Hace exactamente 36 años, un 25 de febrero pero de 1985, Tears for Fears, la banda fundada por los británicos Roland Orzabal y Curt Smith, lanzaba su segundo álbum de estudio Songs from the Big Chair, un disco que habría de convertirse en uno de los más populares de su tiempo, pero lo más importante: en una de las obras clásicas de la música pop.
Tres semanas después del lanzamiento de aquel disco, el grupo lanzó como sencillo promocional la canción “Everybody wants to rule the world”, un éxito instantáneo que había sido escrito en uno de los picos más altos de la Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia.
No era la primera vez que la banda plasmaba sus preocupaciones por el ecosistema social y político en sus canciones, pues ya lo venía haciendo desde su disco debut, lanzado dos años antes y sólo lo reafirmaba en algunas canciones de su segundo asalto.
De hecho, se sabe que originalmente la canción incluía en una de sus partes una frase que rezaba: "Todo el mundo quiere ir a la guerra", aunque al final el grupo la eliminó.
Desde entonces, muchas cosas han pasado en el mundo, algunas parece que siguen iguales y otras se están repitiendo.
Tras aquel suceso comercial que puso a TFF en el firmamento de la música contemporánea, la banda entregó otro disco igualmente infalible titulado The Seeds of Love (1989), con el que completaron una especie de trilogía que les daría una gran reputación para el resto de sus días.
Luego vendrían los tiempos turbulentos de su separación, en los que Curt Smith dejaría la banda y Roland Orzabal se quedaría solo al frente del barco, realizando dos discos firmados como TFF, hasta que a principios del siglo 21 el dueto se reencontró para empezar a trabajar en Everybody Loves a Happy Ending, una grabación que si bien tenía reunida a la dupla por primera vez en más de una década, no consiguió tener un impacto comercial ni convencer del todo a muchos de sus seguidores.
Sin embargo, esa reunión trajo algo muy positivo para ellos: la certeza de que su relación amistosa y laboral podía estar más allá de ciertas diferencias creativas y de los rencores del pasado, en pocas palabras: la convicción de que nada debía estar por encima de lo que habían construido juntos.
LEYENDAS VIVIENTES
Así pasaron los últimos años para Tears For Fears, ya con el estatus de leyendas vivientes de la música, y con la convicción de que si bien tendría que llegar el momento de volver a grabar nueva música, tampoco tendrían que dejarse presionar por el tiempo.
De ahí que su nuevo disco de estudio, que sale a la venta precisamente hoy, 36 años después de Songs… tomara varios años para concretarse, con una pausa forzosa de por medio incluida, como ellos mismos cuentan en entrevista con El Sol de México:
“Todo lo que ha pasado es demasiado para sintetizarlo, pero realizar este álbum ha sido un viaje. Lo comenzamos hace siete años y la promesa que nos hicimos en ese momento fue que sería una lista de canciones modernas, pero de pronto entramos en ese tren de trabajar con algo que sonaba a una canción pop moderna, tan escurridiza que bien podría ser un sencillo y tener éxito, aunque al mismo tiempo no le veíamos mucho sentido y creíamos que tampoco tenía tanta profundidad, así que lo dejamos por un tiempo y lo retomamos hasta principios del 2020, cuando volvimos a tratar de encontrar cuál era la intención y la historia que queríamos contar en el álbum”, comenta Curt.
Y la encontraron.
“La decisión más importante fue concentrarnos en hacer el nuevo álbum, pero olvidándonos de los sencillos, dijimos: total, ¿a quién le importa eso de todos modos? Así que volvimos a hacer un disco que sentimos que sí tenía un significado completo y profundo, que significaba algo para nosotros por su contenido lírico y de lo que nos sintiéramos orgullosos… En ese momento no teníamos manager ni compañía discográfica, así que lo hicimos todo nosotros mismos, y finalmente nos dimos cuenta de que estábamos muy contentos así, sin escuchar a nadie más… Afortunadamente después encontramos otros socios que también están muy contentos con él… Pero sí, fue todo un viaje”, añade el también bajista del grupo.
Pero el tiempo es cíclico y aquí nos tiene a todos, frente a varias circunstancias parecidas a las de 1985: Los políticos declarando guerras y los músicos haciendo lo suyo de la mejor manera posible.
En ese contexto, las nuevas canciones de Tears For Fears parecen cobrar otro sentido. Si bien no tienen que ver con el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania que preocupa a toda la humanidad mientras este disco ve la luz, sí tienen mucho que ver con diversas batallas personales y colectivas, todas de grandes proporciones:
“Nos reunimos justo antes de que explotara la pandemia, a principios del 2020, y el confinamiento nos dio mucho tiempo y tranquilidad para seguir. El mundo estaba pasando por un caos debido a la enfermedad y el miedo, pero también porque otro policía blanco mató a otro hombre negro, lo que generó toda la ira que desembocó en el movimiento Black Lives Matter, y obviamente no puedes evitar ver todas esas cosas, ni que se cuelen en lo que estás haciendo”, cuenta Roland Orzabal.
Otro de los momentos difíciles que Orzabal vivió hace unos años fue el de la pérdida de su esposa, que antes de morir pasó una temporada en el hospital. Esa experiencia es justo la que inspiró al primer sencillo del disco, "The Tipping Point".
