Cada vez que la familia de Flor Silvestre llegaba a verla al rancho El zoyate, todos sus perros comenzaban a ladrar. Y pobre de aquel que se atreviera a pedirles que guardarán silencio, porque se hacía merecedor de una buena regañada por parte de la actriz y cantante, quien adoraba escuchar el bullicio de sus mascotas al recibir gente en su hogar.
Así es cómo Leonardo Aguilar recuerda las visitas a casa de su abuela, a tan sólo unos días de haberse cumplido su primer aniversario luctuoso. En una charla telefónica con El Sol de México, el cantante plática cómo influyó en él crecer con tan gran ejemplo a nivel artístico, y lo imposible que resultaba impresionar a la también cantante.
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"No había plaza de toros en la que no se había presentado, ¿qué le iba a llegar a decir a mi abuelita Flor, que estaba cansado después de una filmación?. Todas las filmaciones en las que estuvo, los videos musicales que hizo, las presentaciones. ¿Qué le podía decir que ella no hubiera hecho antes?, eso me fascinaba, porque le podía comentar que íbamos a ir a trabajar la monumental de Aguascalientes, y sabía que ella se transportaba ahí. Sabía exactamente qué significaba que te anuncia harán ahí".
Doña Flor Silvestre no era la típica abuela cariñosa que recibe a besos a sus nietos, Leonardo la recuerda como una mujer fuerte, que no temía decir las cosas como son. Sin embargo, tenía buena actitud cuando algún fan la abordaba en la calle, y no importaba si tenía prisa o simplemente estaba cansada, siempre encontraba el tiempo para devolver el saludo.
Mientras juega con su perrita Alegría, nombrada así por su abuela, el también compositor precisó que los mayores consejos que les dio a todos los que eligieron el camino artístico en la familia, fueron precisamente en torno al trato con el público, y sobre todo la técnica correcta para interpretar.
"Siempre me decía que abriera más la boca cuando cantaba, para que se me entendiera", señaló. "Era increíble porque teníamos una relación basada y formada alrededor del trabajo, nos entendíamos muy bien. Del lado personal la respetaba mucho, era chistosa y sarcástica, le valía la vida, pero era una señora que cuidaba mucho de todos".
Dado que siempre han sido una familia muy unida, la partida de doña Flor los acercó todavía más, pero reconoce que todavía tienen dificultades para hacerse cargo de los asuntos que ella atendía en su rancho. "A sus 90 años, cuidaba de la gente que trabajaba con ella, de sus jardineros, fue una señora muy cariñosa sobre todo".
Debido a la pandemia, todavía no tienen contemplado un homenaje, pero Leonardo asegura que cuando las condiciones lo permitan, realizarán un magno acto, digno de la memoria de su abuela, que cumplió un año de fallecida el pasado 25 de noviembre.
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