Ante la polémica de si los narcocorridos y corridos tumbados pueden mal influenciar a las generaciones jóvenes y sociedad en general, estudiosos de la cultura opinan que ni se debe generalizar ni olvidar el origen e historia de esta música cercana al pueblo, a sus luchas sociales y sus movimientos históricos.
El investigador Alfonso Colorado expresa que “los problemas se solucionan entendiendo las situaciones; responsabilizar a la música de la violencia, inseguridad y la serie de elementos relacionados desvía el ojo de la problemática en toda su complejidad”.
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“No podemos entender estos fenómenos si no tomamos en cuenta la desigualdad económica y social, si no observamos lo político y los problemas internos”, dice en entrevista.
Al respecto, la antropóloga Carolina Rossáinzz explica que la manera en la cual la música se recibe depende de cada individuo; “se trata de subjetividades, entra la historia de vida de cada sujeto, de su contexto y cuestiones referentes a su personalidad; son muchos factores”.
En contextos llenos de violencia, la investigadora observa un deseo de música con mensajes no relacionados con drogas, cárteles o sexo, pero afirma que “la música siempre está vinculada a su contexto y responde a su realidad”.
Al referirse a los narcocorridos y corridos tumbados, opina que es natural que desde una postura conservadora las personas se escandalicen y preocupen, pero “afirmar que pueden influir en las juventudes o en la sociedad es hacer una generalización irreflexiva”.
“Cada género y subgénero tiene sus particularidades y a fin de cuentas la música es un medio de expresión, de comunicación, una forma de ilustrar una realidad”, reitera.
Igual que el reguetón y el rap, ve a los narcocorridos y corridos tumbados como un medio de socialización, música para bailar, divertirse e incluso para ejercitarse o amenizar las actividades diarias.
No niega la existencia de personas que hallen significados más profundos o los asocien a distintos momentos de su vida, pero, reitera, depende de cada individuo.
¿Existen factores de riesgo en los narcocorridos?
La socióloga Patricia Jiménez Azuara menciona que tanto la narcocultura como la narcoliteratura no están identificadas como las formas frecuentes de introducción a los grupos criminales.
Basada en estudios de frontera con Estados Unidos revela que la vinculación con estas células se da principalmente por familiares o amistades que ya están dentro.
Nombra otras formas como la venganza tras haber sido víctima de un acontecimiento relacionado con la violencia y el reclutamiento forzado por deudas con grupos armados.
“Escuchar a Peso Pluma o Natanael Cano es un tema generacional; antes hay otros nombres como El Gallo de Sinaloa, Valentín Elizalde o El Potro de Sinaloa, pero también Los Tucanes de Tijuana, hasta llegar al corrido revolucionario con la narración de vida de un personaje real o mítico”.
Detalla que la historia del corrido y sus subgéneros se remonta a principios del siglo XIX, con épocas doradas durante la Revolución Mexicana y en la década de los 90 del siglo pasado, cuando, según Elijah Wald, más de dos tercios de los discos de música latina que se vendían en Estados Unidos eran de narcocorridistas mexicanos.
No todos los narcocorridos son iguales
El estudioso de la sexualidad, música y cultura latinas, Héctor Domínguez Ruvalcaba, refuerza lo dicho por Carolina Rossáinzz. Anota que en cualquiera de los géneros hay distintas narrativas.
“No todo es transgresivo de cierta norma social aceptada, hay letras críticas, conscientes, feministas, indigenistas, con sentido social, contra los feminicidios, contra la violencia de los criminales e incluso críticas del gobierno”.
¿Pero qué resulta tan problemático para la sociedad? “Los principios que comparten el rap malandro, el narcocorrido y el corrido tumbado son una apología del crimen, de la violencia, del uso de las armas, del enriquecimiento rápido, del que vale más vivir cinco años en la opulencia que toda la vida en la pobreza, de la misoginia y el machismo exacerbado”.
A pesar de eso, apunta que incluso en el narcocorrido y corrido tumbado es posible encontrar ciertos valores y algunas líneas críticas de la corrupción del gobierno, el abandono de las clases populares o un poco la idea del Robin Hood, presente en muchos narcocorridos y en corridos tradicionales.
Desde su inicio los narcocorridos han sido música polémica
El historiador Alfonso Colorado Hernández añade que el debate de la influencia de la música en el escucha no es un debate nuevo. Desde la segunda década del siglo XX se dio con el jazz y ha ocurrido con muchos otros géneros y subgéneros.
En el caso del corrido, dice que el estigma viene de hace mucho y se continúa, pero no se pueden entender los fenómenos si no se tiene una perspectiva histórica amplia y social.
Aclara que eso no significa que no haya opiniones sobre lo problemático de las temáticas, pero considera que si se quiere comprender estos fenómenos se tiene que ir a fondo por el gran empuje que tienen en la población en general y especialmente en los jóvenes.
Héctor Domínguez y Alfonso Colorado coinciden en la necesidad de tener cuidado de no juzgar y no generalizar sin reflexionar sobre los distintos productores de música.
“Hay que encontrar cuáles son los puntos convenientes para una sociedad que trata de ser liberal, equitativa, de mantener ciertos valores de derechos humanos, y ahí encontrar críticas que hacer, pero sin generalizar y sin olvidar la historia”, indican.