Roland dice que todo se volvió un poco loco para él, ya que después de pasar ese tiempo en el hospital, de pronto buena parte del mundo también estaba viviendo momentos difíciles en esos espacios. Pero la conclusión que saca de todo eso es que pareciera como si una fuerza extraña le pidiera a los artistas crear cosas a partir de estas vivencias.
Acaban de cumplir cuatro décadas como banda. ¿Cómo se sienten al respecto?
Roland: ¡Dios! Para ser honesto contigo, si alguien me hubiera dicho en aquel entonces que seguiríamos haciendo esto cuando tuviéramos 60, no lo creería. Es decir, no puedes asumir naturalmente que esto será siempre parte de tu vida, quizá cuando eres joven sí, pero seguir aquí ahora, tratando de hacer el mejor disco es algo fantástico, de verdad que es maravilloso.
Fue casi una década la que los dos integrantes de la banda pasaron sin estar en contacto, tiempos en los que seguramente era mucho más difícil que ahora manejar los egos y las diferencias creativas. Afortunadamente, con la vejez llega la sabiduría y después de tantas cosas vividas, ambos se ven como una familia que a pesar de las discusiones y desencuentros seguirán siendo siempre una familia.
Finalmente han encontrado el equilibrio para poner a funcionar estas dos grandes piezas que conforman a Tears for Fears. En una sola palabra, ¿cómo definirían cada uno de ustedes a su compañero de banda?
Curt: ¿Una sola? Yo diría: "hermano".
Roland: Sí… Entonces yo diría: "Hermana".
Curt: (Risas)
Desde sus primeros discos, la banda ha hablado de temas sociales y políticos que suceden en el mundo, aunque ahora el mundo parece estar peor que nunca, ¿no lo creen?
Roland: ¡Absolutamente!
Curt: Sí, esa es la premisa detrás del título del álbum (The tipping point), y tiene un significado global. Creo que si escuchas el disco, verás que tocamos todos esos temas, desde la pérdida personal hasta el movimiento #MeToo, el movimiento Black Lives Matter, el patriarcado, el cambio climático, la pandemia… Hay tantas cosas que suceden ahora, que no faltan las cosas en qué pensar.
Y resulta que aún “todos quieren gobernar el mundo”.
Curt: Bueno, sólo alguna de la gente equivocada…
Roland: No estoy seguro de que todos quieran hacerlo... Aunque como alguien dijo el otro día de manera muy brillante: "Si puedes ver dónde está el poder, si crees puedes verlo, entonces el poder no está ahí", lo que significa que el poder parece esconderse a sí mismo, hacerse invisible para moverse de maneras extrañas, ya ni sé a dónde voy con todo esto.
¿Ahora qué sigue, saldrán de gira con este disco?
Curt: Bueno, en este momento los únicos planes que están cimentados son una gira por América del Norte y el Reino Unido, comenzando a fines de mayo y terminando en julio, pero estoy seguro de que se agregarán más, y sé que llegaremos a otros territorios, pero esos son nuestros planes iniciales.
Ojalá que esos planes incluyan a México.
Roland: Sí, amamos México. Hemos logrado una gran audiencia y grandes espectáculos allí… Lo bueno es que no están muy lejos de aquí, de Los Ángeles, así que sí, somos optimistas al respecto.
¿Cuál es su mejor recuerdo de este país?
Curt: Tengo varios, pero mi última vez en la Ciudad de México fue fantástica porque es un lugar tan vibrante… Y si eres un entusiasta verás los restaurantes más increíbles. También fui de vacaciones hace unos años y conocí las pirámides que están fuera de la ciudad. Ah y también pasé unas vacaciones geniales cuando fui al mundial de fútbol México ‘86, en verdad son muchos muy buenos momentos ahí.
Roland: Sí, yo igual, sobre todo con la comida, ¡es que es increíble!
Hablando de conciertos, ¿hay alguna canción que después de tantos años ya no disfruten tocar?
Roland: Sí, bueno… Siempre tocamos “Shout” al final del set, porque sabemos que una vez que lo hacemos, el espectáculo termina, es cuando nos bajamos del escenario. Entonces esa canción se ha vuelto difícil de entender, pero la seguimos tocando, es increíble porque a muchos todavía les encanta, pero yo personalmente es la que menos disfruto.
Curt: Es difícil, porque debes tocarla de una manera diferente si lo quieres seguir haciendo… Ya no tenemos 20 años y a lo mejor de repente ya queremos gritar, pero sí lo vemos como un estímulo para quienes la siguen disfrutando.
Antes de terminar, ¿cómo ven el mundo de la industria musical hoy en día?
Roland: Bueno, tiene una forma de generar una cantidad increíble de dinero, ahora además de las corporaciones tienes a las compañía de streaming, así que es como un doble ejército en ese negocio.
Gracias por estos minutos señores.
Roland: Gracias, estamos absolutamente enamorados de México y realmente esperamos que todos escuchen este nuevo álbum, porque creemos que es hermoso y que podría gustarle a mucha gente.
Curt: ¡Gracias, adiós!
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