesar de toda la información que tuvo en sus manos, Krauze admite que por momentos había “huecos” que dificultaban pasar de un capítulo a otro, “cuando los había la respuesta no estaba en nuestra imaginación.
Para resolverlo siempre teníamos que regresar a la biografía de Luis Miguel, a las entrevistas que había dado con la producción, regresar al texto de Javier León y siempre buscar algo que quizá no era exactamente como ocurrió pero que por lo menos reflejara lo que sabíamos de su biografía”, comenta.
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El autor confiesa que explorar la época en la que Luis Miguel tuvo su mayor auge fue una motivación que lo atrajo a este proyecto, pero también descubrir lo que el cantante representa tanto social como culturalmente fue otro factor, aunque visto desde un enfoque más humano.
“Sabíamos que no era una serie sobre la figura pública, sino sobre la cara privada de esa figura pública”, explica. Por eso es que son muy pocas las escenas donde se observa al cantante en actos públicos.
“Lo que ves de entrevistas y demás nunca es gratuito. Nunca te ponemos una entrevista con Verónica Castro por el simple hecho de que sea ella, sino porque en esa entrevista ocurre algo que impacta en su vida privada. El chiste de enseñar la cara pública es para colorear o decir algo de ese rostro privado de Luis Miguel”, puntualiza.