Pudo ser el protagonista de Los Soprano y como se negó, el creador de la serie le escribió un personaje. Stevie Van Zandt, es mucho más que la mano derecha de Bruce Springsteen y deja la guitarra para lanzarse a escribir Flechazos y rechazos, memorias recién publicadas en todo el mundo. Según Springsteen, son "de obligada lectura para los fans de la E-Street Band y los conversos confesos roqueros".
Como esos episodios piloto de algunas series que comienzan con un anticipo trepidante de la acción posterior, inicia el libro en Sudáfrica, viajando en un coche de incógnito mientras lleva a cabo la investigación para su tercer disco en solitario, y acaba metido en un embrollo de vida o muerte.
➡️ Mantente informado en nuestro canal de Google Noticias
Si no estaba ya claro tras medio siglo de carrera, estas páginas ponen de manifiesto que el también arreglista, productor, locutor y activista no es sólo el compañero de aventuras del autor de Borntorun.
En su modestia, rechazó el papel principal de Los Soprano, una de las revelaciones jugosas que hace la obra.
Según cuenta, el creador de la popular serie de televisión, David Chase, quería contratarlo como Tony Soprano, pero rehusó para no quitarle el puesto a un "actor real". "Entonces te escribiré un papel que no existe", le respondió aquel, y así nació Silvio Dante.
Criado en el seno de una gran familia de clase media de New Jersey, nunca conoció a su padre biológico. William Van Zandt, el segundo marido de su madre, un exmilitar republicano, fue el único padre que conoció y de él aprendió una máxima fundamental: "Si haces algo, hazlo bien".
Algunos detalles hacen más amenos los protocolarios primeros capítulos de juventud al marcar la simiente de algunas de sus señas distintivas, como su pasión por el programa El Zorro o por algunas bandas sonoras.
SUS INSPIRACIONES
Tres epifanías llevan a Van Zandt (Winthrop, 1950) de su iglesia (católica primero, bautista después) al "paganismo del rock and roll", empezando por Prettylittleangeleyes, de Curtis Lee, la primera canción que recuerda que lo dejó embobado.
La segunda se produjo en febrero de 1964 con la aparición de los Beatles en el show de Ed Sullivan. "Todo en ellos era extraordinario. El pelo, la ropa, el sonido, la actitud, la inteligencia, el ingenio y, sobre todo, el acento. Aunque la mayor diferencia de todas era que eran cuatro. Eran una banda", destaca sobre algo que suena poderosamente a su camino hacia la E-Street.
"Una banda es sinónimo de amistad. De familia. De pandilla. Una banda suena a apego, a equipo, a escuadrón. Y, sobre todo, suena a comunidad", subraya.
Pero los Beatles eran "demasiado sofisticados". Esto lo resolvió la tercera epifanía, que aconteció en junio de 1964, cuando Dean Martin presentó en su programa a los RollingStones... Y MickJagger no sonreía.
AMISTAD CON DISCREPANCIAS
Dedicado a su único flechazo, su mujer Maureen Santoro, este Flechazos y rechazos es, más que un ejercicio de egolatría, el almanaque escrito por un testigo directo de los últimos 70 años de la música, un período de ebullición creativa por la que pasan muchos de los gigantes del espectáculo.
El amor por la música fue precisamente lo que lo unió a Springsteen siendo ambos unos adolescentes: "Creo que nos unimos de inmediato por el simple hecho de que éramos los únicos que creían completamente en el rock and roll. (...) Hemos sido mejores amigos desde entonces".
Eso no impide que, con el mismo alarde de honestidad que exhibe en el resto de la obra, cuando pone de manifiesto su trabajo codo con codo con el Jefe para hacer crecer algunas de sus canciones, exponga también las broncas y los momentos de desacuerdo con su jefe, amigo y aliado.
"Allá por el 83 parecía que había dejado de prestar atención. (...) En aquella época yo temía que a Jon (Landau, su nuevo representante) le incomodara que yo tuviera acceso directo a Bruce (Springsteen). Me gustaba Jon; de hecho, pensaba que él sentía lo mismo por mí. En todo caso, debería haber sido yo el resentido, aunque no fue así", escribe.
Van Zandt recrea, además, los días en que fue visto por el público como un traidor por abandonar la E-Street para trabajar por su cuenta en álbumes como Suncity (1985), en el que congregó a figuras como Bob Dylan, Lou Reed, Rubén Blades o Pat Benatar en contra del apartheid.