Escuchar Kumbala es escuchar la misma noche que cobijó al joven de 15 años que vivía en un cuarto de azotea de la Ciudad de México, apenas acompañado por un saxofón prestado. La dieta de aquel chico foráneo, originario de San Luis Potosí, consistía en un vaso de leche y un bolillo, ambos debidamente ganados de las monedas obtenidas en las centrales camioneras de la capital.
Fue en las calles del barrio de Santa María la Rivera y la vieja colonia Roma donde Eulalio Cervantes Galarza —Lalo, como le decían sus amigos— conoció a los primeros malditos: el cantante Rolando Javier Ortega (Roco Pachukote), el percusionista Adrian Navarro (Lobito), el guitarrista Arturo Reyes (Tiki), el baterista Rafael el Tejón en los teclados y el Germen en el bongó y la armónica.
Esos jóvenes encontraron su identidad en un grupo al que bautizaron La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio. Su sonido tropical, barriero, guapachoso, se enganchaba a un rocanrol agreste que picaba en la nariz como el smog, como si The Clash hubiese invitado a tocar a la orquesta de Pérez Prado.
“La Maldita Vecindad sintetizó, con naturalidad y diversión, una serie de reflexiones sobre la vida y la sociedad mexicanas. Sax, dentro de ese equipo, fue fundamental. Era una figura que, sin ser el vocalista, que es quien usualmente carga con la tensión y atención del público, tenía una personalidad y un carisma protagónicos”, observa en entrevista Emmanuel del Real, integrante de Café Tacvba, un grupo que se autoconsidera heredero de la Maldita Vecindad.
“Su aporte musical balanceaba muy bien todas las ideas y los conceptos de la Maldita. El Sax hacía que la banda se tradujera musical y energéticamente en un voltaje escénico que pocos músicos en una banda han podido transmitir”, agrega Meme.
El periodista y músico Javier Hernández Chelico —estudioso del rock mexicano— sostiene que la de Eulalio Cervantes es “una presencia inevitable”, vivo o muerto. “La Maldita puede tener a otro saxofonista, pero su presencia jamás la van a conseguir. Sax es una de las presencias más notables del rock mexicano. Era un músico en el sentido estricto de la palabra. Desgraciadamente, la ingratitud impregna al rock mexicano desde hace muchos años”, dice respecto a los hechos que recientemente reveló la viuda de Sax.
¿Maldita ingratitud?
El 22 de mayo de 2019, Eulalio Cervantes Galarza, saxofonista y compositor de la Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, fue reconocido por sus 25 años de trayectoria en la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM). De traje negro, sombrero de pachuco y corbata azul celeste, fue abordado por una reportera.
— Orgulloso del grupo al que perteneces, ¿cierto? —preguntó ella.
—Sí, lo que nos ha sucedido es más que nada gracias a que somos una banda donde hay mucha tolerancia entre nosotros: amor, corazón y respeto hacia nuestra familia —respondió Sax, quien confesó que, después de muchos años, había dejado de beber, aunque el alcohol ya le había dejado muchas secuelas.
Menos de dos meses después de aquel episodio —recogido por la revista TVNotas—, llegaron a casa del músico un par de documentos a nombre de la banda, contó Jessica Franco, la viuda de Sax.
En esas hojas, la Maldita Vecindad no era el grupo que en sus conciertos promovía la celebración de paz y baile entre los carnalitos: era una entidad jurídica representada por dos personas: Rolando Javier Ortega Cuenca —Roco Pachukote— y su representante Rafael Zepeda Ortega.
En el primer documento, Maldita Vecindad pedía al saxofonista que le cediera los derechos absolutos de su imagen, a perpetuidad y para cualquier medio de difusión o mercadotecnia, a cambio de cinco mil pesos. En el otro papel, le proponía una paga de 60 mil pesos por cumplir con una gira en tiempo y forma, de los que restaría 20 mil por gastos de hospitalización que había cubierto la banda.
Sax se negó a firmar ambos contratos. En la Maldita Vecindad ya no cabían todos los inquilinos.
El innombrable
“(Roco) es una persona con la que no se puede contar porque todo lo quiere para él. Y sí, en efecto, con lo de Sax hizo cuestiones muy negligentes”, dice en entrevista Arturo Reyes, Tiki, guitarrista fundador de la Maldita Vecindad, quien se salió del grupo porque, asegura, no le pagaron en “muchísimas tocadas”.
Tiki, Lobito y Pacho, junto con los hijos de Sax, formaron la banda Malditos de Corazón, con la cual rinden tributo al fallecido músico y próximamente publicarán temas de Sax, antes de comenzar a dar conciertos.
Tiki agrega: “No tengo ganas de verlo (a Rocko), aunque tal vez tenga que verlo porque las canciones Un gran circo y New York Blanco, en sus bases musicales, que son líneas de bajo, de guitarra, lo principal yo lo hice, no lo hizo Pato (el actual guitarrista de la banda que cerrará hoy el primer día del Vive Latino 2022). Tendrían que ponerme en los créditos”.
En marzo de 2020, músicos de Café Tacvba, Caifanes y otras bandas intentaron organizar un toquín para recaudar fondos para apoyar a Sax. Pero apareció la pandemia y todo se vino abajo. Un año después, tras una serie de altibajos y un álbum grabado como solista, Eulalio fue hospitalizado por Covid-19. Murió el 14 de marzo de 2021. Su esposa denunció que su fallecimiento no ocurrió a causa del virus, sino de una negligencia médica. Los médicos, supuestamente, ignoraron los medicamentos y las hemodiálisis que Sax debía tomar.
Esta casa editorial buscó a la Maldita Vecindad a través de uno de sus integrantes, el guitarrista Pato Montes, pero no obtuvo respuesta.
Antes de morir, Sax dejó una carta para quien llama “El burro que tocó la flauta o El innombrable”. Concluye así: “¿Por qué lo permitimos? Porque creímos en el honor del carnalismo, que obviamente no conoce. Nos equivocamos con él, pero no todos somos iguales. Cada quien está en el lugar que le corresponde”.